Abuelito añora su oficio de chiclero en Leona Vicario

Don Juan Cauich Pool se inició como chiclero a los 19 años; al día lograba obtener hasta 10 kilos de chicle
domingo, 28 de febrero de 2021 · 13:22

Hace varios años por la sequía y un incendio disminuyó el crecimiento de árboles de chicozapote, con el que se extrae el chicle en la región de Leona Vicario y con el tiempo también se perdió el interés por el oficio de chiclero, dijo Juan Cauich Pool, un hombre de 74 años de edad, quien desde los 19 años comenzó con esta ocupación, mientras recordaba sus tiempos de juventud, no pudo ocultar la emoción al relatar todas las experiencias que vivió gracias a este trabajo, comenzando por los recuerdos de niño junto a su padre, quien fuera su maestro, actualmente se dedica a cheapear terrenos, pero le gustaría por lo menos un día volver hacerlo, ya que es un sueño recurrente.

El chicozapote es una planta de la familia de las sapotáceas cuyo nombre común proviene del náhuatl “chictli”. Desde hace siglos esta goma ha sido utilizada por muchos pueblos americanos para mascar, ya que tiene un aroma y un sabor dulce por naturaleza.

Juan relató que su padre desde muy niño, lo acercó al campo, todos en la familia vivían de eso, la temporada comenzaba en agosto hasta diciembre, la primera vez que vio todo el proceso le despertó el interés y le dijo a su papá que el próximo año él también quería trabajar y fue ahí donde comenzó la mejor época de su vida como la llama.

“Era bonito preparar todas las herramientas y los alimentos que nos íbamos a llevar, porque una vez que salíamos de casa, podían pasar hasta cinco días dentro de la selva, para esta labor se necesita mucha paciencia, porque hay que esperar a que se llene la bolsa y en aquellos tiempos éstas eran de lona, pero todos le dice chivo” 

Lo primero que hacían era limpiar todos los utensilios como el machete y las bolsas, después seleccionaban el árbol más ancho y despejaban las ramas y comenzaban a cortar la corteza, ya sea en líneas inclinadas o cruzadas hacía abajo.

Jesús mientras narraba todo lo que vivió no podía ocultar su sonrisa y habló de cada detalle con un inmenso orgullo, así que se levantó de la silla y dijo, “les voy a enseñar como se hace” tomó su machete y se dirigió hasta el fondo de su amplio traspatio donde mantiene tres árboles de chicozapote.

Comenzó a cortar una y otra vez, mientras nos contó que, para subir a lo más alto del árbol tenía que atar una cuerda alrededor del tronco, después ellos mismos y con unos ganchos en los pies trepaba, comenzaban a cortar y colocaban el chivo con una especie de lengua, para que no se desperdiciara.

Recuerda que después de comer, esperaban la tarde noche, para recoger los chivos, algunos árboles no llenaban los chivos, pero había otros que dejaban toda la noche, porque daban mucho, después todo se cocinaba en una paila, hasta por cinco horas, para que tomará su consistencia y poderla vender.

En una buena temporada Jesús podía ganar hasta mil pesos, que en aquel tiempo le alcanzaba perfecto para mantener a su esposa y a sus hijos, este oficio lo realizó durante 20 años, y una vez que se perdió el auge se dedicó a la siembra de milpa, sin embargo, nunca fue los mismo.  

CI