Wrestling: análisis discursivo a través de la teoría literaria

El deporte de la lucha libre tiene su comparación en un punto con los discursos y se analiza desde esta visión
domingo, 21 de noviembre de 2021 · 22:01

El wrestling o lucha libre es una competencia de combate entre dos o más participantes. La regla más importante es simple: el que logre someter a sus rivales es declarado ganador. Conseguir campeonatos o prestigio es la principal búsqueda de quienes practican esta actividad. Hoy en día, una de sus características fundamentales es que cada combate sigue el plan de un guion, ya sea acordado por los propios luchadores, por los organizadores o escrito por un booker (guionista). Esto podría dar a entender que las luchas mostradas son “falsas”, o más bien, “ficticias” si se la comprende desde una óptica literaria.

El wrestling ofrece un discurso con orígenes variados, siendo uno de ellos la narratividad. Por ello, la propuesta de este ensayo es analizar el discurso exhibido en la lucha a través del análisis discursivo literario, ya que, a manera de hipótesis, se postula que el discurso luchístico tiene la capacidad de ser analizado como una narración literaria, considerando que la narratividad compone una parte fundamental de este tipo de performance.

Una breve introducción a la lucha libre/ wrestling 

Para comprender cuales son las principales características que conforman la estructura del discurso del wrestling, debemos remontarnos a su invención a mediados del siglo XIX. Esta práctica tiene orígenes paralelos y simultáneos entre México y Estados Unidos, que con el paso del tiempo se fueron relacionando y dividiendo para conformar dos diferentes visiones de desarrollar las luchas.

En México, nació como lucha libre durante la Intervención Francesa de la década de 1860. Enrique Urgatechea comenzó a ofrecer espectáculos de lucha grecorromana combinada con ciertos principios de las artes escénicas para conformar combates espectaculares que abarcaran a una gran audiencia. Con el pasar de las décadas, la actividad se fue popularizando a lo largo del país y su transformación como una lucha dramatizada más que una competencia real fue bien aceptada. Los luchadores adoptaron personajes y para representarlos empezaron a usar máscaras y trajes llamativos, además de introducir otras formas de combate, como el estilo callejero al usar botellas de cristal o utensilios cotidianos para atacarse, elementos que volvieron dichos enfrentamientos más inmersivos para el público. Luchadores de varios estilos y de diversos orígenes del mundo empezaron a interesarse por la lucha libre desarrollada en México y empezaron a migrar al país para participar y aportar nuevas técnicas. Debido a su gran popularidad, los eventos luchísticos empezaron a institucionalizarse, y en las vísperas de 1933 se fundó la primera empresa mexicana de Lucha Libre.

En Estados Unidos, muchos excombatientes de la Guerra Civil empezaron a ofrecer espectáculos de fuerza en ferias del condado, circos y carnavales contra personas que no tenían conocimientos efectivos de combate. Al comenzar una red de combates entre luchadores profesionales, la popularidad de estos eventos creció, pero el público norteamericano empezó a desinteresarse por la actividad por diversas razones, entre ellas, el descubrimiento de que las luchas estaban “amañadas”, llegando inclusive a filtrarse los resultados antes de ejecutarse las contiendas. Por su parte, los medios de espectáculos no consideraban a la actividad luchística como un evento serio, pues la sociedad norteamericana estaba acostumbrada a las “competencias reales”. Por estas razones, en Estados Unidos de finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX la lucha libre estadounidense cayó en decadencia y fue considerada por el público como kayfabe término que hacía referencia al método de engaño usada en ferias y circos para estafar a los asistentes.

El éxito de la lucha libre mundial se concentró en México durante la primera mitad del Siglo XX. La popularidad era tanta que llamó la atención de la industria cinematográfica nacional y extranjera, provocando que la lucha libre contara historias increíbles a través de los filmes, llevando al estrellato a grandes luchadores mexicanos como “El Santo” o “Blue Demon” en la mitad del siglo. El aporte fue recíproco: la lucha libre aportó contenido al cine y éste le brindo una nueva manera de presentar las luchas, tanto en México como en Estados Unidos, el uso de storylines para argumentar rivalidades y situaciones se convirtió en algo habitual.

