Los peores escenarios

Jorge Gómez Barata expone los peores escenarios ante lo lejos que se vislumbra una solución militar y mucho menos diplomática de la guerra en Ucrania
miércoles, 17 de mayo de 2023 · 08:10

Debido a que en la guerra en Ucrania no existe solución militar a la vista y las posibilidades de alcanzar la paz mediante la diplomacia y las negociaciones son remotas, los observadores más responsables temen que tenga lugar una escalada que, a mi juicio, puede avanzar dos peldaños. ¿Cuáles?

El primero se relaciona con la posibilidad de que la implicación cada vez mayor y directa de Europa y Estados Unidos en el apoyo a Ucrania, incluida la entrega de armamento avanzado, conduzca a la entrada de la OTAN en combate con la consiguiente respuesta rusa que desate una guerra total entre la organización belicista y Ucrania contra Rusia.

Si ese fuera el caso, las acciones militares pudieran trasladarse a territorio ruso en el cual, desde hace más de 80 años no se libran acciones militares y al de varios países de la OTAN que en la anterior guerra fueron ocupados por los nazis. Entonces algunos de ellos fueron liberados por tropas soviéticas que, junto a la coalición aliada, derrotaron a la Alemania nazi.

En un escenario así, la guerra, con todas sus terribles consecuencias pudiera hacerse presente en Alemania, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia, Rumania, República Checa y otros países, mientras Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, participando a distancia, aportarían armas, dinero y tropas, sin poner en riesgos sus poblaciones ni sus infraestructuras.

Para que tamaña catástrofe ocurra sería necesaria una determinación que Europa puede no tener para tomar parte en una invasión a Rusia, una empresa de proporciones faraónicas. Desatado ese vendaval anunciado por las acciones cada vez más atrevidas de Ucrania sobre territorios rusos fronterizos, llegando incluso a incursiones contra el Kremlin de Moscú y el ataque a infraestructuras rusas vitales como oleoductos, puentes y vías férreas. No sería extraño que alguna de las partes apelara a las armas nucleares.

Aunque inicialmente pudiera tratarse de municiones atómicas tácticas, obviamente el peligro de un conflicto a escala total, bajo las premisas de la destrucción mutua asegurada, se instalaría como la perspectiva más inmediata de un destino que la especie humana no merece y al cual media docena de líderes insensibles pueden conducirla.

No obstante, excluida la solución militar, al apreciar las situaciones que conducen a los peores escenarios, deben considerarse variables que modificarían las ecuaciones. Entre ellas pudieran estar: la sensatez que puede flexibilizar las posiciones y aceptar la idea de un alto al fuego y la negociación, a lo cual pueden contribuir las gestiones de paz que realizan varios actores, entre otros, Xi Jinping, presidente de China, Luiz Inacio Lula da Silva y Recep Tayipp Erdogan, mandatarios de Brasil y Turquía, respectivamente, incluso el Papa Francisco.

Entre las variables, incluyo el impacto que puede tener el tema de la guerra en la campaña electoral que ha comenzado en Estados Unidos y no descarto la aparición de fisuras en la Alianza Atlántica o situaciones políticas internas en algunos países beligerantes que obliguen los Gobiernos respectivos a moderar sus aprestos. De momento no se registra ni la más mínima evidencia que en ningún país exista apoyo popular a la guerra.

Ante la complejidad de la situación, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, toda una nulidad, ha tirado la toalla. La propuesta de Lula que sugiere la creación de un Club de Amigos de la Paz que reúna y compatibilice todos los esfuerzos, aunque difícil de concretar es magnífica. Veremos.

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