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Por Jesús López
30 de Apr de 2021
2 min
Escrito por Jesús López
Extrabajadores de “El Corchito” liderados por José María Palomo Castillo, entablarían una nueva demanda, esta vez por los ecocidios que ocurren dentro de la reserva. Mediante un trabajo realizado con cámara escondida, se constató que el lugar tiene el 90 por ciento de los manglares secos, un ojo de agua cerrado al público por deterioro, población de apenas seis coatis y 3 mapaches sobrevivientes de un total de 60 mapaches y 40 coatís con los que se contaba según el censo realizado en el 2015.
Fue precisamente en ese año la última inspección que hizo Profepa dentro de la reserva natural, misma que estuvo a cargo del biólogo José Antonio Cuá Pech y el maestro en Ciencias Luis Antonio Balam Ek.
En el citado documento, en la especificación 4.18 se establece que queda prohibido el relleno, desmonte, quema y desecación del humedal de la vegetación costera. La regla contradice el camino de grava que se tiene en varias partes del inmueble.
Uno de los entrevistados, que prefirió mantener el anonimato, relató que antes de las tormentas “Gamma y Delta” no se hizo un estudio, por lo que el desagüe obstruyó los intercambios de corriente y provocó que el agua fermentara en los ojos de agua y al acidificarse quemó los manglares.
“Esos mangles que ahora están desapareciendo nos los había otorgado la Comisión Nacional Forestal a través del Fonden en el año en que “Isidoro” impactó en el Estado (2002), son 40 mil mangles que ya han comenzado a destruirse”, aseguró José Palomo.
Así mismo, el total que fue donado a la entonces “Cooperativa el Corchito” fue de 360 mil pesos.
“Cuando pasamos a formar parte del ‘Corchito’ como empleados, el primer día se mandaron a cortar unos 40 mangles para colocar unas guacamayas y, según los directivos, para tener una mejor vista, lo que la gente nueva no sabe es que el mangle no se puede podar, no es una especie de vegetación que se utilice de esa manera, es raro porque sabemos incluso que hay una bióloga en el lugar que asesora a los empleados”, agregó.
El ojo de agua “Venado”, cuyo paso está restringido por motivo que la administración no ha hecho saber a través de un comunicado, se encuentra en el primer cuadro del lugar; los caminos que llevan a esta zona muestran una tala de varios mangles y el ojo de agua totalmente abandonado, asimismo hay instalaciones como butacas de madera.
Por último, se colocaron unos lockers de renta, justo a la entrada donde están las lanchas que dan acceso a los ojos de agua, pero al ser éstos de un material metálico, sólo causan más deterioro a sus alrededores.
“La demanda tendría que provenir de la sociedad, unirnos como progreseños sería un paso importante para dar a conocer los impactos a la naturaleza que está causando la actual administración en el que alguna vez fue considerado ‘el pulmón de Progreso’”, concluyó José María Palomo.
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