 

A partir de la década de 1980 a la actualidad, a la lucha libre o wrestling se le empezó a considerar como “entretenimiento deportivo”. Los luchadores representan a personajes en una competencia dramatizada a través de storylines, provocando que la lucha como tal no sea la totalidad del entretenimiento que ofrece la lucha libre, sino es igual de importante la rivalidad de los competidores, conocido como feudos. Los personajes representados por los luchadores se conocen como gimick’s, quienes adoptan una apariencia y personalidad ficticia. Con esta nueva forma de presentar el wrestling, no como una competencia ficticia, sino como una historia que contar, llegaron los años dorados de la lucha libre y con ello apareció una nueva herramienta para los luchadores: el poder verbal, pues a través de discursos orales, estos encaraban a sus rivales y contaban la storyline desde su perspectiva. A tal acto, dentro de la lucha libre, se le conoce como promo.

Gran parte del éxito de la lucha libre actual se debe a que, a comparación del cine (de donde se toma la idea de contar una historia que trascienda a lo mostrado dentro del combate), la lucha libre presenta historias fantásticas en un plano más “real”:

“Mientras que el entretenimiento multimedia pregrabado depende de las técnicas de la cámara y los efectos especiales, los luchadores deben confiar en sí mismos. El éxito de la lucha directamente se deriva de complacer a la audiencia al presentar un espectáculo atractivo, espectacular y creíble. Si el luchador no logra ofrecer un buen espectáculo de wrestling, las repercusiones son inmediatas". (Sehmby, D. 2002. Wrestling And Popular Culture)

Para ayudar al desarrollo de los storylines en la lucha libre actual, se añadieron personajes secundarios no-luchadores, tomando el papel de representantes, ayudantes o simples personajes que interactúan en la historia presentada. 

El término kayfabe se sigue utilizando en estos días, pero ya no con la connotación negativa que involucra la estafa, sino como explicación de que lo ocurrido en la lucha libre es ficticio; pero existen ocasiones que el kayfabe se rompe, como, por ejemplo, una lesión real por parte de un luchador o un accidente durante la lucha, provocando la cancelación del storyline o un cambio de resultado en la competencia. 

Ahora que se expusieron los puntos importantes que conforman el wrestling, es momento de dar paso a la vinculación con la teoría narrativa de la literatura.

Análisis narrativo del wrestling

Para iniciar la vinculación entre la lucha libre y la teoría narrativa, primero es necesario demostrar que dicho sistema corresponde a un relato:

“Un relato, como lo he definido, es la construcción de un mundo y, específicamente, un mundo de acción humana. En tanto que acción humana, el relato nos presenta, necesariamente, una dimensión temporal y de significación que le es inherente”. (Pimentel, L. 1998. p. 17)

En este caso, la lucha libre, construye un mundo que presenta a través la lucha en sí misma, pero también por una serie de sucesos externos a esta que siguen compartiendo la misma temporalidad y la significación inherente; dicho mundo construido, donde ocurren las acciones representadas, es en el wrestling el kayfabe, que en términos de teoría literaria podemos considerar el universo diegético, pues comparten grandes características:

Así, el universo diegético de un relato, independientemente de los grados de referencialidad extratextual, se propone como el nivel de la realidad en el que actúan los personajes; un mundo en el que lugares, objetos y actores entran en relaciones especiales que solo en ese mundo son posibles. (5 Pimentel, L. 2002. p. 17)

Es por esta razón que el término kayfabe se sigue utilizando hoy en día para referirse a que lo representado en la lucha libre es “falso”; una mejor manera definir al kayfabe sería el mundo donde las historias y las luchas mostradas son posibles. Como plantea la anterior definición, existen grados de referencialidad extratextual, pues dependen de lo ocurrido o lo percibido por el “mundo real”, que, como se ha dicho anteriormente, implica muchos factores externos que influyen en la historia y en los resultados de las luchas.

Continuando con la vinculación entre el wrestling y la teoría narrativa, tomaremos otro aspecto que aparece en la última cita y es de suma importancia en el desarrollo del universo diegético, en este caso el kayfabe: la actuación de los personajes. 

