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México / Tren Maya

El Tramo 4 va cobrando vida, trabajadores realizan paso a paso la base de lo que será el proyecto más importante del Sureste de México, el Tren Maya

Cuarenta y cinco mil personas mexicanas, entre ingenieros, topógrafos, maquinistas y obreros trabajan de Sol a Sol para poder culminar el proyecto principal para el Sureste mexicano y que cambiará el turismo en el país. El Tren Maya ya lleva 40 por ciento de su avance general y en el Tramo 4, que va de Izamal a Cancún, ya comienza a dibujar el trazo que será a lo largo de más de 200 kilómetros que serán de vía.

En exclusiva para POR ESTO!, personal del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) mostró los avances de obra del Tramo 4, donde también se construirá un paso elevado que conectará la zona arqueológica de Chichén Itzá con el municipio de Dzitás y la zona arqueológica de Ek Balam.

Los primeros trabajos visibles se pueden observar en el kilómetro 115+500 en la caseta de cobro Chichén Itzá de la autopista Mérida-Cancún, donde “están trabajando con carretera viva”. Se planea construir tres puentes vehiculares y un paso carretero por debajo, en lo que se convertirá en un punto de descanso entre la conexión del Tren Maya y nuevos trazos carreteros.

Para el ingeniero Saúl Sánchez, de ICA, “siempre se tiene que trabajar para ganarle a la lluvia”, pues con los aguaceros que caen en la Península de Yucatán, los trabajos tienen que parar parcialmente.

“Van a ir tres puentes vehiculares, serán nuevos. Uno que irá hacia Chichén Itzá y otro que comunica Cancún, Chichén Itzá y Mérida. Estas son las partes de los puentes y entronques, además de cinco edificios que van a componer la caseta, que es el edificio administrativo, el edificio de policías, el edificio del cuarto de máquinas, un edificio de turismo y servicios, Norte y otro igual en el Sur, habrá área de descanso, baños y un área de cafetería. Un tanque elevado y una planta de tratamiento”, explica el jefe de la obra alterna.

Se crearán además dos casetas satelitales. Este tramo se divide en dos, la obra de estructura y la obra de edificación; la estructura ha llevado más de 11 meses entre planeación, cimientos, drenaje, mientras que, lo comenzado a construir representa la obra de edificación.

“El tren pasará por debajo (…) habrá bahías de descanso para los camiones de carga. Aquí estamos a un 50 por ciento; los puentes estamos en un 50 por ciento de avance, ya estamos en los últimos colados. Aquí hay un proceso logístico, hay una edificación de los pilotes, la instalación de las trabes, los colados y los precolados”, dice.

La autopista no se ha detenido. Se han generado cinco desviaciones para conectar las carreteras y la autopista; en el caso de la carretera que lleva de Dzitás a Chichén Itzá hay dos casetas de cobro provisionales donde se entrega un boleto y en un puesto de vigilancia posterior de cruce para continuar el viaje.

El enroque que ICA también está coordinando consiste en trasladar tres carriles de la caseta de cobro hacia la derecha, viendo desde el sentido de Cancún hacia Mérida, para liberar un sentido de la vieja carretera y convertirlo, como ya se hizo más adelante, en el nuevo trazo de la ruta del tren.

Los empleados suben con arneses a la zona de trabes donde se instalará la plancha de concreto hecha a partir de la técnica de ingenieros mexicanos. Este tramo, contando a lo largo de las vías y el predio de conexión de las zonas arqueológicas, está generando 45 mil empleos directos.

Hasta el momento se han construido dos pilotes que serán la conexión más importante de la ruta del tramo cuatro.

Comienzan a instalar balastro y durmientes

En parte de lo que es la carretera en desuso, en el kilómetro 183, un hombre comienza a arrancar clavos de durmientes provisionales. A unos metros de distancia, diez a lo mucho, se encuentran unos vagones de carga que dan visos promisorios de lo que será, aproximadamente, las dimensiones del Tren Maya.

ICA trasladó vagones de carga que instaló en una vía del tren provisional y que, a su vez, trasladarán balastro traído del cerro de Balzapote, en la región de los Tuxtlas, en Veracruz.

“Lo que harán los vagones es que van a llenarse de balastro y entonces se comenzará a avanzar y se instalará donde se necesite”, dice uno de los obreros que se encontraba trabajando por debajo de uno de los vagones de carga.

Los cargueros no tienen ninguna relación con los logotipos o los colores de Fonatur o el Tren Maya. Son sólo unas cajas metálicas enormes pintadas de negro y unos letreros azules con blanco que dicen “ICA”. A un kilómetro de distancia se encuentra la zona de carga de piedra necesaria para instalar los durmientes y los rieles.

Tan sólo en el tramo cuatro, se requieren 1 millón 272 mil 940 metros cúbicos de balastro (piedra volcánica), 858 mil 274 piezas de durmientes que son instalados con menos de 20 centímetros de distancia. Y finalmente, 60 mil 629 toneladas de rieles que aún no son instalados, pero, tan sólo con dos elementos de lo necesario, ya comienza tener forma la ruta.

En general, el Tren Maya necesitará, tan sólo para los cinco primeros tramos un total de 3 millones 138 mil 765 metros cúbicos de piedra balastro, 2 millones 322 mil 210 piezas de durmientes y 168 mil 700 toneladas de rieles.

Un hombre de la tercera edad, subía el puente que lleva a Sisbichén a toda prisa en un triciclo, la lluvia estaba por caer. Su nombre era Valeriano Ciau, su rostro era moreno, con facciones recias y el ceño un poco fruncido, iba tarde a revisar su milpa.

“Estoy en el programa Sembrando Vida. La verdad si no fuera por el puente que mejoraron, no podría llegar a tiempo a mi milpa. Ya me voy, porque me va a ganar el agua”, mientras que al concluir la última palabra sube el pie a su pedal y pedalea a toda marcha.

“Hay que llenar la panza para subirse al tren”

Apenas marca la una de la tarde y los empleados comienzan a buscar en sus bolsas o mochilas los recipientes llenos de comida que empaquetaron en sus casas. Eso, para los que viven más cerca de la obra; para el resto existe la opción de comer con la señora Hermelinda Canché y su sobrino Miqueas Chun Canché.

Desde la cajuela de un automóvil de cuatro puertas atienden su negocio en unas tinas llenas de hielo y botellas grandes o chicas de refresco de cola o aguas naturales “de piña, de limón, de horchata, de limón con chía…”.

Hermelinda se levanta a las 4 de la mañana para comenzar a cocinar los cinco platillos que llevará a vender a los ingenieros y obreros que están esperando la hora de los alimentos. En ese momento no hay distingos de mando, comen donde les agarre la tarde.

Los platillos son por ración y pueden ser chuleta asada, puerco en salsa verde, picadillo, cochinita, sopa. Todo depende del gusto de cada cliente. Pueden comer en el toldo de una camioneta, sentados en las vías del tren, en la carrocería de una retroexcavadora, dentro de su propio auto o bajo la sombra de un árbol. Cualquier lugar es bueno para “llenar la panza y seguir”.

Un grupo de obreros estaban sentados en los durmientes al lado de la instalación de piedra volcánica. Uno de ellos ofrecía una bolsa de tamales que “van a quedar, cómanse uno para que no se pierdan”.

“Es muy importante reponerse”, agrega otro. “Hay que llenar la panza para subirse al tren”, sonríe.

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JG