Tres estadistas y una Oportunidad para la Paz

En este artículo, Jorge Gómez Barata invita a la reflexión alrededor del hecho de que Xi Jinping realizará un viaje de dos días a Moscú para hablar sobre Ucranía
lunes, 20 de marzo de 2023 · 09:22

¡Confirmado! Xi Jinping viajará a Moscú del 20 al 22 de marzo, obviamente para, entre otros asuntos, hablar sobre Ucrania, tema que puede poner a prueba la proclamada “relación sin límites” entre ambos países. El líder chino dialogará sobre la paz con Vladimir Putin, único hombre que puede parar la guerra. Según presumo, no habrá un no por respuesta. Rusia también necesita poner fin a la aventura.

Presumiblemente, tras su visita a Moscú, dependiendo de lo que pueda ofrecer, el líder chino se comunicará con el presidente ucraniano Volodomir Zelenski quien puede ser receptivo a sus propuestas de paz. Se trata de tres estadistas maniobrando en torno a una oportunidad para ahorrar miles de vidas e inenarrables sufrimientos, devolver a la humanidad a la construcción de un entorno global racional y relanzar la idea de que Europa es una “casa común”.

El Plan de Paz de 12 puntos presentados por Xi en febrero pasado, el cual puede ser negociado y perfeccionado, convirtió a China en mediador calificado y ponente de la única plataforma a partir de la cual pueden generarse diálogos de paz cuya premisa es el alto al fuego que sería una conquista de la mayor relevancia.

Los esfuerzos de China no son sólo resultado de motivaciones filantrópicas, sino que se asocian a la proyección del país que se consolida como potencia emergente, no por su poderío militar, que se incrementa, ni por su capacidad de convocatoria política, sino por su creciente papel en la economía y el comercio global.

China es la única potencia que no intenta exportar su modelo, no se esfuerza por captar clientes políticos, ni se involucra en conflictos en el extranjero y sus coincidencias con Rusia y con cualquier otro país, no suponen una subordinación de sus políticas a las de sus interlocutores.

Es el caso de la guerra en Europa respecto a la cual Beijing mantiene prudente distancia, subrayando que es ella misma quien escoge sus batallas. Las proyecciones externas y los intereses nacionales de China se asocian estrechamente a la dis- tensión internacional y la paz, ambientes en los cuales su doctrina económica se ha desplegado como una fórmula ganadora.

La guerra en Ucrania, especialmente el separatismo de las regiones de Crimea y Donbass, proceso que ha llevado a que territorios ucranianos, alentados y apoyados por Rusia, se autoproclamaran como “repúblicas independientes”, fenómenos que presenta ciertas analogías con el status y la situación de Taiwán, cuyas opciones políticas son apoyadas por Occidente, especialmente por Estados Unidos, dan lugar a enormes tensiones y delicados equilibrios que pudieran quebrarse en cualquier momento.

La cuestión no es si China puede o no enredarse en un conflicto bélico con Estados Unidos y la OTAN, que inevitablemente involucraría a los aliados asiáticos de Occidente, y quizás también a Rusia, sino evitar que tal cosa ocurra, para lo cual, es vital detener la guerra en Ucrania, cuyos trascendidos e impactos globales pueden ser iniciadores de conflicto en esa área.

Xi Jinping va a Rusia para tratar de promover una solución a la crisis creada en Europa, no como un predicador, sino como un negociador; no para subrayar su condición de “aliado de Rusia”, sino para servirse de esa relación en la promoción de alguna solución.

Regresar a Beijing con las manos vacías no parece formar parte de su agenda.

 

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