Realizan ceremonia para conmemorar a la Santa Muerte en Mérida

Devotos de la “Niña Blanca” se reúnen en un santuario ubicado en Mérida, llevarán a cabo seis bautizos este lunes.
lunes, 2 de noviembre de 2020 · 09:04

El 15 de agosto es conocido como el día de la Santa Muerte por sus fieles, aunque también es celebrada el 2 de noviembre, el Día de los Fieles Difuntos. En este sentido, el Santuario Familia de Devotos de la Niña Blanca de Mérida Yucatán, conmemoró ayer domingo, con una serie de actividades como la consagración de dijes, medallas, estampas y tatuajes, el ritual de la limpieza de las imágenes, posteriormente se realizó el rosario mensual de agradecimiento y finalmente se entregó a las “niñas blancas”.

Otro evento que realizan anualmente es la peregrinación que sale desde la colonia Mercedes Barrera con rumbo al cementerio Xoclán, para la que disponen de siete carritos en los cuales desplazarán el mismo número de imágenes en una procesión hasta el próximo 30 de noviembre, porque este año se pospuso por el tema del COVID-19.

La participación está extendida a creyentes y no creyentes. “Se les está citando a las 5 para salir a las 6 y vigilar que tengan el cubrebocas, las medidas de higiene, que no haya niños, al llegar al punto final se hace una oración y se retiran”, comentó Monserrat Campos, hija de la dueña de Santa Boutique Esotérica, que es también un santuario.

Este lunes se realizarán actividades que contemplan el bautizo de seis personas, posteriormente habrá mariachi y batucada. El año pasado contaron con la presencia de 500 personas, ahora estiman que cuando mucho lleguen 100 por el tema de espacio y distancia.

Mar de Chigo, guía espiritual en esta Boutique, comentó la importancia del bautismo, “defines ser hijo de la Santa muerte, ya perteneces, tienes esa consagración. En nuestro culto ya no hay marcha atrás, no puedes decir la dejo hoy o mañana porque ya estás bautizado”.

Confirmó que hay personas que dejan el culto por poca fe, van de religión en religión buscando una solución a sus problemas.

“Yo lo sigo llamando culto, desafortunadamente por todos los mitos que hay no lo podemos llamar una religión. Para mí en lo personal primero está Dios, todopoderoso el que nadie conoce y en segundo lugar está la Santa Muerte. Somos ‘santamorteros’”.

Los cultos difieren de la religión propiamente dicha porque el primero, pretende la posesión de cierto conocimiento esotérico que ha sido reprimido durante mucho tiempo, hace sentir a los sujetos como si estuvieran explorando modos de conducta novedosos o hasta entonces reprimidos. Esta forma de lo religioso resalta la magia más que la teología, el vínculo personal con el gurú o con el grupo es mayor que con el credo.

La entrevistada reconoce que la Santa Muerte tiene seguidores de todos los puntos cardinales de la ciudad, incluso es venerada por niños, no hay una edad para la devoción a la Niña Blanca, “mis hijos son devotos desde que tenían dos años, inclusive tengo niños que vienen aquí y sus papás no son creyentes o no saben que vienen”. Antes de la pandemia, recordó que tres chicos menores de 9 años acudían a visitar a Amanda y pedirle que su madre encontrara trabajo, “me parte el corazón”, señala.

Un bautismo “santamortero”

El proceso del bautismo es básicamente como en el rito católico, indica Mar de Chigo, “en una pila se bautizan, es con la bendición y esencia de la Sana Muerte, lo cual los hace hijos directamente de ella”, quienes deciden estar en el culto es para siempre, generalmente son personas mayores de 20 años, pero si unos padres desean que su hijo sea bautizado, no hay problema.

“Por ejemplo, a mi hija le digo, bautízate y me dice que no, todavía no está preparada, pero ella ya está en el auto, así que ella sentirá el momento en que quiera bautizarse, esta es una decisión personal.”

Este sitio contempla construir la primera capilla a la “Niña Blanca” el próximo año, “si Dios y la flaquita me lo permiten, entonces ya podré tener un nombramiento, sería la primera capilla dedicada a la Santa Muerte en Mérida, probablemente la erigiría en Kanasín”.

Por Karla Regina Aguilar