Sylvia Plath, una musa viva a través de su poesía

A casi 60 años de su suicidio, los versos confesionales siguen vigentes más allá de los EE.UU.
jueves, 11 de febrero de 2021 · 12:55

Sylvia Plath, como persona/personaje, intriga. Su sensibilidad converge con el vínculo de su poesía viva en el espectro de una figura paternal autoritaria, como en el poema Daddy. Plath, poeta, cuentista y novelista, es por ella misma un ícono. Quienes leen su obra, quizá casi siempre, sienten un pinchazo de preocupación. ¿Cómo es que alguien haya podido sentir algo tan vivamente? Leer a Plath consuela y duele a la vez. Genera una rara empatía y también un dejo de preocupación. El fin de su vida, suicida, es polémico y bastante conocido.

“El 11 de febrero de 1963, Sylvia Plath metió la cabeza en el horno y abrió la llave del gas. Así comenzó su mito melodramático, y desde hace casi 60 años ha sido más conocida por su suicidio, sus depresiones, su matrimonio turbulento y abusivo con el poeta Ted Hughes, que por su vida y sus contribuciones a la literatura estadounidense”, afirma Sue Davis, doctorada en ciencias políticas por la Universidad de California en Santa Bárbara y docente en Literatura Inglesa en la Universidad Modelo.

Esto es, en buena medida, verdad. La historia de su fallecimiento, del cual hoy se conmemoran 57 años, acapara la atención en revisiones de su biografía, que regularmente omiten las observaciones sobre su obra. Sue explica las repercusiones más notables aportadas por Sylvia Plath en la literatura norteamericana y en el imaginario poético contemporáneo:

“Plath fue una de las principales fundadoras de la poesía confesional, un género que consta de la expresión de detalles íntimos, lo que permitía abordar temas como la tristeza, el sufrimiento, los remordimientos, las enfermedades mentales y el suicidio. Los poemas de Plath se destacan por su introducción de más temas como el aborto espontáneo, la terminación del embarazo y la depresión posparto”.

El que Sylvia haya vivido y escrito estas problemáticas la posiciona como pionera en la historia de las letras. Ariel (poemario publicado póstumamente en 1965) es la primera composición en inglés que enfrenta los riesgos y las cargas de la maternidad para las poetas”, añade Sue, y continúa: “Cabe mencionar también que los resultados de sus esfuerzos creativos están intercalados con [eventos de] la política y la cultura popular de los EE. UU. en los años 60, tales como la elección y el asesinato de John F. Kennedy, el debut de los Beatles y el dilema de las mujeres en un mundo dominado por los hombres.  En pocas palabras, la importancia de la obra de Sylvia Plath con respecto a la literatura estadounidense gira alrededor del modo en lo cual sus escrituras llamaron atención a los cambios culturales y políticos de los años 60 y 70 e incluyeron las preocupaciones de las mujeres”.

Como docente en la Universidad de Delaware, Sue Davis escuchó hablar de la novela veladamente autobiográfica “La campana de cristal” (1963). En Estados Unidos, la obra es muy bien recibida en las aulas. “A las alumnas les encantó. Todo el mundo la leyó”. En México, la poeta es también muy apreciada. Con respecto a mis clases en la Universidad Modelo, la mayoría de las alumnas y alumnos sostienen que Plath era una feminista que utilizaba su poesía para expresar su insatisfacción con el estatus de las mujeres”. En ambos casos, sin embargo, se produce, dice, una confusión: “Es este un malentendido muy común, que resultó de la apropiación de Plath por parte de quienes lideraban el movimiento feminista durante los años 70. Sylvia Plath no era una seguidora de los principios del feminismo”, asegura.

La poesía confesional de Plath, al día de hoy, se compara a menudo con el trabajo de otras plumas, como las de Robert Lowell (1917-1977) y su compañera de estudios Anne Sexton (1928-1974). Pero la autora de los versos “Soy vertical / Pero preferiría ser horizontal”, una reflexión minimalista sobre el cuerpo mientras vive y camina, confrontado con el momento de la muerte y de yacer tendido, tiene una marca propia que permanece innegable.

Sólo The Colossus (1960) se publicó mientras la autora vivía. Además de Ariel, Ted Hughes publicó otros tres volúmenes de su trabajo póstumamente, entre ellos la antología The Collected Poems, que recibió el Premio Pulitzer de 1982, convirtiéndose en la primera mujer en merecer el galardón después de la muerte.

SY