En Quintana Roo, más de mil 200 familias buscan a sus seres queridos que desaparecieron sin dejar rastro. Cumpleaños, navidades y hasta Días de Reyes han dejado de festejarse, pues hasta mayo de este año había 272 niños y adolescentes no localizados en la entidad, de acuerdo con la organización Red Lupa.
En la casa de Daysi Blanco la alegría desapareció el 21 de julio del 2022, en una calle de la Zona Continental de Isla Mujeres. La menor, de entonces 12 años, salió de su casa para trabajar en el domicilio de Marcos Antonio C. A., donde realizaba trabajos domésticos con la finalidad de ahorrar dinero y comprarse un teléfono celular, pero nunca regresó.
De inmediato, familiares y vecinos de la niña iniciaron la búsqueda “de casa en casa”; revisaron botes de basura, brechas, cenotes y tiraderos clandestinos. Repartieron volantes y carteles con la imagen de la menor y su principal sospechoso, su patrón, también conocido como “El Taquero”, pero no obtuvieron resultados.
Pasaron 21 días para que las autoridades de la Fiscalía General del Estado (FGE) respondieran a las súplicas y movilizaciones de una madre y giraran una orden de aprehensión contra el principal sospechoso, también conocido como “El Taquero”, quien tuvo tiempo suficiente para salir de la entidad, cambiar su aspecto y su nombre y refugiarse en una iglesia de Chiapas.
En ese lapso, Daysi sufrió un atentado en los límites con el municipio de Benito Juárez. Unos hombres intentaron subirla a una camioneta y la lesionaron en el brazo. Aunque levantó una denuncia, sólo recibió un “carpetazo”.
El principal sospechoso ya se encuentra tras las rejas; sin embargo, se desconoce el paradero de la adolescente. Él y su esposa aseguran que son inocentes y que no saben qué pasó con Fernanda, a pesar que fueron los últimos en verla con vida.
El pasado 22 de julio, con motivo de los dos años de la desaparición de Fernanda Cayetana, Deysi y otros familiares realizaron una marcha desde Rancho Viejo hasta la FGE y demandaron hablar con Raciel López Salazar. Como éste no se localizaba en el edificio, plantaron una tienda de campaña ante la oficina del funcionario.
Asimismo, ella y sus allegados realizaron una misa en la capilla de San Pío, para pedir por la pronta aparición de la menor.
“Un sólo corazón no me va a matar. Esta madre sigue en pie de lucha. No vamos a parar hasta encontrarla, viva o muerta”, declaró en esa ocasión.
Blanco señaló que a su dolor de no poder localizar a su hija se suma la frustración de un sistema de justicia que no hace nada. “Son omisos con nuestros desaparecidos. Es un dolor tan grande el que vivo día a día, noche tras noche, mes con mes”, refirió.
“En mi corazón no hay alegría, siempre es luto. Hay mucha tristeza en mi interior; a lo mejor por fuera no lo demuestro, pero por dentro es un dolor inmenso que siento”, confesó.
Otros familiares de Fernanda, como su hermana mayor, lamentan que la niña no conoce al nuevo integrante de la familia y no ha podido disfrutar el papel de ser tía.
Por su parte, su abuelo ha señalado que únicamente le pide a dios por el regreso de su nieta, para que puedan volver a ser felices”.
El padre de Cayetana, quien por lo general evita dar declaraciones a los medios de comunicación, ha dicho que no sabe de dónde saca fortaleza para seguir vivo. “No tengo palabras para esto que estoy sintiendo. Es algo muy, muy difícil. Desgraciadamente nos tocó vivirlo y por esa razón no doy entrevistas”, ha dicho.
Autoridades, omisas
Las madres buscadoras han hecho llamados reiterativos al personal de la FGE para que dejen la simulación y se enfoquen en la investigación del paradero de las personas desaparecidas, pues las fichas de búsqueda se acumulan en muros públicos, postes de luz y redes sociales, así como los cuerpos sin identificar se amontonan en el Servicio Médico Forense, donde habría más de 800, según reconoció la misma dependencia.
