Pandemia permite la convivencia familiar en Cancún

Algunos niños de Cancún relacionan el COVID-19 con una bolita verde, otros con la enfermedad e incluso la muerte. Mencionan que la pandemia les dio la oportunidad de convivir más tiempo con su familia.
lunes, 3 de agosto de 2020 · 08:12

Una canción, enfermedad, algo doloroso, tristeza, enojo y muerte, es lo que 10 niños piensan cuando escuchan la palabra coronavirus, los cuales coincidieron en que la propagación del virus COVID-19 se debe a que los adultos continúan saliendo a la calle, pero más allá de eso, la pandemia les dio la oportunidad de estar más tiempo con sus padres.

Para Mía, tiene siete años, el confinamiento terminará cuando todos se queden en casa, pues "esto hará que el virus se canse de buscar personas y desaparecerá".

“Mis vecinos hacen fiestas y no usan cubrebocas"; "estoy enojada porque nunca nos dijeron que ellos estaban infectados"; "siento feo no poder acercarme a mi mamá"; “mi tío no sobrevivió al coronavirus y eso me pone triste”; “mi papá es policía, tengo miedo que se enferme por cuidar a la gente en las calles”; y “me da miedo que muera mi papá porque su trabajo es peligroso”; son algunos de los comentarios que los niños dijeron a Por Esto!

Al inicio de la contingencia sanitaria por el virus COVID-19, la población adulta manifestó, a través de redes sociales, sufrir algún tipo de trastorno. Estos cambios eran generados por el miedo, el desempleo y sobre todo, por el confinamiento al que todos debieron someterse para evitar la propagación masiva del coronavirus.

Hasta el mes de junio en Cancún, de acuerdo con las cifras obtenidas por el Grupo Especial de Atención a Víctimas de Violencia Familiar y de Género (Geavi), a través del número de emergencias 911 atendieron llamadas solicitando asistencia psicológica, de las cuales, 90 por ciento fueron jóvenes solicitando apoyo por problemas, en su mayoría, sentimentales; el otro 10 por ciento fueron padres de familia que sufrieron algún trastorno mental derivado del desempleo, pero también mujeres amas de casa necesitaron de este tipo de ayuda, ya que fueron violentadas dentro de su hogar.

Mientras jóvenes y adultos luchaban contra sus temores, los más pequeños de la familia se formaron una idea de la emergencia sanitaria que vivían, conforme a lo que veían a su alrededor.

Esos niños respondieron algunas preguntas cómo ¿saben en realidad por qué están usando cubrebocas?, ¿por qué de un día a otro dejaron de ver a sus amiguitos?, ¿qué tanto saben sobre el coronavirus?, ¿cuáles son las consecuencias de ser portador de COVID-19?,  a lo que con espontaneidad respondieron lo siguiente.

Tadeo es un pequeño de siete años. Su papá es técnico embalsamador. El niño entiende el oficio que su progenitor realiza, y aunque le han explicado que los cadáveres de las personas contagiadas o sospechosas por el virus COVID-19 son tratados como otros cuerpos, teme por la salud de su padre.

Él sabe lo que es convivir con una persona infectada, pues un miembro de su familia fue portador del virus y el aislamiento social lo pasaron bajo el mismo techo. El menor sentía miedo porque, esa persona a la que él quiere mucho, manifestaba tener dolores y dormía demasiado. Eso lo hizo pensar en la muerte.

"Es como que algo te pasó y es muy doloroso; luego ya no aguantas más y te mueres", resumió su experiencia cercana con la enfermedad.

Ahora que su familiar se recuperó, se cuida más, e incluso, seleccionó cubiertos, un plato y un vaso para cada integrante de su familia y así evitar que alguien se contagie.

Mía es una pequeña de siete años. Su fiesta de cumpleaños fue planeada con meses de anticipación, pero conforme se acercaba la fecha, su estado de ánimo decaía pues ese festejo con sus compañeritos de escuela, comiendo pizza y corriendo entre juegos, tuvo que suspenderse. Las felicitaciones fueron a través de llamadas telefónicas. Hasta  ahora no ha podido recibir todos sus regalos, y por precaución, no quiso abrazos de felicitación de sus padres y hermana, ya que desde el inicio de la contingencia aprendió a cuidarse tomando la "Sana Distancia".

Ella piensa en una canción cada vez que escucha la palabra coronavirus y recuerda cómo fue su último día de clases presenciales.

"Estábamos en el salón todos juntos. Después empezó el coronavirus y ya no regresé a la escuela".

Leo es un niño de ocho años que vive con sus tíos, a quienes ve como sus padres. Tiene una hermana menor, la cual es del grupo vulnerable, y por eso, aunque tenga ganas de salir a la calle, se cuida y la cuida no haciéndolo.

Para él, el virus es una enfermedad que impide a las personas salir como antes. Las clases desde su hogar han sido aburridas por no estar con sus amigos, y en ocasiones llora porque siente que es demasiada la tarea, pero termina haciéndola y aprovecha el tiempo repasando las tablas de multiplicar y jugando con su hermanita.

Relaciona la palabra COVID-19 con algo peligroso. No conoce de alguna persona que haya sido portadora de esta enfermedad, pero piensa en las personas que lo padecen o han padecido.

"Se enferman tanto que pueden pasar años en un hospital y otros mueren".  

