Escobas de palma, artículo que ha sido desplazado en Yucatán: artesano

Miguel López sobrevive elaborando escobas de palma de manera artesanal, artículo que ha sido desplazado por las que son fabricadas con plástico.
sábado, 28 de noviembre de 2020 · 15:24

Miguel López hace escobas de palmas de chi’it, las cuales exhibe en la puerta de su casa, este artefacto elaborado de manera artesanal ha sido desplazado por las fabricadas de plástico, muy contadas amas de casa prefieren barrederas de este tipo.

Las escobas de palma, además de ser completamente ecológicas, limpian mejor la casa o el patio, el precio es más accesible, comparado con las que se fabrican con plástico, ya que estas se  descomponen más rápido o se les quiebra el mango, señala el entrevistado.

Mientras platicaba sus ágiles manos colocaban las palmas en el mango y con la ayuda de un alambre las fijaba en la madera, cada escoba puede llevar hasta doce palmas y al terminar, se tiene una  escoba lista para la limpieza del hogar, con un costo de sólo 20 pesos.

Él  se gana la vida vendiendo estas escobas, las cuales exhibe, en la puerta de su casa, ubicada en la salida a Colonia Yucatán, lo que percibe con la venta de estos artículos le sirve para comprar las tortillas y los frijolitos.

Al profundizar mencionó que mucha gente prefiere comprar las escobas de plástico pero estas tienen sus desventajas, pues además de contaminar, el mango rápidamente se rompe y queda inservible al poco tiempo de uso.

Las escobas elaboradas de manera artesanal poco a poco han quedado en el olvido, muy pocas personas prefieren usar este artefacto para la limpieza de la casa, en años anteriores la gente utilizaba mayormente escobas elaboradas de palma de chi’it.

Para  obtener un poco más de ingresos don Miguel también  cultiva: cilantro, rábano y cebollina,  ha removido la tierra y tiene listos los surcos para plantar las semillas, por el momento sólo tiene una de  cilantro, la cual también vende en la puerta de su humilde hogar, construido de bajareque y techo de palmas de huano.

Por Efraín Valencia