El agua en Yucatán: ¿nuestro próximo veneno?

No solo son la paz, la cultura maya o la amabilidad de la población lo que impulsa la migración y el auge inmobiliario en Mérida y Yucatán; el agua también juega un papel crucial.

La sequía en el Norte del país es una consecuencia directa del calentamiento global. Ciudades como Monterrey ya están racionando el líquido y enfrentando problemas sociales que rayan en la violencia.

La sobreexplotación del agua, debido al crecimiento poblacional y su uso en la agricultura e industria, agrava aún más la disponibilidad del recurso. La escasez de agua ha alcanzado el centro del país, con cortes comunes en toda la ciudad.

Este colapso en el suministro también está impulsando la migración hacia el Sureste. Sin embargo, hay particularidades en todas estas regiones: la profundidad del agua.

Mientras que en la Ciudad de México la profundidad oscila entre 100 y 400 metros, en Monterrey va desde 700 hasta 2 mil metros, en Yucatán es de apenas 5 a 15 metros, convirtiéndolo en un recurso fácilmente accesible que, paradójicamente, provoca otros problemas.

Pero este tesoro tiene una tragedia invisible: muchos poblados carecen de sistemas de agua potable y dependen de pozos, lo que lleva a dos problemas principales: 1. La contaminación del manto freático debido a miles de pozos mal construidos que interconectan el manto freático contaminado de 8 metros con el manto limpio de 20 metros. 2. La sobreexplotación de ciertas zonas en detrimento de otras.

Aunque se han señalado diversas causas, tenemos entre ellas las granjas de cerdos, que en Yucatán es un problema que amenaza el ambiente en torno a comunidades y ha contaminado zonas de cenotes, por el nulo tratamiento a sus descargas de deshechos.

Esto ha llegado a ese primer manto freático y el agua que se extrae de ellos es contaminada, lo cual provoca diversas enfermedades gastrointestinales.

Necesitamos concienciar a la población sobre la importancia de preservar la salud y la disponibilidad del agua para las generaciones futuras. En nuestras manos está el futuro del agua en Yucatán. ¡Actuemos ahora para protegerlo!”