A estos se sumarían los incinerados de manera clandestina en dos crematorios recién clausurados en Cancún y las fosas clandestinas encontradas.
En Quintana Roo hay discrepancia de datos en cuanto a personas desaparecidas, pues mientras la estadística oficial del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) sostiene que de enero a agosto se contabilizaron 883 víctimas, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas reportó que de enero a mayo la cifra alcanzó los mil 213.
Los municipios con mayor incidencia son Benito Juárez, con el 40 por ciento de los casos (340); Playa del Carmen, con 181 hasta el 31 de agosto y Othón P. Blanco, con 180.
Sólo querían una mejor calidad de vida
Procedente de Tabasco, José Luis García López, busca a su hijo Jeremías García Hernández, quien tiene un año, dos meses y 15 días desaparecido, luego de ser levantado en una construcción en Tulum, a seis meses de haber llegado de su tierra natal en busca de una mejor calidad de vida.
“En un operativo de la Policía Municipal, la fiscalía y la Marina lo detuvieron, en una obra. Antes ya se habían llevado a cuatro personas más, luego sólo presentaron a esas cuatro, pero no a mi hijo. Me lo desaparecieron desde ese día. Me lo desaparecieron”, comentó mirando al horizonte y tratando de contener las lágrimas.
Narró que le avisaron los primos de su hijo, con quienes llegó a Tulum a trabajar. “Me avisaron el viernes por la tarde y empecé a hacer llamadas. Tengo un amigo que se movilizó y el sábado me dijo que no encontraban por ningún lado a mi hijo, que no estaba detenido ni aparecía por ningún lado”.
Con esa información y el corazón en la mano, el domingo tomó un camión desde Villahermosa, Tabasco, rumbo al noveno municipio, con la esperanza de hallar a su hijo en alguno de los sitios donde los uniformados pudieron haberlo llevado detenido.
“A la par levanté una denuncia a través de la línea telefónica de Derechos Humanos. Entonces llegué acá (a Tulum), lo busqué y no estaba. Efectivamente no estaba por ningún lado, no lo habían presentado”.
Con voz entrecortada al recordar esos días, relató que levantó su denuncia ante la Fiscalía General del Estado Quintana Roo y consiguió dos órdenes de aprehensión contra los policías; sin embargo, éstos se dieron a la fuga. “Además, solicitamos una ficha de recompensa y hasta ahorita nada”, dijo.
Su hijo Jeremías tenía 22 años al momento de los hechos. “Es el mayor de mis tres hijos. Él aprendió el oficio de fierrero, trabajaba el acero en la obra de una empresa particular que se dedica a hacer hoteles”.
José Luis dijo que conocía la zona porque había venido a trabajar con la empresa más de un año antes de la desaparición del joven.
“Estuve trabajando sólo seis meses. Me retiré y luego le avisé (a su hijo). Oye, me dijo el maestro de obra que si vas a trabajar. Me dijo: a lo mejor. Luego él vino y cuando pasó lo de su desaparición, me moví para acá”, narró.
Mencionó que en ese entonces recibió asesoría de la Comisión Nacional de Derecho Humanos (CNDH), me guiaron para levantar la denuncia. Después supo del colectivo “Verdad Memoria y Justicia”, del que ha recibido acompañamiento para continuar con la búsqueda de su hijo.
Con la esperanza de hallarlo aún con vida, la organización ha participado en dos búsquedas de personas en Tulum. Sin embargo, ya pasó más de año y medio de los hechos y a pesar que hay una denuncia en la Fiscalía de Quintana Roo, hasta ahora, dice que no ha tenido ninguna respuesta.
