Quintana Roo contabiliza 386 denuncias de violencia familiar contra hombres

De enero a septiembre, la Fiscalía General del Estado de Quintana Roo reportó 386 denuncias de hombres que han sufrido violencia familiar.
jueves, 19 de noviembre de 2020 · 10:43

“Yo me estaba bañando cuando me llegó un mensaje al celular, ella lo atendió y enseguida entró al baño con un cuchillo, me lo clavó una vez en el estomago y otra en la mano, el mensaje era de una señora, una clienta de mi trabajo, esa fue la primera vez que pasé la noche fuera de casa por temor a que me matara”, son las palabras de Héctor, un hombre que sufre de violencia familiar desde hace 11 años a pesar de que ya no vive con la madre de sus hijos.

El maltrato hacia el hombre está dentro de la violencia doméstica y aunque no es muy común saber de casos, en Quintana Roo, hasta el pasado mes de septiembre, la Fiscalía General del Estado (FGE) recibió 386 denuncias de hombres que han sido maltratados en su hogar, estos han ido en aumento ya que tan sólo en el 2019, hubo 279 querellas.

Por Esto! de Quintana Roo entrevistó a cinco hombres, quienes manifestaron haber sufrido alguna agresión por parte de su pareja sentimental o esposa, uno de ellos incluso a la fecha teme por su vida.

Héctor, como prefirió ser llamado y como el resto de los hombres que no denuncian o admiten ser víctimas de maltrato familiar, siente pena contar el martirio que ha vivido desde hace 11 años, pero piensa que es importante alentar a otros jóvenes a proceder en contra de la persona que los hace vivir un infierno.

“Yo no sé si ella me va a matar o yo voy a terminar quitándome la vida”, mencionó Héctor, ya que a la edad de 19 años conoció a la madre de sus hijos con quien inició una relación sentimental; en los primeros meses de noviazgo ella comenzó a chantajearlo, si no iba a su casa a verla ella saldría con amigos “y no sé qué pueda llegar a pasar”, es lo que le decía, si llegaba tarde su cuñado lo golpeaba “yo pensé que todo era parte de un juego”, pasó un año y comenzaron las agresiones verbales, pero ellos ya tenían un compromiso para toda la vida, pues ella había quedado embarazada, a pesar de que Héctor siempre tomó las medidas pertinentes para que esto no sucediera, los gritos y malos tratos por parte de su pareja sentimental, él creía era el proceso hormonal por el embarazo, pero cuando nació su primer bebé, de los insultos llegaron los golpes.

Con voz entrecortada, Héctor recuerda cómo fue el nacimiento de su hijo: “cuando el bebé me miró nació un amor incondicional, un lazo entre padre e hijo que no se rompe”; él quiso compartir ese sentimiento con ella, pero su vanidad la hizo contestarle de manera agresiva, los meses pasaron y no sabe si el amor a su hijo lo mantuvieron bajo el mismo techo o si ya se había acostumbrado a toda clase de malos tratos que tanto ella como su familia ejercían sobre él, le controlaban su sueldo, las salidas e incluso le conseguían trabajos extras para que llevara el sustento a casa, y si intentaba llevarla a vivir a otro lado para estar solos eran peleas interminables y amenazas.

En los primeros seis años tuvieron dos hijos más, y las agresiones -como eran de esperarse- aumentaron, y Héctor, como desde el principio, pensaba que la única manera de terminar con la violencia familiar, de la cual era víctima, era salirse de casa, pero el amor a su hijos lo mantenía ahí, pues estaba advertido que jamás volvería a verlos si terminaba con esa “relación”.

Un intentó de homicidio fue la gota que derramó el vaso, él llegó de trabajar, siguiendo los protocolos por el virus COVID-19, se metió a bañar antes de ver a sus hijos y dejó sus cosas en la sala, su celular sonó al llegarle un mensaje y ella lo leyó, el mensaje decía: “Don Héctor, necesito que pase mañana”, era una clienta a quien tenía que llevarle productos y la mujer envuelta en ira entró al baño, le aventó el celular y lo atacó con un cuchillo; él pudo esquivar varias puñaladas, pero cuando la mujer vio su estómago y manos sangrar detuvo la agresión y lo dejó solo; enseguida, Héctor buscó a una amiga le contó todo y lo dejó pasar la noche en su casa.

Ya pasaron 11 años desde que inició su calvario y todo ha empeorado, su sueldo es para la manutención de sus hijos a quienes no puede ver porque los hermanos de ella lo agreden; una noche lo esperaron a la salida de su trabajo para golpearlo sólo porque ella lloraba de coraje, “son personas malas, sólo estoy aguantando por mis hijos, yo siento que si ellos no estuvieran ella me hubiera matado desde hace tiempo o yo en este tiempo ya me hubiera quitado la vida”, finalizó.

De acuerdo con el Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), entre los principales motivos por los cuales los hombres no denuncian ser víctimas de violencia doméstica, se pueden destacar los siguientes: sentirse avergonzados, dificultad para ser creído por las autoridades, negación del problema, esto último es algo común entre ambos géneros.

Por Jazmín Rodríguez