Rosalía Chay Chuc, una historia de amor y tradición

La cocinera maya Rosalía Chay Chuc, dada a conocer a nivel global por la plataforma Netflix, narra su trayectoria y como fue que la contactaron para las grabaciones.
martes, 8 de septiembre de 2020 · 06:30

Rosalía Chay Chuc es famosa en todo el mundo, sin embargo en su tierra sigue siendo la misma, un ama de casa amorosa que cocina para su familia y que por las tardes se sienta a bordar. La mujer salió del anonimato al participar en un episodio de la serie Chef’s Table, producida y transmitida por la plataforma internacional Netflix.

Los días de Rosalía transcurren de manera normal y es que en la comisaría de Yaxunah, municipio de Yaxcabá, donde ella vive no hay Internet ni señal de teléfono, por lo que la fama alcanzó todos los rincones del mundo menos los de su pueblo.

Inclusive la cocinera tradicional maya señala que hasta el momento no ha visto ningún otro capítulo del programa excepto el que ella protagoniza. Rosalía es el personaje central del episodio cuatro de la edición especial BBQ de Chef’s Table.

En entrevista para POR ESTO!, explicó que aprendió a cocinar con leña apoyando sus ollas en tres piedras, primero con sus abuelas porque desde niña “tenía curiosidad de andar de metiche y ver todo lo que ellas estaban haciendo”.

Sus conocimientos culinarios son parte de una herencia familiar ya que en ningún momento le explicaron paso a paso cómo hacer un guiso, comentó. Además, también aprendió los platillos tradicionales mayas de parte de su suegra, Adolfina Caamal Álvarez, y su madre Lidia Chuc Canul, quienes ya fallecieron, mencionó.

Pero la fama de Rosalía no es nueva. Relató que la primera vez que la visitaron cocineros de Mérida fue hace más de 10 años, cuando probaron la cochinita pibil de “jabalí”, y desde entonces regresaron esporádicamente para llevarle grupos para que vieran cómo preparaba la cochinita enterrada con cerdo pelón. Inclusive dijo que varios chefs de Mérida han publicado las recetas que ella les enseñó y se enteró que algunos anuncia sus platillos como guisos propios, sin darle el crédito, “pero lo bueno es que ahora ya salió la realidad y se sabe quién lo hace”, dijo la excepcional cocinera.

Doña Rosalía reveló que algunas personas que ya la buscaron para preguntarle si ella le enseñó al chef Roberto a hacer cochinita y, luego de probar la que ella prepara, le dicen que la de ella sabe mejor. También dijo que vio una publicación de Facebook del cocinero meridano de una receta de relleno negro, la cual es de ella.

Fue gracias al multipremiado y dueño del restaurante más influyente del mundo, el chef danés, René Redzepi, que Rosalía fue contactada por los productores de Netflix para grabar el documental. Fue Redzepi quien encontró información de ella en las páginas de Facebook de los cocineros de Mérida y luego vino a Yucatán a conocerla, y ya la ha visitado en tres ocasiones.

Relató que cuando la contactaron los productores de Netflix por medio de un correo electrónico no entendió nada “porque el correo estaba escrito en árabe”. Las grabaciones para el programa se realizaron hace año y medio, pero nunca se imaginó hasta dónde llegaría, ahora que se presentó el programa en un evento de Valladolid, donde fue la protagonista, por primera vez vio el documental acompañada de su familia.

“Mis vecinas me preguntaron si había llorado cuando vi el documental, pero no tengo por qué llorar si parezco normal en la película, sí sentí mucha emoción y más por hablar ante tantos micrófonos, no supe ni qué tanto dije, pero creo que lo hice bien”, dijo segura de sí misma.

Para Rosalía Chay Chuc la cocina maya es parte de la enseñanza familiar, por eso advierte que, aunque a su hija no le gusta tanto la cocina tiene que aprender porque es parte del conocimiento del pueblo maya y gracias a Dios toda su familia son mayeros.

El secreto culinario

Doña Rosalía no tiene empacho en revelar cuál es su secreto. Dijo que todo radica en la alimentación de los animales porque ellos engordan con maíz a los cerdos criollos. Además la mujer cosecha su propio achiote, y la hoja que utiliza para tapar la cochinita es de plátano manzano que crece en su propio patio.

El sueño de la mujer maya es que su “video” pueda traer beneficios para toda la comunidad de Yaxunah, pues casi todo el pueblo vive del turismo con el tallado de artesanías de madera, bordados y urdido de hamacas.

Inclusive ella no sólo se dedica a la cocina, ya que junto con su esposo, Jesús Alberto Hay Caamal, elabora artesanías de madera, monitos y tortugas que hacen para vender en Pisté. También conoce la técnica de hilo contado, bordado a mano y a máquina.

El señor Jesús Alberto dijo, orgulloso, que su esposa no sólo cocina cochinita, sino también sabe hacer chilmole, relleno negro, tamalitos, “de todo lo que le pidan”.

“Yo conocí a mi esposa cuándo ella tenía 14 años y yo 15, fue gracias a que mi abuelo hacía la fiesta para los Reyes Magos e invitaba a toda la gente que vi por primera vez a Rosalía, se acercó a ella y se hicieron amigos”, relató.

Después de ese encuentro Jesús Alberto estuvo enamorando a Rosalía por cinco años y, aunque varias veces intentó robársela, ella nunca aceptó y finalmente se casaron por la iglesia en el poblado de Kancabdzonot.

Don Jesús, quien en el programa de Netflix sale leyendo el periódico POR ESTO!, dijo que está orgulloso de su familia y de sus orígenes, por lo que sus cuatro hijos Jesús Alberto, Luis Felipe, Geny Virgilia y Carlos Adrián, hablan la lengua maya.

Para esta temporada de lluvias, dijo que sembró 30 mecates de maíz nativo maya porque cuando llegan los grupos de turistas sólo piden tortillas de la masa blanca, ya que distinguen cuando les dan tortillas preparadas con Maseca.

Hay Caamal dijo que ya les han empezado a llamar personas con quienes manejan grupos de turistas para ir a comer a su casa, sin embargo, será hasta después del 15 de septiembre cuando empiecen a trabajar con grupos menores de 10 personas, pero todo conforme a las indicaciones de las autoridades.

Sin embargo, la familia está teniendo problemas para agendar las citas ya que en el pueblo no hay señal de teléfono y tienen que ir a Pisté para contactarse.

Por Alejandro Moreno Peña