Seguridad colectiva

Jorge Gómez Barata advierte sobre una Tercera Guerra Mundial pese a los mecanismos de seguridad internacional, por lo que apela al diálogo para buscar la paz
miércoles, 10 de mayo de 2023 · 09:33

La Primera y Segunda guerras mundiales se desencadenaron porque el mundo, especialmente Europa, carecía de mecanismos de seguridad colectiva eficaces, la tercera puede ocurrir a pesar de la existencia de tales salvaguardas.

El mecanismo de seguridad colectiva mundial que estuvo vigente hasta el 2022, cuando fue dinamitado, tuvo como premisa la alianza para la derrota del fascismo en la II Guerra Mundial, se pactó entre Estados Unidos, Unión Soviética y Gran Bretaña que lo negociaron entre el 1941 y el 1945 en las conferencias de El Cairo (1943), Teherán (1943), Yalta, Potsdam y San Francisco, todas en 1945.

El principal resultado de aquellas pláticas fue la adopción de la Carta de la ONU que estableció inequívocamente el respeto a la igualdad soberana de los Estados, la soberanía nacional, la autodeterminación y la solución negociada de los conflictos. El ámbito para los grandes consensos sería la Asamblea General de la ONU y para las grandes decisiones el Consejo de Seguridad.

Las decisiones políticas se completaron con acuerdos de naturaleza económica adoptados en Bretton-Wood (1944) y La Habana, que incluyeron la creación de un sistema financiero mundial cuyos ejes son todavía la adopción el dólar estadounidense como moneda de referencia internacional, así como la creación del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT).

En la conferencia, cuyo objetivo fue poner en marcha un nuevo orden económico internacional y dinamizar el comercio mundial paralizado por la guerra, participaron 44 países, la mitad de ellos latinoamericanos. La Unión Soviética estuvo presente, aunque no suscribió los acuerdos. Previa negociación en La Habana, en el 1948 se instaló el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT)

La descolonización y el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, el cese de la ocupación de Alemania y Japón redondearon lo acordado que fue reforzado por la propuesta soviética de coexistencia pacífica.

La desnazificación, el avance de la socialdemocracia europea, una corriente política de matriz marxista apegada a la democracia y la economía de mercado, combinada con un fuerte sector público, así como la consolidación de los países socialista de Europa Oriental y la proclamación de la República Popular China, originalmente aliada a la Unión Soviética, dieron lugar a una equiparación en la correlación mundial de fuerzas.

Aquel fenómeno no fue ajeno al fortalecimiento del sindicalismo europeo y a la reconstrucción de los movimientos políticos que dieron lugar al florecimiento de la socialdemocracia, la democracia cristiana, el laborismo y de los partidos comunistas que fi guraron entre las principales fuerzas políticas europeas, llegando incluso en grandes países como Francia e Italia a disputar el poder electoralmente.

Tales desarrollos no impidieron eventos negativos como la carrera de armamento, especialmente nucleares, y la Guerra Fría, las crisis de Suez (1956), Berlín (1948-49), la Guerra de Corea (1950-1953), la intromisión soviética en Hungría (1956), la Crisis de los Misiles en Cuba (1962), la intervención del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia (1968), así como las invasiones soviética (1979) y norteamericana en Afganistán (2001), la intervención de Irak en Kuwait (1990) y la Guerra del Golfo en el propio año.

No obstante, se evitó la confrontación entre las grandes potencias, se sanaron algunas heridas de la Guerra Mundial y se abrió una era de auge económico y progreso general en la cual se consolidaron los resultados de la descolonización afroasiática, la Unión Soviética y los países del socialismo real registraron importantes avances, China desplegó sus potencialidades y se convirtió en la segunda economía mundial y aparecieron varias potencias emergentes.

Aunque ya no existen colonias ni dictaduras, el orden mundial, que no fue perfecto ni desastroso, experimentó una sacudida para la cual no estaba preparado con el colapso de la Unión Soviética (1991) en virtud del cual Rusia y las naciones de Europa Oriental y Mongolia cambiaron de régimen adoptando el capitalismo que también reapareció en territorios exsoviéticos, en los cuales se fundaron y refundador casi 20 nuevos Estados.

Aquel mega ajuste, sin precedentes en la Era Moderna se saldó sin guerras, aunque lamentablemente el fin de la Guerra fría y la desaparición del bloque militar exsocialista, no fue acompañado por un comportamiento coherente de Occidente que, mediante la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre las fronteras de Rusia intentó obtener ventajas político militares, lo cual ha conducido a la guerra en Ucrania, un funesto parto de los montes.

La guerra en Europa que escala por día se torna cada vez más peligrosa y anuncia una probable hecatombe bélica que debe ser evitada. Tal vez con el cese del conflicto aparezca un nuevo modelo de relaciones internacionales que, obviamente, sólo podrá emerger del diálogo, los entendimientos y la paz.

 

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