Tizimín: Mujeres comparten sus experiencias vividas en torno al maltrato

En la ciudad existen casos de todo tipo de violencia dirigido contra el sexo femenino, que causa o puede causar daño, sufrimiento físico, sexual o psicológico.
miércoles, 25 de noviembre de 2020 · 08:30

El maltrato dentro del entorno familiar, especialmente el infligido a mujeres, se ha convertido en una auténtica epidemia que desborda los límites geográficos, económicos y sociales, desde la clásica violencia de género ejercida mayoritariamente por los varones sobre la mujeres.

En la ciudad existen casos de todo tipo de violencia dirigido contra el sexo femenino, que causa o puede causar daño, sufrimiento físico, sexual o psicológico.

Alejandra Sofía Mezo Dzul platicó que vivió muchos años de violencia originada por su expareja, “al principio cuando me estaba enamorando todo era hermoso, pero al casarme empezó a demostrar qué clase de persona es, me celaba, por todo se enojaba, de ahí pasó a los insultos, ofensas, hasta llegar a los golpes, pero a pesar de eso yo no quería dejarlo por mi hijo; mi familia se enojaba por el maltrato que mi pareja me daba, pero nunca quise escucharlos, seguí viviendo con la violencia hasta que un día sus golpes fueron mayores, decidí alejarme de él porque no quería que mi hijo siguiera viviendo en un hogar donde hay violencia, porque no quiero que el día de mañana el viva eso”.

Mezo Dzul comentó que es muy vergonzoso que una mujer hable sobre lo que ha vivido en cuanto a violencia, algunas prefieren callar, no buscar ayuda, pero es importante que se busque ayuda, ya sea psicológica o de alguna autoridad para acabar con el maltrato en contra de las mujeres.

“A veces, nosotras lo permitimos”

Por su parte, I.A.K.C., opinó que la violencia existe porque ellas mismas lo permiten desde el momento de que escuchas una verbal, física o psicológica; desde ese momento no va ser sana, una debe ver qué hacer para salir de ese mundo, destacó.

En su historia de violencia, vivida, según dijo, en su juventud cuando tuvo un novio, “desde el primer momento que empezó la relación él no me permitía tener amistad con nadie, ni compañerismo, decía que para qué quería a otra persona si él estaba para escucharla, con el paso del tiempo empezaron los celos, cuando quiso revelarse surgieron los golpes, la agresión física; desde el inicio la relación fue violenta, primero fue psicológica, luego pasó a la verbal y a lo último física”.

Explicó que “no busqué ayuda, yo misma desperté, me di cuenta lo que estaba perdiendo de mi juventud, estaba equivocada al permitir que otro me golpeara, si en mi casa nunca viví la violencia, hasta que decidí tener una nueva vida llena sin violencia. A raíz de la relación me volví muy sumisa, dejaba que mis relaciones decidieran por mí, me dejaba dominar, como hasta la última relación, permití muchas cosas, aunque a veces no estoy al cien, no me dan ganas de tener otra relación; aunque después me apego a la religión me doy cuenta que no todos son iguales, mi fe es grande, pero lo que vivo en la vida cotidiana con esa desconfianza, me hace dudar que para mí todos los del sexo masculino son iguales”.

Vivió 10 años de maltrato

Una tercera persona también vivió por más de 10 años la violencia generada por parte de su expareja, debido a que nunca quiso darse cuenta que su vida era sólo maltrato, agresiones físicas, verbales y que de una u otra manera influían en sus hijos.

R.M.H.L. comentó que parte de su vida la vivió en la violencia generada por su expareja J.M.P., al cual describió como una persona machista, “a pesar de que mi familia me ha apoyado siempre y quiso que abriera los ojos para alejarme de ese sujeto, yo no quería. Desde que tuve a mi primera hija, empecé a sufrir violencia verbal, sus insultos, me controlaba mi vida, todo lo que yo hacía me daba miedo que él se enojara, si me veía platicando con un amigo siempre me agredía, hasta que llegué a sentir mucho miedo, vivía con ese temor, a pesar de ver qué clase de persona era seguía con él; tenía dos meses de embarazo de mi cuarto hijo hasta que decidí dejarlo, porque junto a él no era vida, solamente violencia, que a pesar de estar en estado de gestación me seguía golpeando, lo demandé, pero, como siempre, huía de la ciudad para no enfrentar a las autoridades”.

“Desde hace seis años que me alejé definitivamente de ese sujeto, vivo tranquila, encontré aquella paz que con mi expareja no tenía, a pesar de tener la responsabilidad de padre y madre, la cual es un poco difícil, pero el saber que recibes doble amor, doble abrazos de tus hijos, es una bendición”, concluyó.

Por Raquel Margarita Huerta