En la lucha libre, el papel de los personajes le corresponden a los gimicks. Cada luchador adopta una personalidad y una apariencia que lo haga único y reconocible, creando un estilo propio, desde sus actos hasta su estilo de lucha. Existen un sinfín de ejemplos de luchadores que han adoptado diferentes gimicks a lo largo de su carrera, pero un caso excelente para ejemplificar dicho concepto es el de Mick Foley, un luchador reconocido en la década de los 90s, cuya particularidad fue desarrollar tres gimicks simultáneamente. El principal era quien portaba su nombre, “Mick Foley”, un personaje experto en la lucha ultra violenta; “Mankind” era un gimick representado como un asesino serial; por último, estaba “Cactus Jack”, que a comparación de los otros dos, mostraba una personalidad apegada a los estereotipos del movimiento hippie.

La función del luchador no se remite solamente a la representación de los personajes, pues al desarrollarse la lucha (o actualmente las promos) cada participante cumple con una función como narrador. Es entonces que los luchadores dentro del mundo narrado funcionan como personajes-narradores: partiendo de esta idea de la teoría narrativa, podemos señalar que, debido a que en una lucha existen dos o más personajes que aportan diferentes puntos de vista o narraciones (internas o externas) a cerca de la historia contada, la focalización de la narración recae internamente en cada uno de los participantes, provocando que el acto narrativo se desarrolle en lo que Luz Aurora Pimentel definió como una focalización interna múltiple, es decir, cuando varios narradores cuentan la misma historia involucrando sus sentimientos y su perspectiva.

 Ahora que tenemos identificados a nuestros narradores, hay que resaltar la manera en que se lleva a cabo la narración, y para ello hay que identificar el lenguaje. Para poder identificar este concepto en el sistema de representación de la lucha libre, ya que dentro de la teoría literaria el lenguaje abarca un inmenso campo de estudio, debemos enfocarnos a su función dentro de la narración, en el cual el propio relato no “representa” la historia, sino que la cuenta, la significa por medio del lenguaje, y en el caso del del wrestling la dinámica es clara, dos combatientes en batalla física. Todos pueden entenderlo, porque no hay barreras en términos de lenguaje o códigos. Bajo esta definición, se considera al lenguaje como una herramienta verbal, siendo que, en el wrestling, el lenguaje primordial es el de la acción física.

Debido a que el lenguaje verbal es una parte importante en el estudio del discurso literario debemos delimitar y relacionar dicho concepto con el lenguaje de la lucha libre

“En el discurso hablado los sonidos tampoco ocurren aislados. Habitualmente están acompañados por diversos tipos de actividad no verbal como los gestos, las expresiones faciales, la posición del cuerpo, la proximidad, el aplauso y la risa, acciones todas que acompañan de manera pertinente a las conversaciones y por consiguiente requieren por derecho propio un análisis del papel que juegan en el suceso de comunicación como totalidad” (Van Dijk, 2000).

El wrestling, al enfocarse únicamente en lo ocurrido durante la competencia y dejando a un lado los factores extra luchísticos que nos presenta la lucha libre actual, podemos considerar que el lenguaje utilizado es el combate, es decir, el propio lenguaje corporal de los luchadores, quienes son los encargados de significar el relato. Con esta idea se argumenta una característica intrínseca del relato luchístico: un personaje, que a través de su fuerza, habilidad e ingenio suele someter físicamente a otro para ganar el combate. Es en este caso, la lucha libre ofrece un discurso inversamente contrario a un discurso verbal, pero cumpliendo las mismas funciones; el lenguaje más importante es el lenguaje físico, el lenguaje del combate, pero este no se encuentra aislado.  Acompañan al acto narrativo del combate recursos como las promos, que sí son discursos verbales, o el guion, que también es un discurso verbal escrito que sirve como planificación de la lucha.