Violeta es una niña que está por cumplir 10 años. Desanimada nos mencionó estar triste porque no va a tener una fiesta. Sabe que si sale de su casa debe usar cubrebocas y llevar gel antibacterial por el virus que está matando a la gente.

Al escuchar la palabra coronavirus se siente triste, por eso obedece a su mamá de no salir de casa, donde pasa la mayor parte del tiempo jugando con sus gatos. Una tarde, su maestra les dijo que serían suspendidas las clases por un virus que estaba enfermando a la gente; ese fue el último día que pudo convivir con otros niños.

La niña dijo que conoce a alguien que ha sido portadora del virus y contó cómo se enteró y lo que sintió: "Es una amiga de mi mamá; ella me dijo. Me sentía triste porque pobre de ella".

Lalo es un pequeño de 10 años. Su papá es policía. Piensa que su trabajo es muy riesgoso al estar en contacto con mucha gente en las calles; no le gustaría que se enfermara ya que conoce de las mortales consecuencias, pues su tía padeció este virus, y cuando él se enteró, se sintió triste a pesar de que su abuelita fue sensible y utilizó las palabras correctas para explicarle lo que estaba pasando. Desde entonces, los cuidados en su hogar son extremos y no le importa estar en casa viendo programas por T.V., incluso hasta altas horas de la noche; en su inocencia siente que está de vacaciones.

Lalo recuerda a su tía como la gran persona que siempre fue con él: "Me sentí muy triste porque era mi tía y era muy buena conmigo".

Dany es una pequeña que en su último día de clases presenciales cumplió 11 años. Ese mismo día les avisaron que por seguridad ya no iban a asistir más a la escuela. Con nostalgia recuerda que estuvo muy contenta porque celebró junto a sus compañeros a quienes desde entonces no ve.

Durante el confinamiento, uno de sus tíos enfermó pero en un inicio el médico le dio un mal diagnóstico hasta que  finalmente se confirmó que era portador del virus COVID-19.

La familia, aun sin tener la certeza de que había contraído la enfermedad, tomó las medidas preventivas, ya que ella, por su curiosidad, ha investigado y sabe que “el coronavirus es una familia extensa de virus que trae muchas bacterias y enferman a los humanos y mascotas”. Ella, aparte de realizar sus tareas, la cuarentena la pasa cuidando a sus gatas, y aunque las clases en casa son buenas, ya quiere regresar a las aulas.

"No tuvimos clases en línea sino en la tele. Fue algo muy triste porque, no vernos y todavía que nos estén diciendo que hasta nuevo aviso vamos a regresar, nos pone tristes".

Valentino es un niño de 12 años. Su mamá, al ser del grupo vulnerable, permaneció junto a él en casa. Esto le pareció una buena idea ya que antes de la contingencia, por las mañanas asistía al colegio y por las tardes ella se iba a trabajar, así que lo tomó como tiempo de convivencia junto a ella.

Para él, las clases en casa fueron raras por no ver a sus amigos a quienes extraña, pero se divierte jugando con sus mascotas, como otros pequeños.

Aseguró que conoce a una persona que padeció esta enfermedad y comentó lo que pensó al enterarse. “Sentí feo porque es un virus que te ataca y no se debe de sentir nada bonito”.

Mildred, de 12 años, es muy inquieta e inteligente. Ha investigado sobre el coronavirus. Sus padres pertenecen al grupo de riesgo, lo que la motivó a buscar mucha información sobre los cuidados, los cuales sigue al pie de la letra.

Platicó que sabe que este virus ha existido desde hace mucho tiempo en los animales y hace poco pasó a los humanos. En su último día de clases fueron pocos de sus compañeros, y fue raro para ella el que los mantuvieran a todos alejados.

Sus vecinos fueron portadores de COVID-19, y cuando se enteró, le generó enojo.

“Me enteré cuando mi mamá lo dijo durante la comida y me enoja porque los vecinos hacen muchas fiestas, cuando se supone que no se debe por los contagios”.

Liss es una pequeña de 13 años y sabe de lo que es tener a un familiar infectado, pues su mamá está pasando la etapa más difícil del coronavirus. Al inicio de la contingencia pensaba que el uso de cubrebocas o careta para prevenir el contagio era algo incómodo, pero poco a poco fue acostumbrándose y ahora evita salir a la calle.

Conforme su mamá inició con los síntomas, la alejaron de ella. Esto, para la menor, ha sido doloroso, pues no puede estar al lado de su mamá quien se comunica con ella, si no se siente tan cansada y puede respirar sin mucha dificultad, a través de mensajes enviados por celular.

Así han pasado ocho días desde que les dieron los resultados, los mismos días que la niña ha sentido coraje, pues sus vecinos jamás tomaron alguna medida para prevenirlo y se contagiaron llevando el virus hasta la puerta de su casa. “¿Por qué no decirnos para que nos cuidáramos más?

El “Quédate En Casa” no ha sido un problema para los niños, ellos por temor a que sus padres se enfermen o peor aún, que tengan un desenlace fatal, toman de la mejor manera el confinamiento. También practican la Sana Distancia, el lavado constante de manos, uso de cubrebocas y todas las medidas para no enfermarse. Un gran ejemplo que muchos adultos están a tiempo de tomar.

Por Jazmín Rodríguez