Quintana Roo: Los rebeldes eran esclavizados en Cuba durante la guerra social maya

La guerra social maya o guerra de castas, fue el resultado del sistema de explotación y opresión; con engaños les prometían a los indígenas la dignidad bajo el disfraz de una “contrato de trabajo”
lunes, 23 de enero de 2023 · 15:47

 La guerra de castas, como señala Jhon Reed a la sublevación de los mayas en 1847, o guerra social maya, como refiere el historiador yucateco Renato Ravelo, no fue un movimiento que nació de la noche a la mañana, fue el resultado, como dice el historiador Javier Rodríguez Piña, del “… sistema de explotación y opresión con el que se mantuvo al indígena (maya), primero, durante el periodo colonial, luego, durante el régimen de independencia.

Durante la colonia, refiere el historiador Renato Ravelo, en su libro, La Guerra de Liberación del Pueblo Maya, los nativos fueron obligados a contribuir desde los 14 años al Rey, 14 reales al año y 12 al cura del pueblo; además, la mujer maya, también se le obligó a pagar, desde los 12 hasta los 55 años, nueve reales al párroco.

Pero, por si fuera poco, apunta el estudioso, también se le obligaba a los niños contribuir con un huevo semanal para al cura. Se agregaba también la contribución de medio real al gobernador cada mes, además del pago de otros 4 reales a las autoridades locales.

Durante el periodo colonial, los reyes de España autorizaron a los conquistadores someter a trabajos forzosos a los mayas, pero pagándoles, aparentemente un salario; aparte, también tenían que trabajar gratis para el encomendero, además de ofrecerle productos en especie, de su propio trabajo, como manta, miel o cubos o maíz, entre otros.

Esa situación apunta Javier Rodríguez Piña en su libro, La Guerra de Castas, La venta de indios Mayas a Cuba 1848-1861 representó un “... choque social cultural que transformó, radicalmente su existencia toda vez que antes, los mayas vivían de alguno modo más libres en sus comunidades.

Con la independencia de México, la situación de los mayas ante el poder, poco cambió, más en la península de Yucatán en donde los que ostentaban el poder político y económico, la naciente burguesía yucateca, como señala Renato Ravelo, quería sentirse tan independientes de la república federal que, el entonces Antonio López de Santa Ana, en 1842, acusó a éstos, de architraidores por separatista y por mantener relaciones directas con los gringos.

Los mayas, que habían sido utilizados por los gobernantes blanco en misiones apoyo al ejército yucateca en combates contra las fuerza federales, bajo la promesa de que se les respetaría sus tierras y se drogaría el pago de impuestos, refiere Bernardo Itzá Caamal, investigador del Instituto Nacional de Los Pueblos Indígenas, pero señala que a pesar de los apoyos que habían dado a los blancos, a situación de ellos   empeoraban, pues en 1842   el gobierno yucateco decretaba   la reducción de las tierras de labor de pueblos indios, además de que se les agrega el pago de impuestos por cultivar sus tierras, las mismas que habían trabajado toda la vida. Esta situación apunta el investigador impulso a los mayas a tomar las armas y enfrentar al enemigo, que es el gobierno de los blancos, los, dzuloob, apunta.

Los mayas no eran desde luego, ajenos al manejo de armas, pues ellos ya tenían experiencia, porque habían participado   en guerras al lado de los soldados yucatecos, refiere   el historiador Javier Rodríguez Piña.

Esas experiencias les sirvió mucho cuando estalla la guerra de castas en 1847, pues, ellos actuaron como les habían enseñado los saldados yucatecos, con saña cuando ocupaban una ciudad o una comunidad de Blancos.

Los yucatecos llegaron a tener mucho miedo a los indios mayas por la   sangría con la que mataban cuando ingresaba a las comunidades yucatecas. Esa situación obligó al gobierno yucateco a buscar una salida a esa situación después de ´poco más de un año de haber iniciado la guerra de castas (30 de julio de 1847), el gobierno de Yucatán, emitió un decreto en 6 de noviembre de 1848, para expulsar a los mayas rebeldes de Yucatán.

Según Rodríguez Piña, en primer embarco de mayas a Cuba, se dio inicio en febrero de 1849 y se mantuvo hasta 1861, aunque, a punto, esa comercio ilegal, desató mucha polémica a nivel político entre el gobierno de Yucatán y el gobierno federal aunque finalmente, el gobierno federal, en esa época representado, por Jose Joaquín Herrera, había solicitado después que fuera revocada la orden del 6 de abril en donde se prohibía la venta de indios a Cuba, luego de que en una extensa carta que enviara el gobernador yucateco Miguel Barbachano, declaraba que el envió de mayas a Cuba era un “acto humanitario y filantrópico”.

Desde luego, el envió de mayas a la isla de cuba para ser vendidos en las encomiendas azucareras, fue disfrazada, porque hay que señalar que la venta de esclavos había sido prohibida desde 1817, con la firma de un tratado entre España e Inglaterra.

Entonces la venta de mayas rebeldes había que darle un cariz que pareciera no propiamente una venta, sino una especie migración laboral por un periodo de 10 años, completamente voluntario,

Los yucatecos tenían prisa por deshacerse de los mayas, sobre todo, los rebeldes que estaban en las cárceles, y por lo mismo, cuando se dio el primer embarque de mayas hacia la isla, que fue el 28 de febrero de 1848, ni siquiera había un dictamen de la Junta de Fomento de Cuba para admitir el ingreso de los mayas a la ínsula   apunta el historiador Rodríguez Piña.

Y es que, durante el periodo de ventas de indios mayas a Cuba, tanto con el visto bueno del gobierno de México, como sin ella y solo con el consentimiento bajo el agua de los gobernantes yucatecos, fueron enviados a la isla, no solamente rebeldes, de la guerra de castas, sino a mayas que eran capturados bajo engaños en sus comunidades.

Muchos de los 2 mil mayas que fueron vendidos a Cuba para que trabajen en las plantaciones cañeras, se escaparon, algunos regresaron a Yucatán y otros se metieron a la sierra de   la isla para vivir como cimarrones, porque las condiciones de explotación en la ínsula eran un poco peores que las que vivían en las encomiendas y haciendas de Yucatán.              

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NR