Notas finales a cerca del discurso literario encontrado en el wrestling

Como se ha señalado, el discurso literario mantiene una gran relación con el sistema discursivo de la lucha libre, lo cual no es algo extraño, pues las formas de narración literarias han migrado a una gran variedad de sistemas de significación ajenas a ella, como lo son cualquier forma de expresión o de espectáculos de la actualidad. Las películas, las series y gran parte del contenido del internet son algunas de ellas. Para partir en el análisis del discurso literario, primero debemos empezar desde el punto de vista de la producción textual, aunque en nuestro caso, lo llamaríamos producción del lenguaje, para abarcar tanto los términos literarios como los de la lucha libre. Pimentel dice al respecto: Desde el punto de vista de la producción textual, el contenido narrativo o diégesis de cualquier relato cristaliza en la impresión de un mundo narrado en el que se conjugan dos factores, la historia (mundo) y el discurso (narrado). En efecto, esa impresión que tiene el lector de un mundo narrado depende directamente del discurso que le da cuerpo; son las relaciones entre la historia y el discurso narrativo lo que nos permiten concebir este mundo como algo significante, como una información narrativa. (Pimentel, L. 1998. p. 18)

Aplicando estas ideas al mundo del wrestling, se puede considerar que la historia es todo aquello lo que ocurre en el kayfabe, y el discurso, o la manera en que se narra el universo diegético, corresponde al lenguaje del combate; cada personaje participa en una lucha que se narra desde su perspectiva. La lucha le da cuerpo y sentido al kayfabe, que no es otra cosa sino el mundo narrado.

En la generación del sentido del discurso literario existen tres niveles de producción: la narración, el relato y la historia. La narración es la perspectiva individual desde la que se presenta la producción del discurso. El relato es la interacción social dada por su proceso de presentación y la historia es el contenido en referencia al mundo de los hechos. Además, para entender la relación de estos conceptos se explica que: 

“El emisor-narrador escoge una porción de la realidad (historia), pero la restringe de acuerdo a su punto de vista (narración), aunque regida por un determinado contexto social” (Ortega, O. Rosado, C. 2004)

La historia recae dentro de la narración y ambas dentro del relato. En el wrestling, el contexto donde se desarrolla la narración es la “falsedad” o el kayfabe, lugar donde los acontecimientos de la narración son posibles; la narración es el combate como tal, donde cada participante a través del lenguaje luchístico brinda su punto de vista, y ésta se une con relación a la historia que nos cuenta: el feudo o la storyline, ya que cada narrador en la lucha nos busca convencer sobre su punto de vista. Ahora que entendemos cómo se conforma el discurso del wrestling, es momento de señalar como se presenta, y para ello tenemos que tomar el punto más simple de la significación que es el lenguaje para poder conformar una jerarquía de la acción. Dicho término igual es tomado de las ideas de Van Dijk:

“Cuando hablamos o escribimos, por supuesto que llevamos a cabo actos de escritura y de habla, pero lo importante es que de ese modo realizamos actos como hacer aseveraciones y acusaciones, responder preguntas, defendernos, ser corteses, o emplear estrategias de autopresentación positiva. Esto es, que el discurso puede estar constituido por una compleja jerarquía de diferentes actos en distintos niveles de abstracción y generalidad, por lo cual hacemos X mediante o mientras lo hacemos”. (Van Dijk, T. 2000. p. 24)

Es pertinente justificar que esta idea se refiere al acto verbal, pero en el wrestling, podemos entender que un simple golpe o movimiento efectuado en la lucha es el acto mínimo para la representación del significado. Finalmente, mediante la conformación de una jerarquía de acciones podemos descifrar el discurso del wrestling: cuando un gimick golpea a otro participante, no solo exhibe una demostración de fuerza como en el génesis de la lucha libre, sino que imparte un punto de vista a cerca del desarrollo interno del combate; simultáneamente se conforma un feudo, y éste a su vez va desarrollando una storyline, con el cual se construye y le da sentido al kayfabe, cuyo objetivo final es exteriorizarse para ofrecer un espectáculo a los aficionados.

Para concluir, es pertinente hacer una última comparativa entre el discurso literario y el discurso del wrestling, sobre cómo se conforman. Van Dijk nos dice que 

“La literatura no sólo es un conjunto particular de discurso, posiblemente definidos sobre la base de propiedades textuales específicas, sino que, al mismo tiempo, la literatura debería considerarse en términos de los distintos aspectos de la comunicación. Así, los textos literarios pueden tomarse, en la pragmática, como un tipo de hable rituales” (Van Dijk, T. 1980 pp. 3-4).

Considerando lo postulado en este trabajo, al analizar al wrestling como un texto literario, podemos observar una similitud entre sus discursos; ambos se construyen a partir de otros discursos diversos, para, finalmente, cumplir con fines comunicativos.

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MG