Yucatán en la encrucijada

jueves, 2 de febrero de 2023 · 09:15

En días pasados, el Banco Mundial ajustó sus predicciones de crecimiento económico para el mundo, tanto por región como por economía nacional en específico, en este importante análisis se evidencia la expectativa de ralentización de la economía global para 2023 en un grado exponencial, sin que esto implique, la mayoría de los casos, perspectivas de decrecimiento o recesión. Si bien es cierto, del referido reporte podemos inferir un panorama global complejo, también es cierto que existen señales alentadoras para ciertos países y áreas de oportunidad importantes para consolidar en el año en curso y los venideros.

Desde una perspectiva regional, el sudeste asiático es la región más prometedora en cuanto a crecimiento económico, esperando un ritmo ascendente de entre el 4% y 6%, muy similar al caso de China, potencia que a pesar de sus conflictos internos y geopolíticos sigue con expectativas superiores al 5%, al igual que el sur de África, región en pleno desarrollo.

En el caso de México, en comparación con otros países, la prospección económica es, si no alentadora, cuando menos tranquilizante, pues se espera que la economía nacional tenga un crecimiento de 1.4%, lo cual en comparación con Europa,
Japón y otras potencias globales con esperanza de crecimiento menor al punto porcentual, es realmente positivo, tomando en cuenta las condiciones mundiales originadas por los ecos de la pandemia, la crisis en las cadenas de suministros internacionales y la catástrofe energética ocasionada por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.

Aterrizando al caso local, en nuestro país tenemos un panorama multisituacional con respecto de los estados, en la mayoría de la República, el crecimiento esperado se encuentra al mismo nivel o incluso por debajo del promedio nacional, sin embargo, existen casos como Tabasco y Sonora, estados con altas expectativas de desarrollo apalancado por las inmensas inversiones directas del Gobierno Federal, y casos excepcionales como Yucatán, estado que con sus propios medios, geografía, sociedad y una responsable conducción de gobierno, ronda en estándares de crecimiento mayores incluso que las economías con mejores perspectivas de crecimiento.

Lo anterior es reflejo de la realidad que se vive en nuestro estado, el desarrollo es palpable, la recepción de inversión nacional y extranjera directa aumenta cada año, la seguridad se mantiene y a pesar de los muy difíciles años pasados, Yucatán destaca en
nuestra región latinoamericana como un oasis de progreso, mismo que debe de ser defendido y por supuesto, continuado.

Y en este escenario global sumamente complejo, que en el caso nacional es moderadamente difícil y en el local prometedor, es que las y los yucatecos nos preparamos para decidir, en una sucesión que ya está adelantada, quién será el primero entre nosotros y tendrá la responsabilidad de conducir a nuestro estado hacia el futuro, mismo que en momentos de cambio global tiene solamente
dos caras para la tierra del Mayab:

Una en donde quien nos lidere pueda aglutinar una alianza entre fuerzas políticas coincidentes y tener interlocución cordial con las que no coincidan, evitando la polarización que hace tanto daño a la patria y manteniendo estabilidad política, donde con conocimiento del sector empresarial, se garantice la continuidad de las inversiones existentes y se siga captando para beneficio de las familias yucatecas, manteniendo la seguridad que es tesoro de nuestro estado.

Y sobre todo, un futuro en donde quien esté al frente de nuestra tierra, con conocimiento del interior del Estado, de las comunidades, costumbres e idiomas de nuestro pueblo, pueda hacer justicia y llevar el desarrollo a todos los rincones, pues Yucatán tiene 106 municipios y no cinco.

Y la otra, una en la que las y los yucatecos optemos por un giro de 180 grados y decidamos, con la elección de nuestro nuevo líder político estatal, alinearnos ideológica, política, social y económicamente a la suerte nacional como ha sido el caso de nuestros estados colindantes, sin que esto necesariamente signifique algo negativo.

Yucatán, que es patria y provincia al mismo tiempo, se encuentra en la encrucijada del destino y todos debemos de estar conscientes de las implicaciones y la dimensión de la relevancia de las decisiones políticas que se tomen en los meses venideros, sin duda, debemos estar muy atentos.

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AA

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