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La historia de esta reserva natural se originó cuando un grupo de progreseños empezaron a dar paseos en lancha a cambio de una gratificación

Durante años, la reserva natural “El Corchito” se ha mantenido en el gusto del turista, gracias a las múltiples actividades que se pueden realizar en un fin de semana lleno de Sol y diversión para la familia; sin embargo, el público conocedor, en este caso el progreseño que durante varios años creció a la par de los cambios de este atractivo, afirma sentir cierta nostalgia por las antiguas instalaciones de este sitio, el cual conserva muy poco de su viejo estilo.

Hoy en día cuenta con un mirador que otorga una vista espectacular, se tiene a personal capacitado por la Sefotur, botes de primera calidad y hasta espacios para adquirir souvenirs, en resumen, el lugar cuenta con estructura de primer nivel para darle al visitante una estancia placentera.

Actualmente los precios para el turismo adulto están en 90 pesos; al de tercera edad con credencial del INE se le cobra 45 pesos; adultos mayores y niños (de 5 a 10 años) pasan con 35 pesos; personas con discapacidad pueden disfrutar de esta atracción sin costo. Los horarios de atención son de 9 a 16 horas.

En el pasado era todo lo contrario: apenas se contaba con zona de cobro, no había uniformes elegantes. El trato de quienes tenían a cargo el proyecto se enriquecía con una charla sobre la pesca, la política del puerto o los problemas cotidianos.

Una vez cruzando, el visitante era sorprendido por el ecosistema que se asienta en toda la extensión de “El Corchito”, sin temor podía interactuar con mapaches y zarigüeyas que a lo largo de las décadas han adoptado al lugar como su hogar.

La gente podía llevar sus propios alimentos (con la regla estricta de no alimentar a los “guardianes” del área) y podía quedarse el tiempo que quisiera dentro de los tres “ojos de agua” que rodeaban las entrañas del sitio: en el agua no faltaban los chapuzones y las fotografías del recuerdo.

El lugar también contaba con una presencia notable de estudiantes, que luego de “irse de pinta” iban a pasar el rato; paseos románticos, declaraciones y hasta “pedidas de mano” en algún momento tuvieron lugar en medio de estos paseos.

De las reparaciones y el mantenimiento de las lanchas y artículos que adornaban los interiores, se encargaban varios empresarios y congeladoras a las que pertenecían sus fundadores, esto permitía que la reserva mantuviera un excelente estado durante los años de independencia.

Los precios hasta hace sólo un lustro eran de 25 pesos para grandes y 10 pesos para los pequeños de la casa, esta situación permitía ser parte de la experiencia a la comunidad más vulnerable.

“Esta reserva ecológica es administrada por una cooperativa de 23 pescadores que han logrado crear un lugar para el descanso y la convivencia con la naturaleza en un ambiente cien por ciento familiar”, anunciaba una lona que servía como único módulo de información para sus clientes.

Historia 100% progreseña

La historia de esta reserva natural se originó hace más de treinta años con la Cooperativa Sociedad Solidaridad Social “El Corchito”, formada por los hombres de mar José María Palomo Castillo, José Manuel Palomo Flores, Héctor Aguilar Rangel, Arturo Uc Tinal, Límbert Velásquez y Jorge Alberto Casanova, progreseños que empezaron a dar paseos en lancha en esta zona y a cobrar una pequeña gratificación por su trabajo, a fin de obtener un extra a sus tareas como pescadores.

La estructura de “El Corchito” se formó poco después del paso del huracán “Gilberto”, la idea surgió luego de una mala racha para la pesca, que en esos años era sacudida por una marea roja, donde sólo grandes embarcaciones que emprendían viaje varias millas lejos de la costa yucateca, podían adquirir especies tras salir de las algas nocivas.

La marejada venenosa de principios de la década junto con la registrada en el 2008, han sido consideradas como las más catastróficas para la costa de la Península.

Finalmente, los rumores sobre un apoderamiento gubernamental crecieron cada vez más, la prensa y los mismos progreseños acudían a buscar la opinión de la cooperativa emprendedora. La respuesta siempre era negativa, aunque luego de la insistencia la mayoría de los socios se rindieron ante el jugoso sueldo que se les prometía a cambio de los derechos.

A mediados del 2015, durante la gestión de Rolando Zapata Bello, se invirtieron cerca de 5 millones 849,379 pesos en las construcciones que iniciaron en diciembre del 2014 por la constructora Coreco.

Quien esto escribe tuvo oportunidad de platicar en el 2014 con José Manuel Palomo Flores, socio fundador que no estuvo de acuerdo con el traspaso de “El Corchito” al gobierno.

“En 25 años de servicio nunca hemos visto un solo peso de parte de la política, ‘El Corchito’ se mantiene gracias a la comunidad progreseña, por eso siempre hemos dicho que aquí hemos sobresalido gracias al pueblo y a nadie más. El gobierno nos ha estorbado, tal vez solamente en publicidad nos han ayudado, pero fuera de ahí preferimos mantenernos al margen”, declaró.

La única ayuda registrada hasta antes de hacer el traspaso fue en el año 2002, cuando el Gobierno Federal proporcionó un apoyo para rescatar daños a los manglares que se ubican ahí.

Este proyecto nació de la mano de 4 socios que se unieron en 1990 para rescatar un manantial que se encontraba en un basurero dentro de la región donde ahora está establecido “El Corchito”, posteriormente esta cooperativa se haría oficial 3 años después para realizar recorridos en toda esa región.

“Nosotros promovemos la estancia con la naturaleza que hay aquí, vendemos lo que hay alrededor como son los mangles y animales sueltos; sin olvidar el recorrido que le damos al turista donde explicamos la manera de cómo nació este concepto. También tenemos la intención de crear conciencia para cuidar el medio ambiente. Aquí se viene a disfrutar de la naturaleza y olvidarse de la ciudad”, argumentó.

Después de la etapa en la que los progreseños manejaban la reserva natural, poco a poco ha ido descendiendo la afluencia, aún con nuevas instalaciones y un majestuoso parador turístico. Los días sábado y domingo, el lugar se mantiene gracias al visitante foráneo.

SY

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