Chicozapote: El árbol chiclero de Quintana Roo

Conoce el árbol milenario de Quintana Roo, el cual su proceso convierte en uno de los dulces más famosos del mundo, el chicle
viernes, 25 de junio de 2021 · 18:19

El chicozapote o Manilkara zapote (nombre científico), pero mejor conocido desde hace miles de años como "el árbol del chicle, milenario gigante  el cual llega a alcanzar una altura de 40 metros.

Este mítico grandote es originario de las selvas tropicales de la Península de Yucatán, Guatemala y Belice, en México se encuentra localizado en el sur, en los estados de Veracruz, Chiapas y Quintana Roo, donde el chicozapote representa más de 25 por ciento del arbolado selvático del estado mexicano.

El chicozapote se ha utilizado desde épocas prehispánicas ya que su fruto fue muy alabado por colonizadores ya que tenía un excelente sabor, muy superior a distintas frutas se conocían en Europa.

Su tronco, el cual es de una madera de excelente calidad y atractivo color, es utilizado para la elaboración de pegamentos, barnices y aislantes.

Una de las grandes ventajas de este árbol es que florece durante la mayor parte del año y a las semillas de su fruta se le atribuyen propiedades medicinales.

El chicle en Quintana Roo

La producción de chicle en Quintana Roo comenzó en 1917, donde los primeros trabajadores llegaron a la entidad providente de Veracruz, Yucatán, Chiapas y Belice.

El primer gran contratista fue el cubano Julio Martín, fundador de la Casa Martín Martínez, cuyos campamentos estaban en las inmediaciones de Santa Cruz de Bravo, hoy Felipe Carrillo Puerto.

En 1936 en la entonces conocida Hacienda Santa María, hoy Leona Vicario, el Gobierno Federal entregó 241 mil 83 hectáreas a Faustino Martínez para la explotación del chicle y el palo de tinte, con la finalidad de colonizar este lugar.

La producción chiclera ha jugado una importancia crucial en la preservación de los bosques tropicales de Quintana Roo. Al dar a la población rural posesión de los recursos de los que dependía para subsistir, creó un fuerte incentivo para la conservación, además de que sostener la producción de chicle requiere mantener los chicozapotes y el conjunto de la selva.

La chiclería permitió crear una "tradición forestal" basada en la preservación y el conocimiento de los bosques de la región. Gran parte de las selvas que hoy subsisten en la entidad son los bosques que los ejidos chicleros mantuvieron, mientras que en los ejidos creados posteriormente, por los programas de colonización, se realizaron grandes desmontes.

Actualmente ha disminuido la forestación del árbol chicozapote debido a la gran civilización que existe en la zona maya, aun existen algunos pobladores en Felipe Carrillo Puerto que sigues trabajando de manera artesanal el chicle, aunque la producción es poca debido a que hay miles de árboles ya explotados hace miles de años, el cual ya no dan la resina para el proceso.

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RM