Rompen sana distancia por festejos a la Virgen de Guadalupe en Cancún

No se respetaron las medidas sanitarias durante las mañanitas a la Virgen
viernes, 11 de diciembre de 2020 · 23:49

La sana distancia quedó en el olvido durante las mañanitas a la Virgen de Guadalupe en Cancún a pesar de las recomendaciones hechas por el sector Salud y de que el semáforo epidemiológico nacional indica que es mejor mantener en casa y salir solo en caso de ser necesario.

En las filas que hicieron los feligreses, previo a la entrada al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe de Cancún, no fue respetado el metro y medio de distancia entre una persona y otra, a esto se suma que otra de las medidas preventivas que los templos católicos implementaron desde el reinicio de las actividades religiosas, fue dejar ente banca y banca una desocupada, sin embargo durante los festejos de la Virgen no fue así.

Niños y personas de la tercera edad, los cuales están dentro de los grupos de alto riesgo asistieron a la festividad católica, a pesar de la sugerencia de quedarse en casa debido a que las bajas temperaturas incrementan la posibilidad de que presenten enfermedades respiratorias, además de que se encuentran entre la población altamente vulnerable a sufrir contagios por COVID-19.

Al inicio de la celebración presidida por Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, obispo de la Diócesis Cancún-Chetumal, pidió por todas las personas que están sufriendo motivo de esta pandemia y que han  perdido a algún familiar  o se encuentran   enfermos para que se  pongan  en manos de la virgen de Guadalupe “para que interceda ante Dios todo por todos nosotros y les de aguante y sabiduría  para poder  enfrentar está terrible situación que está viviendo el mundo”. 

En estos momentos se encuentran poco más de 100 personas en el santuario, una cifra muy alejada a las cuatro mil que dieron en el 2019 para las mañanitas, de acuerdo al párroco del Santuario, Rafal Ruiz Padilla.

En la última semana en Cancún se reportaron 63 casos positivos y nueve decesos por COVID-19.

Por María Dávila