UNICORNIO: La emancipación de la conciencia

Carlos Peón Machado fue un impulsor del liberalismo en Yucatán; Iván Franco Cáceres investiga y plasma en un libro las cualidades que imprimen un justo realce a la figura del empresario y político
domingo, 15 de octubre de 2023 · 10:31

La textura histórica de la pluma de Iván Franco

Rubén Darío Hau

Desde que deslizas los dedos sobre la pasta del libro “Carlos Peón Machado 1883-1923” sientes la calidad del material y conforme vas leyendo, percibes también la textura histórica de la pluma del doctor Iván Franco. Carlos Peón viene de un linaje antiguo de Yucatán, que data de antes de la conquista española, y la vida de su descendencia se desarrolla en esta parte de México. Felipe Peón, su padre, está ligado al Partido de la Sierra, como antes se conocía a la zona Sur de Yucatán. Una época esplendorosa, de abundante naturaleza, rodeado de antiguos vestigios mayas reconocidos como la Ruta Puuc, entre los que destaca Uxmal. De hecho, ese sitio arqueológico perteneció a Simón Peón, uno de sus tíos, un precursor del cultivo del henequén, reconocido empresario e impulsor también del tren para conectar la producción local, mediante el Puerto de Progreso, hacia el exterior.

Con claridad y puntualidad, Iván Franco va deslizando el contexto internacional y nacional al que le tocó vivir a Carlos Peón Machado, un intelectual e impulsor del liberalismo en Yucatán. Aunque fue corto su mandato, su influencia fue mucho mayor. Por eso, el doctor Iván Franco ahondó en el contexto histórico, en el liberalismo de los siglos XVIII y XIX. A veces va más allá, rastreando en el pasado la influencia que pudo tener el protagonista.

Carlos Peón, tal como cita la cronología anexada al libro de 158 páginas, nació en 1838 en Ticul, siendo hijo segundo de Felipe Peón Maldonado y María Jesús Machado. En ese año, los soldados franceses tomaron San Juan de Ulúa y el Puerto de Veracruz por la llamada “Guerra de los pasteles” y en el ámbito mundial, se estaba dando la disolución de las Provincias Unidas de Centroamérica e Independencia de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Costa Rica.

Creció administrando las haciendas de su padre Felipe y fue testigo del ascenso al poder de Porfirio Díaz y muchos otros episodios históricos, ya conocidos. A la muerte de su padre, Carlos se convirtió en el albacea de los bienes familiares, mayormente haciendas ubicadas en el sur de la entidad. Falleció el 10 de septiembre de 1923 y sus restos fueron inhumados en su principal hacienda, Temozón, en Abalá, que hoy en día conserva parte de su esplendor de antaño. En ese año, el gobernador Felipe Carrillo Puerto emitió la Ley de Incautación y Expropiación de Haciendas Abandonadas, mientras que Francisco Villa fue emboscado y asesinado en Hidalgo del Parral, en Chihuahua. En ese mismo lapso, los aliados vencedores de la Primera Guerra Mundial ocuparon el territorio alemán en la Cuenca del Ruhr como represalia por la demora en el pago de reparaciones de guerra.

La investigación del doctor Iván Franco arroja todos esos y más detalles que enmarcan la vida de quien fue gobernador de Yucatán de 1894 a 1897, aunque truncado en 1896 por motivos políticos, que describe en abundancia el doctor Franco. La invitación es a leer este trabajo inédito sobre un personaje que, como muchos, influyó en la construcción del pasado histórico de Yucatán.

Palabras de presentación del libro Carlos Peón Machado

Iván Franco Cáceres

Carlos Peón Machado es una de las figuras del liberalismo republicano del siglo XIX de México y Yucatán menos conocidas y me atrevería a decir poco entendidas. La literatura histórica local hace referencias a su persona y trayectoria exaltando su “progresismo”, “jacobinismo” y demás, dando a entender que fuera de esos aspectos no resulta de mayor importancia estudiarlo a él y a la generación ilustrada y/o grupo político con el que se identificó a lo largo de su vida.

