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De acuerdo con los integrantes del colectivo Cultura Semilla, el cáñamo tiene diversas propiedades que podrían ser usadas tanto para el sector textil y de la agricultura, además de su impacto positivo al medio ambiente.

El cannabis podría ser el nuevo “oro verde” de la Península que rescate al campo yucateco, debido a que el cáñamo tiene diversas propiedades que podrían ser usadas tanto para el sector textil y de la agricultura, además de su impacto positivo al medio ambiente, informó el colectivo Cultura Semilla.

Declararon que esta planta es una opción rentable en el mercado mundial que de impulsar su uso para el sector comercial podría incrementar hasta en un 6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en el país, pero debido a los intereses económicos por el acaparamiento de las grandes empresas ha sido imposible que haya una legalización idónea, dijo Ricardo García.

“Incluso, tiene la capacidad de eliminar los metales pesados que hay en la tierra, la purifica y hace que estos contaminantes no lleguen a nuestro oeganismo. En el Estado tenemos el clima y la tierra adecuada para voltear a ver al sector de la agricultura donde se podría invertir y apoyar al campesinado que ahora está olvidado”, mencionó.

Destacó que, a partir de su regulación, en el rubro textil se abrirían mayores puertas al comercio local debido a que tiene componentes parecidos al henequén, pero mejor. “Una planta de henequén puede tardar hasta siete años en crecer para que ser trabajada, mientras que con el cáñamo en tres meses ya tienes una planta bastante grande como para extraer su fibra y aceites”, dijo.

En el aspecto de los cuidados para la siembra y cultivo, mencionó que hay mayores ventajas ya que se necesita hasta 70 por ciento menos agua que el algodón y requiere menos cuidados intensivos, “se pueden generar empleos y grandes desarrollos de plantíos, una persona dedicada a su cosecha no necesita hacer trabajos rudos”.

“El cáñamo podría ser el nuevo oro verde, en las comunidades ejidales que cada vez están más abandonadas se generaría una derrama económica importante por las propiedades de la tierra que benefician a su siembra. En la parte textil imagínate que te hagan una guayabera con cáñamo, se producen más prendas con menos agua, tan solo la marca Levis hizo en el 2019 un pantalón con 30 por ciento cáñamo y 70 por ciento algodón”, detalló.

En el sector del emprendimiento apuntó que ya existen algunos comercios cuya principal fuente de ingreso son la creación e importación de productos que giran entorno a esta planta, como es el negocio de La lonja, ubicado en el centro de Mérida donde los consumidores pueden adquirir productos para su uso recreativo, lo cual cada vez gana mayor terrenos en otros espacios.

Reiteró que cada vez se observan a nuevos pequeños comerciantes que le apuestan a producir ciertos artículos de higiene, salud, alimento o solo de uso lúdico, por lo que de haber una política pública que voltee a ver este sector daría mayores oportunidades de empleos a las familias yucatecas.

Por último, hizo un exhorto a las cámaras empresariales y al sector de Gobierno a trabajar en conjunto para tomar en cuenta al gremio de los promoventes. Señaló que la agenda 2040 que presentó recientemente el Gobierno de Yucatán es “totalmente compatible con el consumo del cannabis, hablamos desde sustentabilidad, igualdad de género y salud pública”, exclamó.

Producción textil, educación en comunidades y medicamentos: el enfoque de cannasur para explotar el cáñamo en Yucatán

Radamés Artiachi y Julio Guillermo Artiachi Vázquez, vicepresidente y presidente, respectivamente, de la Asociación Cannábica del Sureste (Cannasur, creada en 2018), hablan sobre la experiencia que los llevó a fundar la organización que actualmente lucha por una regulación informada de la mariguana.

Mateo Peraza Villamil

Conseguir gomitas con mariguana fue el inicio para que Radamés Artiachi y su hermano, Julio Guillermo Artiachi, ambos de origen yucateco, se iniciaran en el emprendimiento cannábico. Un tío se enfermó de cáncer y el dolor no era disminuido con medicamentos incluidos en un tratamiento agresivo, dice Radamés, ingeniero ambiental de 32 años.

Preocupados, los hermanos buscaron alternativas a los parches de morfina y otros insumos farmacéuticos que habían deteriorado su calidad de vida. Hoy, a partir de la experiencia, encabezan la organización cannábica más importante del Estado de Yucatán, la cual busca, entre otros aspectos, un consumo medicinal y responsable de la mariguana, así como formar a las comunidades para el cultivo y la producción textil del cáñamo.

