Síguenos

Volver

ÚLTIMA HORA

Internacional

Bombardeos sobre Rafah, en la Franja de Gaza, dejan al menos 18 muertos

Volver

SIGUIENTE NOTICIA

Opinión

El agente ERLA (#Lozoya) y su gran circo para la 4T.

Yucatán

Campesinos del municipio de Chumayel ponen sus esperanzas en la lluvia para poder tener cosechas de maíz; los hombres de la tercera edad toda su vida se han dedicado al campo

Ahora solo es esperar que caiga la lluvia para que crezca la gracia (maíz), y si Dios quiere, tendremos buena cosecha”: compartió el señor Cecilio Peraza Itzá, de 87 años de edad, quien ha dedicado toda su vida al campo. Los trabajos ya se encuentran casi listos, tras sembrar desde semanas atrás, los hombres del campo ya han fumigado la maleza, en tanto que otros, están dando otra pasada de deshierbe para garantizar que el área del cultivo esté limpio.

Tras largas jornadas bajo el intenso sol, agricultores del municipio esperan que las lluvias se prolonguen durante estas semanas para mojar y nutrir la tierra, ya que representan una bonanza y esperanza para el cultivo de maíz en la milpa.

En un recorrido por las milpas de la zona, don Cecilio Peraza compartió la situación actual en el campo, mientras realizaba las labores de deshierbe de la maleza en su milpa, apoyado en su bastón de madera y con una coa en la mano. “Ahora me resulta difícil realizar este trabajo, pero lo hago, aquí me distraigo y es algo que hago desde que tenía 12 años y haré hasta el día que muera, crecí haciendo esto”, relató en Lengua Maya.

Su edad y los achaques de dolor en una pierna, no han sido un impedimento para continuar con esa importante labor de agricultura del que convergen milenarios conocimientos, tradiciones y rituales que mantienen viva la Cultura Maya.

El octogenario manifestó que con la ayuda de su hijo, sembró cerca de una hectárea de maíz el pasado 5 de junio, misma que va creciendo poco a poco; “el trabajo ya está, ahora solo falta que caiga la lluvia para bendecir el cultivo”, destacó.

A un paso lento pero seguro, el campesino iba recorriendo el área. Si bien no acude de forma diaria a la milpa, trata de hacerlo lo más frecuente posible, e incluso, por las mañanas y por las tardes. “Si me quedo acostado en mi casa me fastidio, además con eso de la enfermedad no podemos salir al parque, así que mejor vengo a la milpa a trabajar. Así vamos haciendo un poco, Dios quiera y caiga buena lluvia en estos días”, culminó.

Los trabajos en el campo son contrastantes para cada agricultor, a unos les puede ir bien a la primera siembra en tanto que a otros, tienen que sembrar por segunda ocasión, como el caso del señor Wenceslao Peraza, de 73 años de edad. “Sembré cuando iniciaron las lluvias en junio, pero lo poco que creció se lo comieron los gusanos, así que volví a sembrar a mediados de julio y es lo que está creciendo bien ahorita”: añadió en Lengua Maya.

El septuagenario manifestó que tiene sus esperanzas en que el dios Chaac se muestre benevolente con fuertes precipitaciones para el campo, ya que sólo se han registrado ligeras lloviznas en las últimas semanas.

Precisó que las regulares lluvias que han caído los dos últimos días ayudaron a matar la plaga de gusano cogollero que afectaba la plantación de maíz; “ya volvimos a sembrar, ya rociamos y chapeamos, ahora solo estamos esperando la bendita lluvia”, refirió.

El señor Wenceslao, quien se inició en el trabajo del campo a los 10 años de edad, ha sembrado tres hectáreas de maíz y espera que las lluvias continúen para compensar las horas de trabajo. “Esto me enseñaron y esto he hecho toda mi vida, aunque el trabajo sea demasiado y la cosecha no es mucha, tenemos para comer esperemos que este año nos vaya bien”: culminó.

A pesar de que la siembra ya está hecha, el trabajo en el campo nunca acaba. De forma cotidiana y desde temprana hora, se observan a los hombres yendo a sus milpas.

En la actualidad, pese a ser una actividad que va decayendo paulatinamente, representa una labor fundamental que contribuye a la alimentación de familias que han dedicado toda una vida a dicha labor y por varias generaciones.

Por Carlos Ek Uc