En esa cortina borrascosa incide la relativa parálisis de estudios de fines del siglo XIX pues, los que existen (que de hecho los hay), son materiales de gran valor pero dispersos. Ni que decir de sus autores quienes, pese a sus relevantes esfuerzos, están o estamos un tanto diseminados. Otras obras han construido una historia en blanco y negro, de “buenos y malos” sobre los actores sociales y políticos de la etapa. Este enfoque, sin duda, no puede seguir prevaleciendo.

¿Por qué ocuparse de un personaje que fue parte de la oligarquía henequenera, no de la “Casta Divina”, quien llegó a ostentar el liderazgo del llamado “partido liberal” en Yucatán? No voy a entrar en este debate ahora porque, de hecho, la hechura y presentación del libro que entregamos tiene un propósito modesto: dar elementos sustanciales de quién fue Carlos Peón Machado. Sólo comentaré un punto por demás relevante pues se articula, con las diferencias históricas de fondo, con lo que vivimos hoy en el país: ¿cambio?, ¿transformación?, ¿reforma del régimen?, ¿transición electoral?, ¿revolución? No es fácil establecer. Como su generación CPM, siguiendo a Fernand Braudel, vivió un periodo de “duración media” que implica dos transiciones políticas e incluso una revolución. La primera sería: entre la guerra insurgente maya a la década dorada del republicanismo, 1850-1877. Se puede decir que EUR captó con cierto nivel magistral otra etapa importante a la que asignó un título contundente del Imperio a la Revolución. Estudiando a CPM, como a su generación, acaso podemos sugerir que también le tocó vivir otra transición que podría denominarse: de la ruptura con la dictadura a la lucha por la democracia representativa.

Con esos elementos podemos ver por qué es importante estudiar a CPM. Esa espinita por conocer de CPM resurgió, como ocurre casi siempre, debido a la conjunción de uno de los temas fuertes que integrará el programa social de la Constitución de 1917: la educación impartida por el Estado será laica. Hay otros puntos pero no hay espacio para señalar.

Ustedes verán que la obra que entregamos no es un libro académico en el estilo engorroso de páginas, notas y citas abrumadoras que en general no se leen. Quizá no faltará quien apunte que hizo falta esto, aquello o algo más. No importa. Ese es el propósito. Con poco, se puede decir que la vida, obra, pensamiento y demás de CPM, conllevan muchos planos para estudiar y debatir en Yucatán, como quizá incluso en México. Y no los damos aún porque nos hacen falta más trabajos de historia política en diferentes niveles y planos.

Es urgente y necesario adentrarnos en fuentes y acervos que hasta la fecha, infelizmente, existen sin poder consultar o han sido destruidos por causas múltiples. Aspectos que todos sabemos se dan con innegable fatalidad: el clima, desconfianza de los dueños, egoísmo, ignorancia, negligencia institucional, falta de recursos, etc.

El año pasado, cuando nos reunimos por primera vez con Melba y Carlos Peniche para platicar sobre la importancia de recuperar la historia detrás de CPM (su tatarabuelo), platicamos y coincidimos que era importante ir paso a paso. El de hoy es uno más y nos enorgullece el interés y gran ánimo que despertó este segundo tramo. Sirve de hecho de carta de presentación y de invitación para seguir de cerca las actividades que en torno a la figura carismática de CPM y la complejidad del siglo XIX desplegaremos con respeto y sobre todo trabajo de investigación. Todos son importantes para ello. El siglo XIX nos legó una lista de temas y problemas que incluyen por ejemplo el incipiente debate sobre ilustración, instrucción y laicismo, el origen y generación de la riqueza en Yucatán, la integración e interacción mundial de Yucatán con el mundo capitalista y financiero, liberalismo y democracia, ilustración y fanatismo, las injusticias para el pueblo maya, miradas de los conflictos internacionales que enmarcan la historia regional de la geopolítica mundial de la etapa, la compleja y siempre evadida relación del Estado con las Iglesias (en especial la católica), y más y más temas en los que es imposible penetrar sin conocer, precisamente, un poco o mucho la figura de Carlos Peón Machado como de su grupo político.

