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Luego de que docentes criticaran que los padres no se esfuerzan para que los hijos aprovechen las clases virtuales, un maestro pidió empatía por la situación económica que atraviesan.

Luego de que la Secretaría de Educación Pública diera a conocer recientemente los nuevos criterios para emitir calificaciones a los alumnos en el marco del Programa “Aprende en Casa II” y que algunos docentes emitieran comentarios a través de las redes sociales en alusión “a lo poco que algunos padres de familia se esfuerzan para que sus hijos aprovechen las clases virtuales, al ni siquiera meterle crédito a su teléfono celular”, otros trabajadores de la educación han emitido serias críticas a esa forma de pensar.

Al respecto, el profesor Jesús Coot Pech, docente que actualmente presta sus servicios en la Escuela Primaria Bilingüe Alfonso Caso Andrade, adscrita a la región 5 Valladolid, precisó que le resulta muy decepcionante leer a un docente emitiendo ese tipo de juicios.

“Para ser honestos, he escuchado a algunos compañeros de profesión reprocharle a los padres de familia y decir: cómo quiere que le califique a su hijo si no le mete crédito a su celular para una videollamada, y en ese sentido, les digo que si hoy tuvieron la dicha de levantarse y revisar en su cuenta que ya les han depositado su quincena ¡felicidades!, qué bueno, pues han luchado por tener ese empleo, pero muchos padres de familia se levantarán mañana revisando si las condiciones climáticas les permiten ir a su trabajo y así ganarse para la comida… algunos otros verán dónde trabajar, ya que por la pandemia fueron despedidos”, sostuvo.

Ahondando sobre el tema, precisó que los hijos de esas personas ven la gran cantidad de necesidades presentes en la casa y del sacrificio que están haciendo sus papás para que ellos puedan cumplir con las tareas.

"No creo que sea justo emitir un juicio despectivo hacia sus condiciones. Y lamento ver a padres, madres y niños estresados porque tendrán que hacer una recarga de 100 pesos o más para tener una videollamada para que el maestro pueda determinar si el niño merece un 10, 9, 8,7 o por si alcanza un 6".

“Colegas míos, busquemos medios, busquemos maneras para que este proceso de evaluación no sea un martirio o el sacrificio de un día de comida para esa familia. Aclaro, se trata de encontrar las mejores condiciones para poder evaluar al niño y una sugerencia, si papá o mamá son quienes han trabajado con el niño y ven el esfuerzo que pone, ¿no debería ser el padre parte de este proceso para asignar una calificación, desde luego, con objetividad?”, agregó.

En otro momento de la entrevista, el docente, que, por cierto, labora en una escuela ubicada en Actuncoh, una pequeña y apartada comunidad de esta región, indicó que en estos momentos, estamos viviendo tiempos difíciles donde la economía es frágil, “por lo que debemos ser más sensibles y empáticos hacia este tipo de situaciones”.

“Censuro la actitud de algunos colegas y a la vez aplaudo la actitud de otros que día con día buscan las mejores maneras para que los niños y los padres continúen con sus aprendizajes sin que esto sea un martirio o un gasto. Estoy seguro que en estos momentos, docentes con verdadera vocación estarán buscando las mejores opciones de evaluación”, concluyó.

Por Alfredo Osorio Aguilar