“Se vive con desesperación, con preocupación y sin poder desarrollar un trabajo al cien por ciento. No me puedo concentrar en el trabajo. Ahorita tengo un dolor de cabeza desde hace una semana por la preocupación”, confesó.
Son los colectivos, no las autoridades, los que les brindan esperanza
Guadalupe Márquez Díaz es otra de las víctimas indirectas de la crisis de desaparición forzada que hay en la entidad. Hace tres meses su hermano Jesús fue “levantado” en su taller de Chetumal.
Desde entonces, la familia ha puesto su confianza en los colectivos de búsqueda, con los que esperan obtener la respuesta que las autoridades encargadas de la procuración de justicia les adeudan.
“A mi hermano se lo llevaron de su taller en Chetumal, hace tres meses. Yo vivo en Cancún, contacté con el colectivo de ‘Madres Buscadoras’, se me hizo más fácil buscar a la señora Mary Patrón; ella me ha ayudado”, compartió.
La entrevistada fue una de las 158 personas que acudieron a la jornada de toma de muestras de sangre que realizó la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) en Cancún hace unos días.
“Viene por lo de las pruebas de ADN que están haciendo para que con ello tengan el archivo a nivel nacional para que en caso que pudiera aparecer (su hermano) en cualquier lugar, logren identificarlo”, contó a POR ESTO!
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El organismo nacional llegó a Cancún atendiendo un llamado de auxilio de los colectivos de búsqueda de personas, en concreto de “Verdad Memoria y Justicia”, que representa Romana Rivera Ramírez.
Entrevistada en un salón lleno de familiares de víctimas de desaparición, señaló que todos: madres, hermanas, esposas, padres, hermanos y esposos mantienen “amarrado” su corazón con un hilo de esperanza, que es encontrar a sus seres queridos y poder cerrar un capítulo. Lo ideal, dijo, sería hacerlo con vida.
“La palabra clave que los mueve es amor, amor profundo, libertad, esperanza, servir, duelo suspendido y justicia, eso define al colectivo”, explicó.
Guadalupe aguarda pacientemente a que el personal de la CNB abra la puerta y la llamen; mientras, mantiene en su mano la ficha con el número 10, que es su turno, en el segundo de cinco días de jornada.
Ella lleva más de dos horas haciendo la antesala, pero dice que no le importa el tiempo que deba esperar, porque su misión es una: hacer todo lo posible por lograr saber en dónde está su hermano.
“Entraron a buscarlo a su taller. Llegaron dos carros el 12 de junio. Dos carros con cuatro personas encapuchadas y se lo llevaron”, narró tratando de mantener la serenidad.
Agregó que tan pronto le avisaron a su cuñada de la desaparición de Jesús ésta fue a levantar la denuncia en la Fiscalía del Estado, en Chetumal; sin embargo, sólo ha recibido largas, “no hay respuestas, no hay investigación”, dijo con profunda tristeza y hasta incredulidad, porque le parece inconcebible la apatía de las autoridades de justicia.
“Aquí andamos, tratando de buscar y ver quién nos apoye. Está muy difícil todo esto”, murmuró Guadalupe.
Como parte de las indagatorias del caso, la víctima mencionó a las autoridades que su hermano había adquirido previamente un lote de motocicletas al gobierno estatal; sin embargo, no supo a quién se lo compró, el estado de los vehículos, tampoco cuántos fueron. “Sólo sé que las tenía en su taller”, dijo.
Además, desde el momento de los hechos, en junio pasado, hasta hace apenas unos días, personal de la Fiscalía mantuvo asegurado el local de Jesús Márquez. “Nos decían que era evidencia, aunque hasta ahora no tenemos ningún reporte de avance de las investigaciones”, se quejó.
Ella, después de la desaparición de su hermano, se ha sumado a las brigadas de búsqueda de personas que llevan a cabo los colectivos. “Por un lado quisiera encontrar ahí (durante las búsquedas) a mi hermano, pero por otro, me da mucho miedo que este muerto”, confesó.