El pasado 10 de septiembre se cumplieron 100 años de su fallecimiento. Celebramos su centenario mortuorio y su indiscutible legado como figura política, intelectual y disidente del poder político de su época. Rompió con la dictadura militar que a veces me pregunto si no puede ser descrita no como “porfiriato” sino como el III “Imperio mexicano”. Mediante una postura que llevó a CPM a perder poder económico y político. Cúmulo de atributos que, por su marcado apego republicano y constitucional, hoy más que nunca resulta necesario analizar y debatir, más si cuajaron en un personaje con firmeza y entereza política únicas. Esta obra, además de un homenaje a CPM es para nosotros un importante paso para retomar debates y estudios del complejo siglo XIX, de la trayectoria y legado de un exgobernador y de figuras quienes lo acompañaron en su gesta.

Espero sea una suerte de pistón para motivar diálogos social y académico de provecho. Pronto estaremos convocando para escuchar algo más de lo que fue ese complejo legado decimonónico liberal a quienes nacimos en Yucatán o, por una u otra circunstancia, para quienes llegaron a vivir a la Entidad y desean conocer de su historia, coyunturas, conflictos, recovecos, y demás.

(Muchas gracias y los invito a seguir disfrutando de la espléndida velada que Melba y Carlos nos prepararon para festiva y cálidamente encontrarnos esta tarde-noche en la sede donde sin duda se tomaron muchas de las decisiones políticas que hoy nos determinan. Muchísimas gracias).

Carlos Peón Machado y la Revolución Mexicana ( I y II)

Iván Franco Cáceres

I

La quiebra de la Casa Escalante e hijo en 1907 comprometió negocios y patrimonio de su socio Carlos Peón Machado. La efervescencia opositora contra el régimen de Porfirio Díaz permeaba en muchas Entidades y Yucatán no fue la excepción. El viejo liberal encontró en la figura y liderazgo del tabasqueño José María Pino Suárez la oportunidad para volver a incidir en la política y la economía de la Entidad. Peón Machado, junto con hacendados e intelectuales identificados con su liderazgo e ideas, apoyaron los postulados democráticos del maderismo y del pinismo. Hacia 1911, en la visita de Francisco I. Madero a Yucatán, la hacienda Temozón dio hospedaje al opositor porfirista así como ese mismo año Humberto Peón Suárez, hijo de Carlos Peón, salió electo regidor del Ayuntamiento de Mérida y el también peoncista Fernando Solís León ganó la presidencia municipal de Mérida.

Después del asesinaro de Madero y Pino Suárez, el protagonismo de Peón Machado y su grupo volverá a aparecer con la llegada de Salvador Alvarado a la Entidad. Varios trabajos sobre la Revolución mexicana y la presencia del general Alvarado en Yucatán pasan por alto cómo y por qué parte del programa de reformas económicas, políticas, sociales y laborales que el militar sonorense desplegó en Yucatán tuvo impacto profundo contra sectores de la oligarquía y el reducido grupo de la Casta Divina, respectivamente.

Esas medidas pueden considerarse “antecedentes” del Estado social que emergió con el movimiento constitucionalista y democrático de 1915-1924. Un aspecto común de esos estudios es que no reconocen la alianza que el líder sonorense estableció con Carlos Peón machado y el grupo de intelectuales, periodistas, pedagogos, académicos y funcionarios afines a él. Estas figuras, bajo el régimen molinista y en la etapa contrarrevolucionaria, sobrevivían en la Entidad desempeñando tareas y labores secundarias.

