Abuelito de 81 años deja la milpa y pide limosna para vivir en Mérida

José Ek, se ha visto en la necesidad de pedir limosna debido a que se encuentra en abandono de sus familiares
martes, 2 de marzo de 2021 · 12:01

Milpero de 81 años, oriundo de Maxcanú, se ve en la necesidad de pedir limosna en las calles de la ciudad de Mérida debido a que no cuenta con el apoyo de sus hijos, su familia ahora vive en Cancún y, con la pensión de dos mil pesos mensuales que recibe, no le es suficiente para sobrevivir.

“No le alcanza a uno, está todo caro ahorita, antes sí trabajaba bien, matando ganado, cochino, pero ya no se puede, el 15 de enero cumplí 81 años”, reconoció José Ek.

Indicó que vive solo en el pueblo y lleva casi 30 años separado porque su mujer lo dejó a principios de la década de 1990, sin querer abundar sobre el tema escuetamente dijo: “Nada le hice, sólo se fue”.

Lleva una caja de plástico para refrescos a manera de silla, le coloca unos papeles para que no esté tan rígido el banco improvisado. Cada día busca un espacio para poder sentarse y esperar a que alguien pueda brindarle unas monedas por caridad. Esta actividad no le impide usar la tradicional guayabera, un pantalón de vestir y el sombrero blanco.

Asegura que se ve en la necesidad de comprar comida, “un refresco y un francés”, ya que no puede trabajar la tierra.

“Antes iba a matar cochino al rastro, a veces, porque el camino estaba malo y no podía llegar, ahora hay pura carretera, pero ya no puedo. Ahora pido caridad porque ya no tengo nada que hacer, nada para trabajar”, refirió.

El también ejidatario recordó que en su momento se dedicó a la milpa, sus manos y sus pies reflejan la severidad con que la tierra trata a quienes la trabajan.

“Ahorita no puedo hacer milpa, estoy operado de mi ojo por catarata, nada más de este veo (señala el ojo izquierdo). Antes sí hacía milpa, hacía hasta 40 mecates de milpa, sembraba puro elote, sí me iba bien, ganaba dinero, pero desde hace diez años ya no hago nada de milpa por mi ojo. El terreno está allá porque soy ejidatario, está dividido, aún hay otros ejidatarios que siguen sembrando, pero yo ya no puedo”, reiteró.

En la salida de un estacionamiento, ubicado en el centro de la ciudad, muchas personas pasan a su lado, nadie lo ve; él pide caridad y estira su brazo, su trastecito sigue vacío. Hasta el año 2019, el abandono de personas de la tercera edad correspondía al 18 por ciento de ese sector de la población en el estado.

SY