8M: Las mujeres que mueven al puerto de Progreso

Cada una, desde su trinchera, asume las responsabilidades y actividades que se propongan
lunes, 8 de marzo de 2021 · 14:40

Las mujeres en el mundo representan el 49.5% de la población, prácticamente la mitad.

Todos los días, millones de manos femeninas mueven el mundo desde su trinchera, hay maestras, doctoras, enfermeras, legisladoras, amas de casa, vendedoras ambulantes, comerciantes, conductoras de transporte público, entre otras.

No hay un rincón de la vida social donde las mujeres no tengan una función importante. Son tan valiosas como los hombres, al mismo nivel. Suele omitirse algo tan sencillo como el derecho de todas y todos a ser tratados con respeto, pero que en el caso de ellas les ha costado años para que sea entendido.

Hoy, en el marco del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, continuamos con este especial dedicado a las mujeres porteñas destacadas.

Mujeres policía al frente

La vocación de Cecilia Pacheco Cervera, de 25 años, se originó desde pequeña gracias a las artes marciales, específicamente dentro del taekwondo, donde logró, junto con su mentor Manuel Dizb, ser cinta negra en el grado primer Dan.

“Desde pequeña quise ser policía. A muchos les parece extraño, pero era mi sueño. Ponerme el uniforme es motivo de orgullo porque sé que estoy sirviendo de gran manera a mi comunidad”, argumentó.

La entrevistada ha desempeñado varios puestos dentro de la Dirección de Seguridad Pública y Tránsito a cargo de Emilio Raúl Caamal Gutiérrez, en un año y medio de servicio. Sin embargo, confirma que el ser operativo le apasiona, a pesar de los riesgos que implican las agresiones a las que se expone.

“No siento miedo en el momento. Las ganas de sobresalir las tengo gracias al amor por mi hijo, el apoyo de los compañeros y la adrenalina del momento. Cada operativo es complicado; he visto lapidaciones y hasta que a los colegas les avienten agua hirviendo”, señaló.

La elemento también recuerda su participación en varios operativos de alto riesgo. El último de ellos fue en la detención de los delincuentes conocidos como “Los Gemelos”, evento del cual salió con un esguince en el tobillo derecho: “a los hombres no les interesa si eres mamá, si eres hija o si eres mujer. Ellos van a lastimarte y tienes que estar a la defensiva”, manifestó.

Cuando se le cuestionó si le permitiría a su hijo ser policía, Cecilia Pacheco contestó alegremente que no tendría problema, aunque le gustaría que perteneciera a las filas de la Armada de México, la Guardia Nacional o la Policía Estatal, refrendando de esta manera el compromiso que tiene como servidora de la nación y como mamá.

“Las mujeres muchas veces somos más capaces que los hombres; mis respetos a todas aquellas que incluso tienen como oficio ser amas de casa. Todas nosotras tenemos en nuestro desenvolvimiento diario algo que nos fortalece para salir adelante, mis respetos a todas las mujeres”, concluyó.

Oficios rudos desde pequeña

El caso de Yessica del Carmen Segovia Quijano es uno de los ejemplos claros de que la mujer puede competir contra un hombre. Dentro de su currículo están los oficios como ayudante de albañil, soldadora, cargadora y auxiliar en llanteras; actualmente labora en todo lo que se requiere en la planta purificadora “Paraíso azul”.

“Lavar los botellones, llenarlos, subirlos a las camionetas y entregarlos, es parte de mi día a día. A veces me ven en la calle y la misma clientela se sorprende. No los culpo; en parte nuestro país ha sido sumamente machista en las últimas décadas”, aseguró.

Antes de dedicarse a este oficio, Yessica Segovia se desarrollaba en el ámbito pesquero, pero las malas rachas y la actual pandemia la obligaron a mudarse a su nuevo trabajo. En muchas ocasiones, afirma que la misma comunidad progreseña le recuerda parte de su andar por los trabajos que ha desempeñado: “fui la primera mujer que trabajó en barraganes hace años, también estuve en una llantera donde los clientes eran siempre hombres y al principio me quisieron hacer menos, pero las ganas de ponerme al tú por tú me ayudaron a no caer”, recordó.

“Mi mensaje va dirigido a exhortar a que las féminas no tengan miedo y menos depender de alguien. La que no arriesga no gana, más si tenemos hijos de por medio; eso nos quita el temor a todo. Cuando una quiere ser alguien en la vida se agarra fuerza de donde sea. Hoy, con los trabajos que he tenido, puedo asegurar que nosotras podemos hacer lo que sea. Sólo necesitamos estar decididas”, finalizó.

Constructora de fisicoculturistas

En el ámbito de las pesas no puede pasar inadvertido el nombre de Karina Sosa Sánchez, a quien muchos han definido como una excelente “constructora de físicos” y como un personaje que ha sobresalido dentro en un ámbito dominado por hombres y donde el ego se respira desde el momento de pisar el gimnasio.

Su historia empieza a los 20 años, dentro de un matrimonio donde ella describe haber vivido un “infierno en cuatro paredes”, por el maltrato moral, físico y verbal al que era sometida.

“Empecé a entrenar a los 16 años. Siempre me gustó el ejercicio, pero como mi entonces marido no me dejaba, lo hacía a escondidas. Esto lo hice en el extinto “California”, al lado de grandes atletas progreseños como Antonio Piña y Raúl Sosa”, detalló.

