El piano mira a Japón

jueves, 21 de noviembre de 2019 · 04:06
Pedro de la Hoz Entre los concursos internacionales de piano, el Marguerite Long, de París, con periodicidad bienal, es uno de los de mayor prestigio y constituye una plataforma que consolida la inserción de los laureados en los circuitos de primerísimo nivel y los catálogos de las más importantes casas discográficas. En su edición de 2019, finalizada a mediados de noviembre, conquistó el Primer Gran Premio un japonés de 26 años, Kenji Miura. Por si fuera poco, un compatriota suyo, de la misma edad, Keigo Mukawa, se adjudicó el Segundo Gran Premio. Los cuatro galardones restantes correspondieron a ejecutantes de Francia, Rusia y Armenia. Miura también se llevó tres premios especiales, uno concedido por Su Alteza el Príncipe de Mónaco a la mejor interpretación de la obra concertante en la fase final, en este caso el Concierto no. 2, de Chopin; otro de parte de la agencia de representaciones artísticas Harrison Parrott, que califica entre las más pujantes a escala planetaria; y un tercero de la firma Warner Classics para la grabación de un disco. Desde hace unos cuantos años la excelencia pianística se ha ido desplazando hacia el Oriente. Artistas chinos, coreanos y japoneses destacan por sus performances. Pese a que se trata de un instrumento cuya enseñanza en Japón no cuenta con una larga tradición, al menos, desde mediados del siglo pasado existe una veintena de instituciones dedicadas a la formación de talentos. A partir de esa base, varios jóvenes han completado su preparación profesional en escuelas europeas y estadounidenses. Miura comenzó a distinguirse a la edad de 10 años cuando ganó el primer lugar en la competencia local Rai-on. Terminados sus estudios básicos en Japón se trasladó a Alemania, donde matriculó en el conservatorio Hans Eisler, de Berlín. Fue finalista en el Concurso Internacional de Piano Franz Liszt 2009 para jóvenes pianistas en Weimar. En 2015, mereció un accésit en el Concurso Internacional de Piano Hamamatsu, donde también recibió el Premio AAF, que le fue otorgado por Martha Argerich –por cierto, presidenta del jurado del Marguerite Long– y Gustav Alink. En 2017 se celebró la primera edición de la Competencia Internacional de Piano Shigeru Kawai para celebrar el 90 aniversario de la línea de instrumentos Kawai y sobresalió por encima de los otros concursantes. Ha sido invitado a prominentes plazas de música de concierto, como la Wigmore Hall en Londres, la Konzerthaus en Berlín, la Act City Hall en Japón, la Queen Elizabeth Hall, el Purcell Room en el Southbank Centre de Londres y The London Steinway Hall. En su corta pero intensa carrera se ha presentado regularmente en salas de Japón, Alemania, París, Estados Unidos, Canadá, Dubai, Noruega, Suiza y Suecia y ha colaborado con el Nash Ensemble del Reino Unido, Kaeko Mukoyama (violonchelista principal de la NHK Symphony Orchestra) y Yasuhiro Suzuki (primera viola de la Yomiuri Nippon Symphony Orchestra) en el montaje de repertorios de cámara. La trayectoria de Mukawa es muy parecida. Luego de concluir en 2012 sus estudios en la Universidad de las Artes de Tokio, viajó a Europa para perfeccionarse en conservatorios suizos y probar suerte en certámenes internacionales, como el de Ile.de France (segundo lugar, 2016) y el Coop Music de Cremona, Italia (primer lugar). Recientes giras lo han llevado a salas de Letonia, Francia, Alemania y Suiza. De acuerdo con la crítica fue muy disputada la ronda final del Marguerite Long. La moderación y el sentido del estilo no fueron suficientes para ganar con el Concierto para piano y orquesta no 1, de Beethoven, interpretado tanto por la rusa Alexandra Stychkina como por el francés Clement Lefebvre. Si una brecha de quince años separó a estos dos candidatos (15 y 30 años, respectivamente), fue especialmente su falta de riesgo lo que les impidió distinguirse más entre tantas personalidades carismáticas. En Chopin, Miura reveló su musicalidad y una temprana madurez conceptual, mientras Mukawa hizo del tercer movimiento del Concierto, de Saint-Saens, un pasaje memorable. ¿Son distintos los japoneses a los intérpretes occidentales? Nada de eso. Lo que sí muestran extrema aplicación y estudian a fondo las características discursivas de cada partitura. Cuestión no solo de disciplina, sino de una filosofía creativa ostensible también en los pianistas chinos de mayor presencia internacional. En ciertos círculos suele disminuirse tal entrega bajo el argumento de que los asiáticos mimetizan estilos. Esto no es cierto. En un canal de videos de YouTube está disponible la grabación de Miura en la Chacona, de Bach recreada por Busoni, ejemplo de fidelidad al original y a la vez de portentosa imaginación. Miura y Mukawa no son los primeros japoneses en escalar la cima del Marguerite Long. Antes sobresalieron en lo más alto del podio Toyoaki Matsuura (1959), Kazune Shimizu (1981), Mie Kobayashi (1990), Midori Nohara (1992), Daishin Kashimoto (1996), Akiko Yamada (2002) y Hibiki Tamura (2007). En ese mismo plazo se alzaron con el Primer Gran Premio tres pianistas chinos y dos de Corea del Sur.