'Estafa pesquera' en restaurantes de Mérida pone en peligro de extinción a especies

A través del documento “#GatoxLiebre2.0” se advierte que los consumidores no saben qué pescado comen y se da el caso de sustitución de especies
sábado, 13 de marzo de 2021 · 08:10

El documento “#GatoXLiebre 2.0. Fraude y sustitución en la comida del mar”, elaborado por la agrupación Oceana, sostiene que hoy en día los consumidores no pueden saber con certeza qué pescado comen por el engaño de sustitución de especies, pero esto no sólo afecta al bolsillo de la gente, sino también impacta en la salud de los mares y a las especies protegidas.

En este fenómeno, que como informamos, en el caso de Mérida es del 36 por ciento, es decir, que uno de cada 3 especies que el consumidor compra recibe otra, no sólo tiene que ver con una afectación económica, sino que se recibe un producto también de menor valor nutricional.

La organización explica que el engaño puede ocurrir en cualquier etapa de la cadena de valor del pescado, es decir, desde que el producto es desembarcado en un puerto, cuando es transportado para llegar a la planta procesadora, durante su procesamiento o en los puntos de venta, como los restaurantes y pescaderías.

Además, lo anterior siempre ocurre con conocimiento de quien participa en la cadena de valor e incluso se ven afectados por esta situación, en especial los pescadores y las pescadoras cuyo producto nacional es sustituido por especies de importación.

Las afectaciones son a los bolsillos de los consumidores, porque se pagan altos precios por especies de bajo costo; pero también afecta a la salud de los mares y los esfuerzos de conservación de especies que se encuentran en peligro.

En el estudio, por ejemplo, se encontró que se vende como marlín y como cabrilla una especie de tiburón que se encuentra en peligro de extinción (mako), de acuerdo a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Esta especie de tiburón, antes clasificadas como vulnerable, fue reclasificada como especie en peligro en el año 2019.

La sustitución tiene como consecuencia que consumamos especies catalogadas internacionalmente en peligro, sin siquiera saberlo.

Este engaño también afecta los esfuerzos de conservación y manejo al enmascarar la disponibilidad real de especies.

“Esto sucede desde dos perspectivas distintas: podemos no darnos cuenta como consumidores que la disponibilidad de una especie es muy baja o que una pesquería está sobreexplotada, ya que parece ser abundante para los consumidores y las especies sustitutas pueden capturarse a tasas insostenibles, pues no se monitorea su captura o comercialización porque ingresan al mercado con el nombre de una especie diferente”, señala el documento.

Además, al no conocer la especie que estamos consumiendo, no sabemos si ésta fue capturada de manera legal, respetando la regulación aplicable. Lo que coloca a los pescadores que trabajan de manera legal en un plano de competencia desigual, con quienes incurren en la ilegalidad.

SY