Familiares recuerdan la tragedia de la explosión en la colonia Francisco Villa Oriente

A casi dos años de la tragedia en la colonia Francisco Villa Oriente donde almacenaban pirotecnia, familiares recuerdan el terrible momento que vivieron
lunes, 27 de diciembre de 2021 · 12:52

Nietos de la señora Ceydi Poot Dzul aseguran que cada vez que llueve y hay relámpagos ven el alma de la persona que falleció en el predio ubicado en el cruce de las calles 4 por 53ª de la colonia Francisco Villa Oriente, donde el 31 de diciembre hubo una explosión de artículos de pirotecnia, estruendo que se escuchó a más de tres kilómetros a la redonda.

Una de sus nietas que milagrosamente se salvó en esa ocasión, explicó que días antes de la explosión la persona que falleció no les permitía entrar a la cocina como éstos estaban acostumbrados, por lo que presumen tenía algo guardado en ese lugar, cuya entrada estaba siendo tapada con bloques de concreto.

Cuando la abuela explicaba al reportero que el pasado jueves 9 de diciembre, se presentó una persona para indicarle que será su nuevo vecino, porque ya compró el terreno, de nuevo intervino la pequeña y dijo: “Mami yo quiero que hagan (construyan) una iglesia con muchas sillas para que la gente entre a rezar y no estemos solitas aquí, porque el alma de la persona que murió, todavía sigue en ese lugar”.

Incluso dijo que el Día de Muertos hubo una fuerte lluvia con relámpagos y cuando volteó la mirada hacia el sitio donde fue hallado el cuerpo de su vecino, pudo ver el alma de esa persona y por eso quiere que una iglesia con una imagen grande de Diosito para que la gente entre a rezar.

Por su parte la abuelita dijo que debido a que había mucho sol y tenía prisa para salir de compras sólo cruzó algunas palabras y dijo que estaba de acuerdo en que se volviera a levantar la barda que separaba ambos predios, para evitar que las culebras y otras alimañas que hay en ese lugar, no invadan su casa.

Incluso le mencionó su nombre y le mostró unos papeles con un sello, pero debido a la prisa no puso atención y sólo le respondió que está de acuerdo en los trabajadores que contrató construyan el muro que se derrumbó por la explosión, para que sus nietos no se metan a ese lugar que hoy se encuentra invadido de maleza y escombros.

Los hechos

Como se publicó oportunamente, una fuerte explosión destruyó el predio ubicado en el cruce de las calles 4 por 53ª, de la colonia Francisco Villa Oriente, en la que falleció Miguel Antonio Castillo Cervantes, de 32 años, y un menor de edad resultó gravemente herido, pero que logró recuperarse dos semanas después.

Según la entrevistada, Castillo Cervantes rentaba ese predio donde se dedicaba a la elaboración de cohetes, artículo de pirotecnia o fuegos artificiales que explotan en el cielo, mejor conocidos, en Yucatán, como “voladores”, ya que jamás entró a esa casa, donde incluso cada año se realizaban novenas a las que acudían sus nietos y vecinos de ese rumbo.

A casi dos años de esa tragedia, Poot Dzul todavía recuerda ese terrible momento en que de milagro se salvaron sus tres nietos que se encontraban jugando en sus respectivos cuartos, pero dos de ellos lograron salir y refugiarse en la cocina y a los dos días fueron dadas de alta, mientras que su nieto, estuvo a punto de quedar sepultado entre los escombros, pero su nieta lo rescató y lo llevó a la cocina con sus otras dos hermanas con las que estaba jugando en el otro cuatro.

Comentó que no sabía que Castillo Cervantes se dedicaba a la elaboración de productos de pirotecnia, pero  tenía la costumbre de lanzar voladores, cada vez que se realizaban rezos en esa casa o durante las celebraciones de fin de año (24 y 31 de diciembre).

Recordó que el 31 de diciembre Castillo Cervantes se pasó toda la mañana y parte de la tarde encerrado en la casa y fue poco después de las ocho de la noche cuando comenzaron a escucharse las explosiones y decidió se refugiaron en la cocina.

Mencionó que el día de la explosión, una de sus hijas, y madre de los tres pequeños, estaba cenando porque tenía que irse a trabajar a una tienda de conveniencia y su hora de entrada era a las nueve de la noche.

A partir de ese día y hasta la fecha cada vez que escuchan un estruendo sus hijos corren a refugiarse a su cuarto y encienden la televisión y suben todo el volumen para no escuchar los estallidos de los voladores y esa es la razón por lo que este 31 de diciembre no van celebrar nada, hasta el siguiente día, cuando la gente deje de hacer tanto ruido con fuegos de pirotecnia, incluso va a cerrar las puertas para que sus nietos no se alteren como el año pasado, pese a que fue menor la cantidad de personas que reventaron voladores, petardos y otros artefactos fabricados con pólvora.

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CC