Al mismo tiempo que entrenaba, poco a poco fue aprendiendo el arte del fisiculturismo gracias a los entrenadores Rolando Almeida y Gerónimo Montero, este último al principio le dejó suplirlo cuando faltaba, hasta que la dueña del gimnasio “Shangrilá”, Sheyla Domani, le brindó la oportunidad de trabajar ahí. A esto agrega que, en ese 2006, ella por fin pudo lograr su independencia para hacerse cargo de su hija Kenia, hoy día egresada del ITSP en la carrera de Gestión Empresarial.

Cabe mencionar que al mismo tiempo de dicho trabajo, por las tardes laboraba en el Colegio de Bachilleres, pero un recorte de personal la hizo sucumbir en lo emocional, al grado de ir ese mismo día a llorar a una iglesia, pero fue su misma jefa del “Shangrilá” quien le brindó una mano y ahora le otorgó un horario más extenso, por lo que se metió de lleno a entrenar y formar cuerpos esculturales.

“Nunca me llamó la atención el mundo de las cinturitas y el fitness. Yo quería ser una mujer fuerte y bien musculada. Más que competir, mi amor por lo que hacía estaba en moldear el cuerpo de mis pupilos, esto mientras les levantaba su autoestima sin subirles el ego. Muchas veces mi trabajo me permitió darle una sonrisa a aquel joven que por tener obesidad no se sentía seguro o me daba la oportunidad de llegar al corazón de una chica delgada que no quería ni salir a la calle por sus complejos. Ahí es donde yo diría que estaba mi pasión”, explicó.

Parte de su amplio recorrido incluye los mejores gimnasios del puerto y la formación de varios atletas que han conseguido distinciones a nivel estatal, nacional e internacional. Entre los alumnos que más recuerda están Jorge Valle, David Madrazo y Alejandro García, todos ellos con podio en el evento tradicional de fisicoculturismo “Mr. Playa”.

Abuso de esteroides y discriminación

“Tenía unos 27 años cuando me inyecté mi primer esteroide. Lo hice por mi misma meta de ser una mujer fuerte. No lo evité. Me acuerdo que me dio amenorrea (problemas de menstruación). No sé si sea algo bueno o malo, pero al día de hoy nadie me engaña. El niño o niña que me pregunte por algún anabólico en específico, le puedo decir qué contiene y sus reacciones. He experimentado con “cócteles”, he probado diversos productos y me sé todo lo relativo a lo que le pueden ofrecer a quien desea ser parte de esto. Actualmente, sólo entreno con anabólicos de menor cuidado”.

La discriminación también ha sido inevitable. Karina Sosa sabe que su impresionante figura puede aparentar ideas fuera de lugar: “me han dicho en la cara que soy travesti, he escuchado burlas e insultos por mi apariencia y mi físico, pero creo que, si estoy contenta conmigo misma es suficiente y lo estoy.

Hoy puedo sonreír y estar orgullosa de lo que valgo como mujer, lo que represento y de la profesional que crié en casa” afirmó.

Pionera en el ámbito pesquero

Como buena progreseña, la historia de Ana María Pech Chacón, de 63 años de edad, va ligada al ramo pesquero; hija de Pascual Pech López y Candelaria Chacón Magaña, su historia comienza a la par de que sus padres fundaron la congeladora Conyuc en 1978.

“Mi padre era pescador. Poco a poco nos integramos todos los de la familia hasta tener una empresa que nos permitía vivir mejor, nuestros padres siempre se preocuparon por nuestro bienestar”, recuerda.

Ana María hace remembranza de cómo se convirtió, a los 21 años, en secretaria y mano derecha de su hermano Felipe Pech. Este cargo lo tuvo de 1984 a 1998 y le permitió tener varias oportunidades que para ese momento eran nulas para el género femenino.

Fue la única mujer en ser parte de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera, con Mario Uc como Presidente, y tuvo la titularidad de la Unión de Crédito Empresarial en Progreso.

“Fue una época muy buena. Teníamos hasta 25 barcos que había que atender. Yo nunca le tuve temor a meter las manos dentro del trabajo pesado. Arrastraba las cajas de pescado, pesaba pulpo, cargaba el producto y lo acomodaba, embolsaba carnada, entre otras actividades a las que nunca me negué por ser mujer”, expresó.

Al fallecimiento de su padre, a finales de los noventas, se hizo cargo del “Conyuc I”, “Moctezuma” y la embarcación “Propemex”, misma que recibió el día de anteayer la sagrada bendición por un pequeño accidente sufrido en altamar.

“Me siento una mujer sumamente realizada, luchadora y aguerrida; lastimosamente, lo más difícil que me ha tocado dentro de este trabajo es enfrentarme al machismo, pero creo que mi fortaleza y seguridad me han ayudado a salir avante.

Agradezco el apoyo de mi esposo Rogerio Quezada Domínguez, mis hijos Mario, Arturo y Christian, así como también a mis seis nietos”, exclamó orgullosa.

De esta manera concluye este breve homenaje para todas las mujeres progreseñas que cada mañana van en busca del sustento en el puerto, agradeciendo el trabajo de cada una de ellas.

SY

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