La mirada y la experiencia política de Carlos Peón Machado fueron asimiladas y desde luego profundizadas por el pensamiento revolucionario del general sonorense durante su estancia en Yucatán quien, antes de abandonar la Entidad, fue derrotado en las elecciones de 1920 por Felipe Carrillo Puerto. Alvarado terminó trabando relaciones familiares con miembros destacados del grupo liberal de Carlos Peón pues contrajo matrimonio con la hija del liberal Juan Pío Manzano. Su derrota electoral frente a Carrillo Puerto también representó una nueva debacle de los viejos liberales decimonónico, esta vez ante un proyecto democrático popular con presencia entre amplios grupos campesinos y expeones de las haciendas henequeneras. La victoria del partido socialista propició una fractura más más, ahora entre la clase política y burocrática constitucionalista que apoyaba al militar sonorense. Así, un grupo de políticos e intelectuales de cepa “peoncista” se inclinó por trabajar para el régimen de Carrillo Puerto, mientras otro se distanció definitivamente de su núcleo original. El plan de restitución de tierras de Carrillo Puerto incomodó a los hacendados más identificados con la teocracia porfirista, por eso un sector dispuso su eliminación física aliado a militares porfiristas contrarrevolucionarios.

II

  Carlos Peón Machado contaba con 82 años cuando triunfó el socialismo y falleció meses antes de que Carrillo Puerto fuera asesinado por el golpe de estado comandado por Adolfo de la Huerta, militar criminal financiado por hacendados del grupo teocrático porfirista. Como parte de las secuelas de rechazo que dejaron las intensas jornadas laborales que soportaban los peones en los plantíos de henequén, se expresaron decenas de incendios y agresiones contra plantaciones y encargados de haciendas activas en la década de 1920. Los nuevos actores políticos, motivados por los discursos liberacionistas y populares de la Revolución, se hicieron sentir con acciones diversas por todo el Estado.

Más allá del impacto que esas acciones anarquistas pudieron causar en los ingresos de los hacendados henequeneros activos, las haciendas mantuvieron actividad productiva de la fibra en el periodo 1920-1934 y reportaron altos beneficios para la mayoría de sus dueños. Por eso no fue fácil aplicar los primeros repartos de tierras en la zona henequenera en esas décadas. Fue hasta la aplicación de la reforma agraria cardenista en 1936 cuando las haciendas que, sin ser del todo (ni todas) afectadas en sus zonas de mayor calado productivo, terminaron fraccionadas y las tierras en manos de sus dueños originales. Con el despliegue mundial de las fibras sintéticas empezó de forma irremediable la debacle de la fibra natural de henequén y de la añeja oligarquía henequenera. Hoy día, paradójicamente, aún persiste la producción de henequén en manos de descendientes de los antiguos peones de las haciendas. A la larga muchos hacendados cambiaron la hoja de ruta de la producción de fibra y, bajo el nuevo Estado, gran parte de sus capítulos se invirtieron en comercio, servicios, comunicación y turismo a partir de 1950.

El modelo de Estado que un grupo de liberales juaristas y lerdistas trató de forjar, después de derrotar al Segundo Imperio, no cuajó en Yucatán. Su proyecto fue un modelo de Estado liberal con lógica diferente al naciente orden revolucionario. Sin embargo, las ideas del proyecto que armaron los liberales yucatecos como Cepeda Peraza, Irigoyen, Ancona y Peón, heredó líneas políticas e ideológicas importantes al Estado constitucionalista y anti-oligarca. Uno de los líderes de esta gesta fue Carlos Peón Machado, descendiente en cuarto grado de un militar español del período borbónico novohispano quién cumplió tareas como Gobernador e intendente interino a fines del Siglo XVIII: Alonso Peón Valdés. Su bisnieto: Carlos Peón Machado, fue un liberal ilustrado quien luchó hasta los últimos días de su existencia porque la vida política, educativa y cultural de la Entidad se fundara en principios modernos como la separación del Estado y la Iglesia, educación pública laica y de calidad para niñas y niños, impulso del laicismo y modernización de la administración estatal. Esa condición fue central para terminar colaborando con el proyecto constitucionalista que representó la figura de Salvador Alvarado.

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LV