Tixkokob

Tixkokob, líder en la elaboración de hamacas en Yucatán

El municipio de Tixkokob destaca como el único en Yucatán en donde más de 30 talleres se dedican a la elaboración de hamacas
domingo, 5 de julio de 2020 · 10:51

Tixkokob destaca en Yucatán como el único de los 106 municipios donde más de 30 talleres se dedican a la elaboración de hamacas de diversos tamaños y modelos, incluso personalizados con nombres del cliente, así como con emblemas e imágenes de los equipos deportivos que el comprador desee.

La fabricación de este típico accesorio para el descanso es totalmente artesanal y puede llevar de ocho días a tres semanas, según el tamaño y el modelo, aunque hay casos específicos en que por sus detalles puede durar hasta 60 días su elaboración.

Normalmente una hamaca es trabajada por una sola persona que siempre debe estar de pie, debido a que tiene que avanzar a medida que realiza el tejido en forma horizontal y de ida y vuelta de extremo a extremo del bastidor, donde se colocan los hilos.

“El Charrito”

Además del personal que ocupan los talleres del ramo, cientos de familias se dedican también al urdido desde sus casas, en sus tiempos libres, ya sea como trabajo específico para algún taller o como actividad propia para luego vender el producto al vecino o a cualquier cliente que requiera la hamaca.

Alejandro Canul Mex, encargado del taller y tienda “El Charrito”, ubicado en la calle 21 entre 24 y 26, explicó que su padre se inició en la actividad desde hace 47 años y poco a poco el negocio creció hasta llegar a tener en la actualidad a siete empleados.

Agregó que la contingencia sanitaria también ha impactado a este sector con una caída en las ventas mayor al 30 por ciento, debido al cierre de comercios y la paralización de actividades en general.

Explicó que el mercado que cubre el establecimiento abarca los Estados de Campeche, Tabasco y Quintana Roo, principalmente, aunque también ha realizado algunos envíos a paisanos que se encuentran trabajando en Estados Unidos.

Artesanías únicas

Mencionó el caso particular de un yucateco que se encuentra en el vecino país del Norte y que es fanático del equipo de fútbol americano los Patriotas, a quien su madre le encargó una hamaca con el emblema de ese club para enviárselo precisamente el día en que se coronó.

Alejandro Canul mostró a los reporteros varias hamacas personalizadas con figuras diversas y tejidas en variados colores, como del equipo Pumas de la UNAM, Cruz Azul y Santos Laguna, así como una con la bandera de la diversidad sexual LGBT.

Los precios actuales de estos productos son: Individual, elaborados con seis tubos de hilos, 380 pesos; Matrimonial, siete tubos, 450 pesos, Extramatrimonial, ocho tubos, 500 pesos; King Size, nueve tubos, 600 pesos y Jumbo, 10 hilos, 650 pesos. La gran mayoría se fabrican con hilos de nylon, que es lo que la gente demanda, aunque también se pueden tejer de algodón con una ligera variación en los precios.

Las personalizadas tienen un precio promedio de tres mil 300 pesos y llevan 14 tubos, de tal manera que puedan lucirse los emblemas, figuras y nombres. El trabajo es más complejo porque se utilizan más de dos agujas para su elaboración y puede llevar un tiempo de hasta dos meses.

El taller de igual forma produce banquitos y silletas de descanso a precios de 250 y 600 pesos, respectivamente, así como columpios (hamaca que se cuelga con una madera) a 150 pesos.

El proceso de elaboración

“El Charrito” también da empleo indirecto a casi mil personas más de diversas comunidades de la zona a quienes les encargan el urdido de hamacas desde sus casas.

Alejandro Canul observó que, en esta contingencia sanitaria y para evitar que los colaboradores salieran de sus casas, personal del taller acudió hasta sus viviendas en las diferentes localidades para buscar los productos elaborados y llevarles el pago en forma directa.

También resaltó que a pesar de las dificultades económicas que han generado las bajas ventas y el aumento en el precio de los insumos que se utilizan, se han hecho esfuerzos para evitar despidos sabiendo la necesidad de mantener el trabajo para un jefe de familia.

El proceso para elaborar una hamaca empieza con el armado del bastidor, la enredada del hilo, el tejido de la orilla, la construcción de la malla, cerrarlo con la otra orilla, sacarla del bastidor, ponerle los brazos y hacer el alineado final, para enseguida embolsarla y dejarla lista para su entrega o exhibición, en su caso.

“Dinerito propio”

Entre otros talleres conocidos en la población están “La Pirámide”, “Chichén Itzá”, “Hamacas Tixkokob”, por mencionar algunos. También opera desde hace varios años una fábrica de hilos que se ubica a la entrada de la comunidad y que surte de insumos a la mayoría de los talleres.

En el recorrido por la comunidad, los reporteros visitaron la casa de la señora Carmen Caro Ibarra, quien en sus tiempos libres urde hamacas para vender y, de esa manera, complementar los ingresos del hogar.

"Me gusta tener mi dinerito para ir a Mérida y comprar cosas que necesitamos, sin tener que depender sólo del sueldo de mi marido", comentó.

Consideró también que la pandemia del coronavirus ha afectado la economía de la gente y, por ello, son escasos los pedidos en estos meses y seguramente en lo que resta del año en vista de que muchas personas se quedaron sin trabajo.

Comentó que cuando le dedica más tiempo al tejido de las hamacas puede terminar una de ocho tubos en una semana con la posibilidad de venderla hasta en 800 pesos.

Añadió que sabe urdir desde que tenía 13 años cuando una de sus tías le enseñó y ha aprendido a hacerlo hasta con dos agujas, incluso viendo la televisión al mismo tiempo.

"Es tanta la práctica que ya tengo que puedo urdir y ver la tele al mismo tiempo sin que yo me confunda o cometa una puntada mala", presumió doña Carmen.

Detalló que no dedica el 100 por ciento de su tiempo para la elaboración de las hamacas, sino que lo hace cuando concluye sus actividades hogareñas, aunque cuando tiene algunos encargos dispone de más horas de las normales para concluirlas en menor tiempo.

Por Rafael Mis Cobá