Sospechas de corrupción marcan al NAIM

viernes, 19 de octubre de 2018 · 04:21
* Desde su inicio, el proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ha estado señalado por la opacidad, los sobrecostos y grandes sospechas de corrupción, advierte la revista The Economist * También refiere que la realización de la consulta ciudadana fue resultado de los cuestionamientos sobre el proyecto en Texcoco y del proceso descuidado de México para planificar y aprobar grandes proyectos CIUDAD DE MEXICO, 18 de octubre (SinEmbargo).– El desastre con el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) es culpa del mismo Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, dice este día la influyente revista económica y financiera The Economist. El sobrecosto, la falta de transparencia, la ausencia de consulta con las comunidades afectadas, la prisa y la falta de cuidado en el proyecto, así como sospechas de corrupción han hecho que fuera criticado desde un inicio. El Nuevo Aeropuerto, dice la prestigiada publicación con sede en Londres, “ha sido criticado desde su inicio. Se pondrán en peligro a 100 mil aves migratorias que se posan en el área y, según los críticos, causarán más inundaciones en el Este de la Ciudad de México, propenso a las inundaciones. Dos tercios de los mexicanos nunca han estado en un avión. Eso hace que el aeropuerto parezca un adorno para los ricos”. “El precio de 285 mil millones de pesos es un 70 por ciento más alto que el presupuesto original del Gobierno” de Enrique Peña Nieto, agrega. “Estas deficiencias son el resultado del proceso acelerado y descuidado [‘slapdash’, en inglés] de México para planificar y aprobar grandes proyectos. Los desarrolladores rara vez consultan a los residentes que se verán afectados por las obras o publican información sobre subcontratistas. Aunque los contratos para construir el NAIM se adjudicaron de manera transparente, las compañías que los obtuvieron no están obligadas a informar regularmente sobre su progreso”, dice The Economist. “Eso alimenta una sospecha de que los costos excesivos son el resultado de la corrupción. El Gobierno publicó solo un resumen ejecutivo de su informe sobre el impacto ambiental del aeropuerto”. Tales problemas se ven agravados por la política del país, detalla The Economist. Por ejemplo, “los presidentes mexicanos, que sirven solo un término, se apresuran a construir sus proyectos personales o al menos a hacer suficiente progreso para que sus sucesores estén obligados a completarlos. La construcción a menudo comienza antes de que los planos sean definitivos. El muro perimetral de NAIM comenzó a subir antes de que los constructores supieran dónde estaba la entrada del aeropuerto. Tenían que hacer cambios costosos. Las agencias responsables de proyectos a menudo no se hablan entre sí. Los procedimientos de mala calidad de México afectan a todos los proyectos de infraestructura de todas las descripciones, incluida la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México y un túnel de drenaje planificado para la capital”. La revista también menciona que la consulta para continuar con la construcción del NAIM, que se llevará a cabo la próxima semana, puede resultar un dudoso ejercicio en democracia directa, pues a diferencia de los realizados para los aeropuertos de Berlín y Nantes, éste será organizado por el equipo de Andrés Manuel López Obrador y no por el Instituto Nacional Electoral (INE). La controversia sobre el NAIM es una señal de que la democracia de México está madurando, señaló a The Economist Onésimo Flores, un experto en planificación urbana: “La élite ya no puede sentirse cómoda haciendo trampas en los proyectos, aunque la alternativa de López Obrador parece poco considerada. Ha mostrado escaso interés en mejorar los procedimientos de planificación descuidados. Afirma que sus proyectos favoritos, como un Tren Maya a través del sur de México, ya han sido respaldados por los votantes a través de su elección. Si el señor López Obrador ha cambiado de opinión sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, la votación de este mes puede darle cobertura política, pero no es un modelo para los proyectos del futuro”.