“Pensamos recuperar las zonas textileras del Estado, pero cambiando el henequén por cáñamo textil. La mariguana es una planta que crece muy rápido, pero hay que acondicionarla al Estado. Porque, viniendo como base, no va a llegar a las condiciones óptimas, pero con un poco de tecnificación (es decir, con trabajo científico) podemos hacer que las plantas lleguen hasta dos metros o metro y medio. Eso provocará que se produzca en el Cono Sur y se aprovechen todas las hectáreas que están siendo desaprovechadas, o mal vendidas. Que la gente de las comunidades puedan generar una nueva agroindustria. Para esto habría que invertir en los instrumentos, en los telares, para posteriormente exportarlos y agregarlos en los productos de los catálogos de vestimentas”.

Sobre la enfermedad de su tío, Radamés detalla que luego de una serie de pruebas le suministraron cannabis en gomitas (a causa de la metástasis, había perdido parte de la movilidad) y comenzó a dormir y a comer mejor. La mariguana se volvió una alternativa válida para paliar el dolor y los efectos secundarios producidos por los medicamentos. Dicha experiencia los llevó a preparar sus propios insumos y a generar un paradigma en torno al uso y la producción de cannabis.

Agrega: “Posteriormente, nostros decidimos producir las gomitas, y vimos una gran limitante en la forma para poder conseguir la planta, pues era necesario recurrir al mercado negro y a personas a las cuales no quieres acercarte. E investigando junto con mi hermano (quien es el presidente y abogado de la asociación), optamos por hacer un acta constitutiva y luchar por estos derechos para que gente en el Estado de mi tío no tengan que toparse con vendedores ilegales, y puedan obtener la planta e iniciar su propio tratamiento. A su vez, comenzamos a luchar por amparos y licencias sanitarias ante Cofepris (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios),  y ahorita estamos en la parte de amparos para que tengamos nuestro propio permiso sanitario. El objetivo es capacitar a las personas en las comunidades y en la ciudad para que puedan hacer su propia producción”.

Ingeniero ambiental y empresario desde los 13 años (cuando comenzó a vender dulces en una universidad), Radames descubrió con la experiencia de su tío un nicho con poca investigación y plagado de prejuicios. Él mismo no los tenía, asegura, pero notó que la sociedad asociaba el consumo de mariguana recreativa a la mendicidad, a la pérdida del futuro, cuando en realidad se trata de una industria potencial y multifacética. Mientras, bajo un consumo responsable, es una gran alternativa medicinal.

Prejuicios

“Cuando eres niño te dan una idea prejuiciosa: si ves a alguien tirado en la calle, es un mariguano. Y creces con esa visión, de que la planta es mala, de que no tiene beneficios. Conforme creces, cambias ese paradigma, y entiendes que se trata de algo que puede cambiar la calidad de vida de los seres humanos. No necesariamente tienes que padecer cáncer para que tengas una mejoría; simplemente con una buena extracción y microdosis de THC puedes lidiar con la ansiedad, con el estrés, y hay personas que han obtenido grandes beneficios con el THC y el CBD, al nivel de que sustituyen el Diazepam y el Clonazepam. Ese estigma en contra de la mariguana te lo inculcan en la iglesia, en la escuela, en casa. Sin explicación, te dicen: ‘aléjate de las drogas’. Cuando lo que habría que hacer es ofrecer una educación sobre el consumo y los impactos”.

Radamés sostiene que la mariguana no genera adicción y que nuestro cuerpo tiene un sistema cannabinoide de nacimiento, “como un sistema nervioso destinado a asimilar la mariguana”. Ahí radica una de las grandes diferencias con otras drogas, como la cocaína, la cual el cuerpo no asimila y puede causar sobredosis y un impacto degenerativo. “Para que tengas una sobredosis de cannabis tendrías que fumar unos treinta kilos”, detalla.

“Optamos por crecer el movimiento (Cannasur) con miras médicas e industriales, porque nosotros no vemos mal que alguien quiera consumir recreativamente (de hecho, el término recreativo lo ven mal algunas asociaciones, al señalar que ‘no están jugando con la planta’). Nosotros estamos más enfocados en que pueda ser un gran beneficio en cuestión de la salud. Tal vez no te va a curar porque no es una planta milagrosa, pero sí te dará una mejor calidad de vida, algo que nosotros vivimos en carne propia con nuestro tío, que aún con parches e inyecciones no dormía. En cambio, las gomitas de THC lo hacían descansar”.

