Entrampamiento

domingo, 28 de agosto de 2022 · 14:47

La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (CEV) en su informe final señala que la captura de Jesús Santrich, en ese entonces ya excomandante de las FARC, obedeció a un entrampamiento organizado por la DEA con apoyo del entonces fiscal general de la Nación Néstor Humberto Martínez para inducir al también excomandante y jefe negociador de esa organización a reincidir en el narcotráfico y así dar al traste con las negociaciones de paz.

La trampa, tendida con la colaboración del sobrino de Iván Márquez, Marlon Marín, ocasionó la captura de Jesús Santrich y la deserción de un sector encabezado por Márquez que retomó las armas con el nombre de Nueva Marquetalia. Según el informe, Marín y el coronel retirado del Ejército Gustavo Adolfo Calvache Prado ejecutaron el plan de la DEA para deslegitimar el proceso de paz. (El nombre del coronel lo averiguó la revista Cambio porque la CEV se abstuvo de nombrarlo porque no pudo obtener su versión de los hechos).

Un video del 1 de noviembre del 2017 en un hotel en Bogotá muestra a Jesús Santrich entregando a unos supuestos socios cinco kilos de cocaína como parte de un acuerdo para exportar más narcóticos a Estados Unidos. (El periódico El Espectador descubrió que estos eran realmente agentes de la DEA y que los cinco kilos de cocaína habrían sido comprados por 22.5 millones de pesos por la fiscal 14 especializada Bertha Neira como parte del plan). Con base en él, el Gran Jurado de la Corte Federal del Distrito Sur de Nueva York acusó formalmente como responsables del delito de conspiración para exportar cocaína a Jesús Santrich, Marlon Marín y otros dos.

También demostró la CEV que el fi scal general autorizó el uso de esa cocaína para configurar el entrampamiento, que tuvo móviles políticos contra el acuerdo de paz y que este no fue el único: también hubo uno contra Giovanni Álvarez Santoyo, fiscal de la Unidad de Investigación y Acusación de la Justicia Especial de Paz (JEP) y otro contra Pilar Rueda, esposa del senador Iván Cepeda, entonces asesora del despacho del director de esa misma unidad. Ambos organizados por el coronel retirado Calvache.

Asimismo revela una carta del 2017 que fue entregada a Iván Cepeda en la que le advierten: “Están siendo objeto de seguimientos y de interceptaciones técnicas por parte de un grupo especial conformado por funcionarios del CTI de la Fiscalía General de la Nación y coordinados bajo la supervisión de la DEA en Colombia, esta unidad se llama Grupo SIU (Special Investigative Unit), cuya misión es la de recaudar pruebas para relacionarlos con la actividad de narcotráfico y lavado de activos de las bandas criminales que operan en el país… Posiblemente, les van a hacer montajes para relacionarlos en conductas de crimen organizado y concierto para delinquir. Este grupo está siendo dirigido por Mauricio Nieto, quien es funcionario del CTI y hermano del General Nieto, director de la Policía Nacional. Este grupo ópera por fuera de la Fiscalía General de la Nación, tienen plena autonomía operativa y los equipos de interceptación y técnicos son móviles y cuentan con inmunidad y protección del gobierno de los Estados Unidos”.

La Comisión confirmó que ese coronel tiene relaciones de vieja data con la DEA y vende información al CTI (Cuerpo Técnico de Investigación) de la fiscalía. Y, según la revista Cambio, un hermano suyo está acusado por falsos positivos e hizo parte del equipo que intervino las comunicaciones de los negociadores de paz tanto de las FARC como del Gobierno en La Habana.

Marlon Marín, el sobrino de Iván Márquez era un bandido que usufructuaba el nombre de su tío para hacer negocios sucios. En el 2016, ya firmado el Acuerdo, el fiscal General le informó la presidente Juan Manuel Santos que las escuchas detectaban que se estaban haciendo negocios sucios con dineros de la paz de origen internacional. Llama la atención que una subalterna suya le dijo que las conversaciones eran tan explícitas que parecía como si deliberadamente quisieran ser escuchados. La CEV señala cómo después de la captura de Santrich se multiplicaron las disidencias, más de 300 fi rmantes del Acuerdo han sido asesinados y muchos se retiraron del proceso.

Santrich fue siempre un elemento difícil durante la negociación, su “quizás, quizás, quizás”, cantado en tono de burla cuando un periodista le preguntó apenas iniciados los diálogos si pensaban indemnizar a sus víctimas, lo hizo un personaje odiado por muchos y su arrogancia creó no pocos problemas. Pero eso no lo convierte en alguien que reincidió en el narcotráfico luego de su desmovilización.

Durante los diálogos y luego de la firma del acuerdo el fi scal general siempre pareció en desacuerdo con él y el expresidente Juan Manuel Santos tuvo que hacer gala de sus mejores artes diplomáticas para manejar esa situación. Una vez conocido este informe, le pidió al padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión, que conformara un “tribunal de honor” integrado por tres eminentes jesuitas (De Roux también lo es) para esclarecer esos hechos, a lo cual éste le respondió que la Comisión no tiene carácter

 

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