El activista Carlos Méndez recibe la vacuna contra el COVID-19 en Yucatán

Carlos Méndez Benavides, director del albergue Oasis San Juan de Dios, participó como voluntario en el ensayo de la vacunación contra el COVID-19.
viernes, 4 de diciembre de 2020 · 07:30

Con 59 años de edad, Carlos Méndez Benavides participó como voluntario en la Fase 3 de los ensayos de la vacunación contra la COVID-19 del laboratorio Janssen, primero con la intención de una investigación para encontrar una vacuna que se aplique de forma masiva, pero también porque “es obligación tratar de ayudar a la colectividad contra una enfermedad que está matando gente”.

Consideró que participar en esta investigación de Janssen, que es filial de la Johnson & Johnson, es hacer historia y abrir camino para construir un mejor futuro para el país, incluso en el mundo, porque sería una vacuna que se pueda aplicar masivamente.

“La intención de participar es para que se pueda encontrar una respuesta más rápida a esta pandemia y que podamos volver a la normalidad. Además, en este caso vimos que se trata de una vacuna segura y que además tiene varias ventajas”, dijo.

El activista y director de albergue Oasis San Juan de Dios para enfermos de VIH, expuso que, si bien todas las vacunas de las que se están haciendo pruebas están en Fase 3, consideró que la de Janssen da un porcentaje mayor de efectividad que las demás, además de que se trata de una sola dosis que se aplica y sin refuerzo.

“Es de mucho orgullo, porque estamos ayudando a la colectividad y somos parte de la solución definitiva para ayudar a la sociedad y que volvamos a la normalidad. Nos tocaron manos maravillosas en cuanto a las enfermeras, recibí la vacuna, pero con mínimo dolor”, expuso.

Añadió que a unos días de haber recibido la dosis no tenía mayores malestares, aunque sí se le subió un poco la presión, pero fue antes de la vacuna, lo que “pudo haber sido por la emoción”.

Destacó en este sentido que hay un seguimiento que se hace a través de una aplicación de teléfono y también de manera presencial.

Comentó que es bien sabido que algunos de los participantes reciben placebo, pero hay la ventaja que si antes de que esté lista la vacuna está lista otra que se autorice para su venta y distribución, se abrirían los sellos del protocolo para saber quiénes la recibieron.

“También, en caso de que le dé COVID-19 a alguno de los participantes, hay un seguimiento médico garantizado y, además, les entregaron un kit que tiene un costo de mil pesos, que incluye un termómetro digital y un oxímetro”, dijo.

Añadió que otra ventaja a considerar es que se les hace la prueba PCR, que tiene un costo de unos 4 mil pesos, además de estudios de sangre, el seguimiento y monitoreo constante.

“Otra parte que consideramos importante para participar es que la firma no te obliga a estar al cien por ciento. Si antes hubiera otra opción podríamos salir del estudio y probar en otro, es la garantía que nos han dado”, expuso.

Méndez Benavides consideró que ésta y otras vacunas que son de vector serán más manejables, sobre todo en las zonas pobres, porque hay otras que se tienen que mantener en temperaturas bajo cero, lo que las haría muy difícil de llevar a diferentes lugares.

“Creo que mucho de lo que tiene que ver con al éxito de una vacuna tendrá que ver con el traslado y la aplicación, porque nos debemos preguntar qué pasará con los pobres y con todos esos sitios de difícil acceso donde también se debe vacunar a las personas”, aseveró.

Reiteró que participar en esta investigación es muy bueno para él, por un aspecto personal y también para ayudar a toda la gente en esta búsqueda de una vacuna para enfrentar una de las peores enfermedades de los últimos tiempos.

Por David Rico