Consagrados gracias a la creación de un acta constitutiva, los hermanos Artiachi miran hacia un futuro en donde el cannabis tendrá beneficios medicinales, textiles y será autocultivado por una sociedad informada, en tanto traerá una derrama económica indispensable para el estado y las comunidades rezagadas.

“Es un logro que un notario nos haga el acta constitutiva porque la mayoría de las asociaciones se han tenido que ir a la Ciudad de México para realizar ese trámite. Para nosotros en Cannasur es algo importante, significa que ya hay un poco de posibilidad. Se trata de la primera asociación cannábica legalmente constituida en el Estado de Yucatán”.

Lucha por la regulación

De acuerdo con Radamés, la lucha por la regulación estriba en que las personas opten (ya sea la parte recreativa o de CBD) por hacer sus propios cultivos, que ellos no tengan que exponerse con un tercero que no solamente vende mariguana, sino otras sustancias, situación que deja a los consumidores en un estado de vulnerabilidad.

“Si se aprueba la regulación del autocultivo, las personas podrán generar su propia medicina. De antemano, habría una educación, un seguimiento, una formación (como hemos hecho en ejidos y municipios) integral que lo permita. Además, habría un beneficio económico al producir los productos de manera local. Algo que tiene el mercado es que varias industrias de Canadá y Estados Unidos son las únicas con permisos, por lo cual adquirir un gotero de CBD cuesta alrededor de mil pesos, lo que afecta considerablemente el bolsillo de las familias”.

“Bajo este escenario, lo que intentamos es que con esa cantidad de dinero las personas puedan fabricar sus propios goteros. Y es mejor: con una onza de mariguana las personas pueden producir alrededor de cuatro goteros”.

Sobre esa línea el vicepresidente de Cannasur dice que la parte medicinal e industrial del cannabis ha sido muy descuidada y no tiene el foco de atención que merece en el Senado, ni para el Gobierno, pues no lo ven rentable.

“Esto porque para la producción industrial se necesita un gran nivel de inversión, de estructuras, de maquinarias; en la parte medicinal, o de CBD, es rentable pero la gente aún tiene un tabú para acercarse a consumir, mientras que el precio es una gran limitante. Hablamos de que la morfina o el Diazepam te los da el seguro.  Lo ideal es que se legalice y comience a haber producción masiva en México y sea más accesible para las familias. O que se les instruya para que ellos mismos puedan hacer la producción”.

Cannasur dista de una parte considerable de las asociaciones yucatecas por su base legal y su visión: en vez de ponderar sólo lo recreativo (sobre lo cual, apuntan los hermanos Artiachi, “están totalmente de acuerdo”), la organización se enfoca en la industria del cannabis y en la formación para las comunidades, así como en desarrollar una tecnificación que permita una máxima explotación de la planta.

“Nuestra visión es cambiar el estigma en las comunidades, en la ciudad, que la gente pueda ver los beneficios económicos que puede traer. Nosotros no estamos pensando solamente como grupo, sino en un beneficio colectivo: fuentes de empleo, derrama económica; aparte, una vez que la industria ya exista y sea legal, tenemos un canal muy importante para explotar, que es el puerto de Progreso; sus conexiones con Asia, Europa, etc. Se trata de aprovechar los canales y hacerlos fuertes para la exportación”.

“También puede sacarse subproductos para ganado, o sea, forraje. Hablamos de una proteína buena y económica. Para eso es necesario conocer las variedades, que pueden tener un doble o un triple propósito. Un punto de comparación sería el Ramón, un árbol endémico que sirve para múltiples cosas, con la única desventaja de que tarda mucho en crecer”.

