Historias de Cozumel: Conoce a don Miguel Marrufo, fiel guardián del reloj público

Poco más de medio siglo don Miguel Marrufo o 'Totochito' como algunos le dicen, se dedicó a dar mantenimiento al monumento del Parque Benito Juárez
domingo, 11 de julio de 2021 · 13:50

Don Miguel Marrufo Orozco, conocido como don “Totochito” recién acaba de cumplir 105 años, de los cuales, poco más de medio siglo dedicó a cuidar y dar mantenimiento a uno de los monumentos históricos y emblemáticos de Cozumel, como lo es el reloj público del Parque “Benito Juárez”.

Por esa razón, don Miguelito Orozco es ampliamente conocido como “El Guardián del Reloj”, pues durante más de 60 años se encargó del mantenimiento y funcionamiento de esta joya arquitectónica y vive para contarlo. Siempre andaba con su sombrero y lentes oscuros.

Don Miguel Marrufo Orozco nació en Cozumel el 5 de julio de 1916 y es el quinto de 14 hermanos, una familia muy numerosa en su momento, pero ahora solamente sobreviven él y su hermana Guadalupe. Don Miguel estudió hasta el sexto grado de primaria en la “Benito Juárez” y desde los 13 años empezó a trabajar para el municipio como meritorio (sin sueldo) con el delegado de gobierno de la época, Gabriel Cortines, quien tiempo después lo ascendió a jardinero y encargado del reloj público.

Pero el primer personaje en darle mantenimiento, los primeros años al emblemático reloj público de la isla, fue un inmigrante español de nombre Alfredo González, conocido como “Bolchevique”, quien justamente tenía como ayudante a don Miguel Orozco, quien aprendería el oficio y heredaría el puesto.

Si bien es cierto, el famoso reloj público de Cozumel y don “Totochito” (apodo que le puso su abuela por su tamaño, ya que, es bajito de estatura) tienen algo en común: Este monumento de la isla ya tiene 111 años y don Miguelito acaba de cumplir 105 años de vida, ambos con una gran historia.

Por cierto,  la primera piedra de este monumento fue colocada en abril de 1910, siendo inaugurado el 15 de septiembre durante el Grito de Independencia para celebrar los 100 años de la Independencia de México, aunque oficialmente entró en operaciones en 1911.

Aunque parezca difícil de creer, don “Totochito” por más  de medio siglo (60 años) fue el “guardián del reloj público”, todos los días, todas las tardes, todas las noches, siempre estuvo allí, pendiente de que los engranes estuvieran trabajando al 100, que la hora fuese la correcta, pues la gente de aquel entonces se fijaba en el tiempo a través de nuestro emblemático reloj, testigo mudo de la modernidad.

Incluso hubo un tiempo que alrededor de las 5 o 6 de la mañana, este reloj entonaba las mañanitas y cada que marcaba la hora entonaba sus clásicas campanadas que retumbaban el Parque “Benito Juárez” y sus alrededores.

Se habla de que fue en 1981, siendo presidente municipal el finado Carlos Antonio González Fernández fue sustituida la maquinaria con cuatro carátulas nuevas que tiene hasta la fecha, ya que, la original se exhibe en el Museo de la Isla; un dato curioso es que hubo una ocasión que uno de los números romanos de este reloj estaban mal colocados, algo que no pasó desapercibido para la población.

El mantenimiento fue constante para evitar que esta importante obra se derrumbe, el Parque ha sufrido cambios originados de la modernidad, aunque este gigante de piedra se mantiene de pie, pero quien ya se encuentra cansado es don “Totochito”, quien vive a unos cuantos metros del reloj, lúcido, pero con un corazón indomable.

Sólo unos cuantos metros los separan uno del otro, de vez en cuando “Don Totochito” con ayuda de sus familiares sale a dar su vueltecita para encontrarse de frente con su eterno “amigo”, pero ya no puede subir hasta la parte alta del reloj, solamente se queda mirando recordando aquellos tiempos cuando fueron inseparables.

Hace un par de años, el gobierno actual, encabezado por Pedro Joaquin Delbouis, rindió un pequeño homenaje en vida a este personaje, entregándole una pequeña réplica del reloj.

Las manecillas del reloj siguen su marcha. Con la llegada de la pandemia, también se quedó solo, pues con la cuarentena no se veía una sola alma en el Parque, pero su corazón siguió latiendo. A más de un año de encierro y cuidados, paulatinamente la gente regresó al Parque “Benito Juárez”, el turismo retornó y el sitio cobró vida de nuevo.

 Una amistad que perduró por años, donde don “Totochito”  cuidó de este reloj -mucho tiempo sin recibir un solo peso- pero siempre estuvo allí, hasta que las fuerzas lo abandonaron.  111 años del gran reloj se dicen fácil, 105 años en una persona mucho más complicado en estos tiempos tan difíciles donde la tecnología atrapa a la humanidad, pero nada derrumba a este gigante que aguanta huracanes.

Afortunadamente, don Miguel Orozco también está de pie, cansado por los años, pero  aún lo tenemos entre nosotros. Es el orgullo de la familia, una reliquia viviente, un soldado difícil de derrotar, el amigo, el padre, el abuelo, el bisabuelo, un gran ser humano, el fiel guardián del reloj público de cozumel.