Mujer de Kanasín otorga internet gratuito y regala comida a personas necesitadas

Angy Melina acondicionó el patio de su casa en Kanasín para otorgar internet a estudiantes y dona 300 raciones de comida a los más necesitados.
miércoles, 9 de septiembre de 2020 · 07:43

La pandemia por el COVID- 19 ha dejado afectaciones económicas en miles de familias yucatecas. En Kanasín uno de los problemas más graves es la falta de acceso a internet para que los niños puedan estudiar a distancia.

Debido a lo anterior Angy Melina Cuevas Ceballos decidió acondicionar el patio de su casa y prestar su señal de internet a las familias que la necesitan.

La señora instaló mesas en el patio de su casa para que los pequeños de su comunidad acudan a realizar sus tareas y además, de las 17:00 a las 20:00 horas abrió un espacio de asesorías gratuitas para estudiantes, de primaria, secundaria y preparatoria.

“Me percaté que desde que iniciaron las clases muchos pequeños en la colonia no podían estudiar porque carecían de Internet, por lo que decidir acondicionar un espacio y crear una zona wifi gratuita”, explicó Angy.

Pero la labor altruista de la señora inició hace 9 años cuando una de sus hijas falleció. En aquel momento creó la agrupación “Unidas por un Ángel”, la cual organizaban kermeses para ayudar a familias de escasos recursos que tienen niños con cáncer.

Pero no ha sido el único trago amargo que ha pasado. Hace dos años, cuando nació su hija pequeña, los médicos la desahuciaron porque tenía un problema en el corazón.

Sin embargo, la pequeña logró sobrevivir y eso la ha impulsado a seguir ayudando ahora a los afectados por el nuevo coronavirus y fundar la agrupación “Mensajeras del bien común”.

“Por eso cuando la gente me agradece de corazón y me dicen que Dios te lo pague, les doy las gracias a ellos porque Dios ya me lo pagó y sólo me permite retribuir las bendiciones que a diario él me ofrece”, mencionó.

Actualmente la ingeniera industrial, quien vive en el fraccionamiento Villas Oriente, reparte comida entre las personas que se quedaron sin trabajo.

Todo comenzó hace seis años cuando Angy salió una noche salió a comprar a la tienda y se percató que todo estaba vacío pero había tres niños jugando en la calle. Esta situación le provocó extrañeza por lo que le preguntó a la mamá, que los vigilaba desde la puerta, porque los dejaba estar en la calle a esa hora de la noche.

La madre respondió que en todo el día sus hijos no habían comido y no tenía nada que darles, por lo que decidió dejarlos que salieran a jugar para que se cansaran y se les olvidara pedir su cena. En ese instante Angy regresó a su casa y llevó comida para esa familia. Ese fue el comienzo.

Pero la situación tan extrema le hizo pensar que quizás no era la única familia que estaba pasando por la misma situación y platicando con sus amistades Norma Mejía, Beatriz López y Eduardo Kantún, el 23 de marzo iniciaron la entrega de 30 raciones de comida para familias de la zona que estuvieran afectadas por la situación económica. Posteriormente el mensaje de ayuda se fue extendiendo hasta que actualmente reparten 300 raciones de comida en forma gratuita, de lunes a domingo, a familias que están viviendo en situación de extrema necesidad.

Angy Cuevas, fundadora de “Mensajeras del bien común” recuerda con entusiasmo cómo la acción de ayudar a una familia se convirtió en un esfuerzo colectivo que cuenta con el apoyo de muchos buenos corazones y donadores del municipio de Kanasín, de los fraccionamientos de la zona norte de Mérida, de la Ciudad de México e inclusive de algunas personas que viven en los
Estados Unidos.

Aunque las actividades económicas empiezan a reactivarse, otros sectores como los tianguis ambulantes aún no están laborando, por lo que el programa de ayuda alimentaria ha ido creciendo cada vez más porque hay mucha necesidad entre la gente, indicó la ingeniera industrial.

Señaló que sólo en una ocasión pensó que la necesidad había rebasado su iniciativa, ya que de pronto llegó más gente de la que tenían contemplada, pero así como creció la necesidad así también aumentó el número de beneficiarios. A través de su página de Facebook “Mensajeras del bien común” recibe apoyos y donativos de personas interesadas en hacer el bien.

Actualmente la agrupación entrega diariamente entre 90 y 100 raciones en la casa de Angy y reparten  otras 200 a 60 familias de la zona en la puerta de sus casas y cada miércoles entregan una pequeña despensa a 20 familias que se encuentran en situación aún más crítica.

Celia María de la Medalla Milagrosa, de 63 años y vecina de Kanasín, quien vende artículos de medio uso en los tianguis de la zona, dijo que a principios de año su hija le llevó a sus tres nietos y no volvió por ellos, pero con las ventas en los mercados ha podido sacarlos adelante; sin embargo, cuando empezó la pandemia y ya no pudo salir a vender, las cosas se fueron complicando hasta que llegó un momento en que no podía más. Una de sus vecinas le platicó del programa “Mensajeras del bien común” y desde hace 5 meses la están ayudando con el almuerzo diario.

El señor José Cabrera Durán, de 68 años, dijo que trabajaba como cortador en una maquiladora, y que al inicio de la pandemia lo despidieron y, aunque tiene una pensión, vive solo, tiene que pagar renta, luz y agua potable.

“Tengo necesidades y estoy en el programa de ayuda, pero trato de no venir todos los días porque hay veces en que mis vecinos me ayudan con algo de comida y mejor doy oportunidad para que otra persona tenga un taco que llevar a la boca, pero hay días en que de verdad no tengo nada y traigo mis trastes para que me den mi comida”, comentó.

La señora Jazmín Flores es madre soltera y tiene dos hijos, uno de 6 y otro de 10 años, hasta el momento había salido adelante como tianguista, pero desde hace casi seis meses no se les permite vender y, aunque junto con su amiga venden las prendas usadas por Facebook, se gana muy poco y no le alcanza, por eso ha sido una bendición conocer a doña Angy, dijo.

Isela Puc Díaz, quien es madre soltera y tiene dos hijos de 13 y 16 años, dice que no tiene trabajo desde la pandemia y con una carriola camina desde su pueblo en Techo recogiendo latas a la orilla de la carretera para llevar algo a su casa.

“Los niños piden su comida y no saben si tienes o no, por eso ha sido un gran alivio ser parte del programa de ayuda comunitaria".

Por Alejandro Moreno Peña