China no se deja provocar

sábado, 6 de agosto de 2022 · 11:43

La visita a Taiwán de Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, no empujará a China a una ruptura ni a una guerra con Estados Unidos, tampoco la hará asumir derroteros que no son los suyos. China escoge sus batallas y no irá donde la lleven. Durante la II Guerra Mundial, Estados Unidos, China y la Unión Soviética fueron aliados. Entonces la República Popular China y el problema de Taiwán no existían.

En 1945, representantes de Chiang Kai-shek, en nombre de los Aliados, aceptaron la rendición de las tropas japonesas en Taiwán, lo cual se asumió como la reincorporación de la isla a China, hecho que después no fue reconocido por Estados Unidos. El fin de la guerra dio paso a una auspiciosa era que signifi có la descolonización, una etapa de prosperidad económica sin precedentes, un ambiente de paz, restablecimiento de la democracia y las instituciones con imperio del derecho; no obstante, dejó cicatrices como la división de Vietnam, Alemania y Corea.

El caso de China y Taiwán es diferente porque la situación creada, aunque tuvo relación con la II Guerra Mundial, no se derivó directamente de ella, sino que fue resultado del enfrentamiento de corrientes políticas nacionales que dieron lugar a una guerra civil en la cual resultaron triunfantes las fuerzas encabezadas por el Partido Comunista dirigido por Mao Zedong, que proclamaron la República Popular China, mientras las fuerza nacionalistas encabezadas por Chiang Kai-shek, se replegaban a la isla de Taiwán donde establecieron una entidad que, convencionalmente denominaron República de China, hecho reconocido por Estados Unidos. Chiang no asumió como programa la independencia de la isla porque su meta era la reunificación del país bajo su égida. De hecho, para todas las partes se trataba de una situación provisional.

Durante la Guerra de Corea, la Administración de Harry Truman incrementó los vínculos con Taiwán, incluida la ayuda económica y militar, la presencia militar en la isla y el patrullaje de la Séptima Flota. En el 1954 se firmó un Tratado de Defensa Mutua entre Washington y Taiwán, momento en que Zhou Enlai, primer ministro de China, declaró que la liberación de Taiwán era uno de los principales objetivos de su país.

El mejor momento de las relaciones entre Estados Unidos y Taiwán fue en junio de 1960 cuando el presidente Dwight D. Eisenhower visitó la isla, donde fue recibido por una multitud y por Chiang Kaishek en calidad de presidente de la República de China. En el 1961, el presidente John F. Kennedy y el vicepresidente Lyndon B. Johnson se reunieron con el vicepresidente de la República de China. Asumida con pragmatismo por todos los actores vinculados con ella, el 25 de octubre del 1971 la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 2758 la cual reconoció a la República Popular China como “único representante legítimo de China ante las Naciones Unidas”, con lo cual, automáticamente cesó la presencia de Taiwán en el Consejo de Seguridad y en todos los organismos de la ONU.

Ello no significó la ruptura de Estados Unidos con Taiwán. El 10 de abril de 1979, el presidente Jimmy Carter promulgó la Ley de Relaciones de Taiwán, creó una entidad para la conducción de relaciones no oficiales con ella, lo cual incluye el comercio y el suministro de todo tipo de material militar. En el 1982, Ronald Reagan ofreció garantías a Taiwán de que Estados Unidos no aceptaría el reclamo de China de soberanía sobre la isla y, en el 2001, el presidente George W. Bush declaró que Estados Unidos haría lo necesario para ayudar a Taiwán a defenderse.

En 2002, el ministro de Justicia de Taiwán Chen Ding-nan fue el primer funcionario de alto rango del Gobierno de Taiwán recibido en la Casa Blanca después de que los Estados Unidos dejaran de reconocer a Taiwán. En el 2012, el subsecretario de Defensa Hash Carter saludó al representante de Taiwán en los Estados Unidos, Jason Yuan. En el 2015, la Administración de Barack Obama autorizó la venta de armas por casi dos mil millones de dólares y dos años después la Cámara de Representantes aprobó la Ley de Relaciones con Taiwán y la de Transferencia de Embarcaciones Navales.

En el 2018, Estados Unidos realizó nuevas ventas de armas. En el 2016, el presidente Donald Trump aceptó una llamada de felicitación de la presidenta de Taiwán y en 2018 firmó la Ley de viajes de Taiwán, permitiendo el compromiso diplomático de alto nivel entre funcionarios taiwaneses y estadounidenses. En todos los casos, oportunamente la República Popular de China ha expresado su desaprobación y emitido las correspondientes advertencias. Provocada y ofendida, China resiste y decide continuar su avance, esperando no tiempos mejores para la venganza que no es su estilo, sino exhibiendo una madurez que cuando sea alcanzada por otros actores hará del mundo global una entidad viable

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