Venezuela, nuestro hermano doliente

En la columna de hoy Zheger Hay Harb comparte su opinión respecto a la postura de Colombia frente a Venezuela, al que ha llamado "el hermano doliente"
domingo, 31 de marzo de 2024 · 09:45

La semana que termina el Gobierno de Colombia se pronunció ante el de Venezuela, preocupado “por los recientes acontecimientos acaecidos con ocasión de la inscripción de algunas candidaturas presidenciales, particularmente en lo relativo a las dificultades que enfrentaron sectores mayoritarios de oposición” y llamó a respetar los acuerdos de Barbados sobre la materia.

Desde el inicio de su Gobierno, el presidente Gustavo Petro desmontó la pugnacidad en las relaciones bilaterales, iniciadas en el período del expresidente Álvaro Uribe quien, después de haber llamado y obtenido el apoyo del presidente Hugo Chávez para liberar a los secuestrados por la guerrilla, se declaró su enemigo.

Uribe acuñó el calificativo de castro-chavista para atacar al entonces senador Petro, quien adelantaba sonados debates en el Senado contra la alianza de políticos aliados del entonces presidente con el paramilitarismo.

La siguiente Administración, de Juan Manuel Santos, en una audaz salida pragmática, buscó el apoyo de Chávez, calificándolo como su nuevo mejor amigo, para que lo apoyara en su propósito de lograr la paz con la guerrilla y liberar a los secuestrados, como en efecto ocurrió.

Lo sucedió en la presidencia Iván Duque, quien inauguró su mandato con un concierto en la frontera con la supuesta intención de pedir la democracia en Venezuela, al cual asistió el líder opositor Juan Guaidó, quien, según se denunció en la prensa, cruzó la frontera con ayuda paramilitar. Todo ese periodo presidencial se caracterizó, además de su intento por destruir el Acuerdo de Paz con la guerrilla, por un enconado enfrentamiento entre Maduro y Duque.

Una vez asumió la Presidencia su sucesor, Gustavo Petro, abrió nuevamente la frontera, reinició las actividades consulares, reactivó el comercio y ha asumido un papel de amigable componedor entre el Gobierno y la oposición venezolanos, pero los últimos acontecimientos, con obstáculos para la inscripción de la candidata opositora en las próximas elecciones, hicieron inevitable el pronunciamiento colombiano que era censurado por no criticar las fallas democráticas en el país vecino.

El Ejecutivo venezolano le dio con la puerta en las narices al Gobierno de su amigo Petro: “Empujada por la necesidad de complacer los designios del Departamento de Estado de Estados Unidos, la Cancillería colombiana da un paso en falso y comete un acto de grosera injerencia en asuntos que sólo les competen a los venezolanos”.

En materia internacional, el Gobierno colombiano se ha pronunciado también en apoyo al actual Presidente de Guatemala, pidiendo que se permitiera su posesión pacífica y, en el caso de Israel, contra el genocidio de Palestina, acusando a Netanyahu de nazi. De manera más visceral, sostuvo un enfrentamiento por la red X con el mandatario de El Salvador, Nayib Bukele, y, en los últimos días, en rechazo al presidente argentino, Javier Milei, quien dijo que Petro, por ser exguerrillero, era un criminal asesino que iba a hundir a Colombia.

El hecho de que no haya condenado el ataque de Hamás, que Israel esgrimió como justificación de su ataque desmesurado a Palestina que viola toda la legislación internacional y las leyes mínimas de humanidad, así como que tampoco lo haya hecho a la invasión rusa a Ucrania, ha presionado para exigir al Presidente una posición de rechazo al abuso de poder de Nicolás Maduro, al impedir la inscripción de la candidata opositora Corina Yoris para las próximas elecciones en ese país.

Colombia tiene una importante población desplazada de Venezuela, buena parte de ella en la marginalidad económica y social, situación que exige acuerdos entre ambos gobiernos para lograr su restablecimiento. El comercio bilateral da vida a ambos lados de la frontera, pero, sobre todo, tenemos una historia común desde las batallas por la independencia y es tan grande nuestra cercanía cultural que hay que tener un oído muy fi no para distinguir por el acento quién es colombiano y quién venezolano. Todo llama a parar el enfrentamiento y volver a la concordia.

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