Oíamos gritos de niños: Empleados del Tren Maya narran rescate tras volcadura de un ADO

La volcadura de un autobús de ADO en la carretera Cancún-Mérida ocurrió cerca de la zona de obras del Tren Maya en Quintana Roo, cuyos trabajadores acudieron al rescate de los pasajeros
lunes, 7 de febrero de 2022 · 10:27

Los trabajadores del Tren Maya en la carretera Cancún-Mérida, cerca de la comunidad de 'El Tintal', fueron algunos de los que colaboraron con los trabajos de rescate de los pasajeros del autobús de ADO que se volcó tras ser impactado por un volquete, mientras iba rumbo a la capital de Yucatán.

Muchos de ellos se encontraban en crisis nerviosa, debido a que la escena que tenían frente a sus ojos era fuerte, y desconocían lo que sucedía; en algunos casos, les tocó ver gente bañada en sangre, que aún permanecían atrapados dentro de la unidad de transporte.

Cuerpos tirados en el monte a un costado del autobús, acordonamientos, vehículos de emergencia estacionados, bomberos con cara de angustia al entrar a la zona del desastre, no sabían si decir algo o no, pues los demás pasajeros querían saber si sus conocidos estaban con vida. Fueron sólo algunos de los momentos que se vivieron en el lugar del desastre.

Un trabajador del tramo carretero donde se realizan obras para el Tramo 4 del Tren Maya, ubicado en el kilómetro 242, contó que mientras ayudaba a la gente a salir, se escuchaban gritos de niños y adultos pidiendo auxilio al estar atrapados debajo o dentro del autobús.

“De pronto, luego de unos 15 minutos, se dejaron de escuchar los gritos. Fue impactante, angustioso, porque no podíamos hacer nada, más que esperar a los cuerpos de emergencia”, dijo otro de los trabajadores.

Más tarde, arribaron elementos de la Policía Municipal, Guardia Nacional, Bomberos, Protección Civil, personal de la carretera y paramédicos de Playa del Carmen.

Extranjeros vendados de los brazos, con golpes en el rostro y con la ropa sucia, se sentaron a un lado de la carretera utilizando una de las contenciones como respaldo. Esperaban su turno de ser atendidos; para cuando llegó la ayuda, enfrentaron otro problema: la barrera del idioma. Con un limitado español trataban de explicar sus dolencias a los socorristas.

Paramédicos ansiosos de ayudar, esperando que los bomberos extrajeran más personas lesionadas, pero con vida, para atenderlas y llevarlas de inmediato a un hospital y ponerlas fuera de peligro.

Alrededor de ocho horas duraron las labores de rescate. La lluvia parecía no dar tregua, sin embargo, a los elementos de emergencia no les importó, querían más gente viva, menos sufrimiento. Sus caras reflejaban el sentimiento de impotencia al no poder hacer más.

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CG