Estampas de la Guerra Fría: Pirotecnia nuclear II

martes, 24 de enero de 2023 · 15:02

El bombardeo nuclear con misiles intercontinentales (ICBM) portadores de dispositivos atómicos aptos para salir y reingresar en la atmósfera terrestre ha sido estudiada durante más de 60 años, pero nunca ejecutada. El único bombardeo atómico real, sobre Japón fue realizado en el 1945, con aviones.

Excepto en los disparos directos en los cuales, por realizarse a corta distancia, la trayectoria del proyectil no supera la altura
del blanco, los lanzamientos a grandes distancias describen una parábola que consta de una rama ascendente que la lleva a un punto máximo de elevación (apogeo) a partir del cual comienza un suave descenso hasta el impacto.

En el tramo ascendente, el proyectil o el misil necesitan de una fuente de energía que los impulse, mientras la descendente suele realizarse por inercia, en realidad convirtiendo en energía la atracción generada por la gravedad.

En el caso de los aviones, de las naves espaciales y de las ojivas nucleares de reentrada, lanzadas por misiles intercontinentales, en los descensos, los motores o unidades de potencia, se utilizan para frenar más que para impulsar y para redireccionar.

Debido a la redondez de la Tierra, cuando las distancias entre el punto de disparo y el blanco son grandes, el misil debe elevarse a considerables alturas para superar la curvatura del planeta y formar la parábola que lo llevará al blanco. El obstáculo geográfico fue resuelto por la Unión Soviética en el 1961 cuando, para enviar a Yuri Gagarin al espacio resolvió la cuestión de la reentrada en la atmósfera y el regreso a la Tierra, quizás el mayor problema de la conquista del espacio.

Llegar a la Luna es hoy más fácil que regresar. Si bien la fabricación de los aviones se inspiró en la naturaleza a partir de la imitación de las alas de las aves, no existe ninguna criatura voladora comparable con un misil, un vehículo aéreo sin alas, concebido solo para ascender de manera vertical.

Categoría de los misiles

Los misiles balísticos intercon-tinentales son aquellos capaces de ascender a alturas estratosféricas y alcanzar distancias superiores a 5 mil 500 kilómetros y más. Su tecnología es similar a los cohetes espaciales que cubren parte de su trayectoria fuera de la atmósfera terrestre. La diferencia consiste en que unos orbitan la Tierra y transportan naves preparadas para regresar, mientras los de uso militar son portadores de ojivas nucleares que, sin llegar a orbitar el planeta, reingresan para impactar blancos previamente seleccionados.

Solo Estados Unidos, Rusia, China poseen capacidades para fabricar y operar estos misiles, India lo ha realizado de modo eventual y Corea del Norte dice tenerlas. Ninguna de las potencias que fabrican cohetes intercontinentales los ha emplazado fuera de su territorio y ni los ha exportado.

Los misiles balísticos de alcance medio son suborbitales, su altura no rebasa la atmósfera y tienen un alcance de entre 3
mil y 5 mil 500 kilómetros. Tales medios portadores son fabricados y operados por los principales países nucleares incluidos India y Corea del Norte y tal vez Pakistán. Estados Unidos los ha emplazado en Turquía y Europa y en el 1962 la Unión Soviética los instaló en Cuba donde presumiblemente llegaron a ser operativos.

Una interesante innovación fueron los misiles crucero, cohetes alados que semejan a aviones sin piloto y pueden ser considerados  “bombas con alas”. Utilizados por primera vez por Alemania para bombardear Inglaterra en la II Guerra Mundial, son lanzados desde rampas, aviones, buques o submarinos cuentan con motores propios, por lo general vuelan a baja altura para evitar los radares y la artillería antiaérea.

La novedad del momento son los misiles crucero hipersónicos que vuelan a velocidades de hasta cinco veces la del sonido en cuyo desarrollo Rusia parece marchar a la vanguardia. No obstante, su apasionante complejidad, la balística nuclear no es lo más importante. Lo decisivo es la perversidad tolerada, incluso a veces aplaudida, implícita en la creación de engendros terriblemente letales.

El infernal mecanismo que se desata cuando se aprieta el “botón nuclear”, ha ocurrido solo una vez. Ojalá en Ucrania paren antes de que sea demasiado tarde.

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