“Dejamos todo por dar una formación en los ejidos”

Abogado de profesión, Julio Guillermo Artiachi, presidente de Cannasur, de 29 años, aborda un poco de la retrospectiva y los sacrificios que tuvieron que hacer él y su hermano para sacar adelante la organización, fundada en 2018 y compuesta por cinco integrantes. Dice sobre el acta constitutiva, uno de sus mayores logros: “Después de 3 años de batalla legal, logramos dicha constitución. El impacto que ha generado Cannasur ha sido fuerte porque el cannabis, ante la sociedad, es una palabra fuerte, ya que sigue siendo un tabú y aún lo relacionan con la delincuencia y el crimen organizado, cuando no es así. Por lo tanto, es importante la concientización y marcar la diferenciación de que el cannabis no es algo malo, sino todo lo contrario: es beneficioso tanto para la salud como para la generación de empleos, la reactivación del campo, la recaudación de impuestos para el Estado, pero, lo más importante, el poder salvar vidas, el poder ayudar a personas que lamentablemente padecen de alguna enfermedad donde muchas veces no hay cura pero sí hay tratamientos muy agresivos. Ahí el cannabis juega un papel muy importante para que los pacientes tengan una mejor calidad de vida”.

Julio recuerda que el proyecto representó varios sacrificios, mismos que estuvieron acompañados de los prejuicios sociales sobre la mariguana. Poco a poco, centrándose en la positividad y el futuro, sacaron adelante el proyecto: visitaron a las comunidades, se asociaron con los ejidatarios, capacitaron a las personas; así, dice, trazaron una ruta que actualmente los enorgullece: ayudar a la sociedad y transformar una planta marginada en un hecho económico sin precedentes en Yucatán.

“Sacrificamos prácticamente todo, incluyendo nuestros trabajos. Viajamos a las comunidades, a los ejidos, impartiendo cursos; inclusive, invertimos el tiempo en capacitarnos a nosotros mismos, ya que tenemos que estar actualizados. Estamos, pues, dándolo todo, y estamos confiando plenamente en que cumpliremos los objetivos y metas que nos hemos propuesto. Considero que uno tiene que tener siempre ese positivismo, la consigna de no rendirse y seguir adelante. Nuestra motivación es  ayudar a las personas que más lo necesitan”.

Sobre las proyecciones a futuro de Cannasur, Julio menciona: “Los proyectos que tenemos es cultivar cannabis medicinal e industrial en todo Yucatán. En ese sentido, Yucatán será pieza fundamental del país en esta industria, y nuestra visión es trabajar con todos los ejidos para explotar el cannabis en suelo yucateco y exportarlo. Actualmente estamos trabajando con los líderes ejidatarios, grandes personas que confían en este proyecto y que son piezas fundamentales. Algunos son: José Margarito Yupit Uribe, Eleazar Chan Uluac y David Gómez Tox, quienes representan a municipios y comunidades como Peto, Puerto Morelos, Baca, entre otras comunidades. Todas y todos ellos son personas que han estado con Cannasur desde el inicio y quienes creen en la posibilidad de trabajar cannabis en el campo yucateco para llegar a todo el mundo”.

Más allá del uso lúdico

Por todos los estigmas que rodean al cannabis no es posible conocer los beneficios que tendría en la salud pública del país, desde la prevención, atención y cura de enfermedades que hoy afectan a Yucatán, señaló Ricardo García, fundador del colectivo Cultura Semilla.

El activista mencionó que todas las personas tienen un sistema endocannabinoide, que debe nutrirse con una grasa esencial que procede del cannabis. Por tanto, hay formas comestibles, ya sea en suplementos, cremas u otras presentaciones, para nutrir esa estructura que se encuentra alojada en el sistema nervioso central.

Destacó que, en la parte terapéutica, además del contenido psicoactivo que viene del Tetra Hidro Canabidol o THC, dijo que todo el cuerpo tiene receptores de canabinoides, si se realizara una muestra correcta se podrían tratar enfermedades como la diabetes, cáncer, hipertensión y depresión, epilepsia, Parkinson y hasta autismo.

Dijo que el cannabis debe ser parte de la vida diaria, no exclusivamente fumado, pero sí con otras opciones que cada día se impulsan más a través del activismo para nutrir el sistema endocannabinoide. “Su consumo puede hacer un cambio sustancial en nuestras vidas con un consumo responsable”, aseguró.

Destacó que el reducir su consumo de forma lúdica en la sociedad no permite conocer otros beneficios, y por tanto, invisibiliza las otras formas de usar esta planta.

Explicó que, desde su aprobación en el 2017, con la legalización de su uso medicinal, la única forma en que se puede adquirir es a través de la importación, lo que también vulnera económicamente al sector obrero y campesino, quienes podrían cultivar este producto y volverlo accesible.

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MG