Las ideas, la conciencia y las ideologías

martes, 14 de junio de 2022 · 11:01

La conciencia social contiene la espiritualidad humana y se resume en pocas ideas, aunque todas de entidad universal. La conciencia social no es de naturaleza política ni puede ser politizada, no posee carácter de clase, no conoce límites geográficos y no está condicionada por el tiempo y, si bien puede ser cultivada por medio de la educación, la prédica y las buenas prácticas, nadie tiene poder ni autoridad para modificarla.

Para la exposición del tema, asumo el decálogo formado por los Diez Mandamientos, que constituyen el más antiguo y acabado resumen del pensamiento humanista y que, según la leyenda o la Palabra, grabados en piedra, Dios puso en manos de Moisés. Siete de tales preceptos no tienen carácter religioso, sino que constituyen marcadores éticos y morales universales.

A ello añado algunos principios del Estado de Derecho como las libertades de palabra y culto, el debido proceso, conjunto del que forman parte los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad proclamados por la Revolución Francesa, y las prerrogativas incluidas en la declaración de Derechos Humanos de Naciones Unida que, junto a vivir en democracia, completan la primera generación de los derechos humanos. Las ideologías son otra cosa.

Las ideologías son también ideas, aunque menos generales, organizadas en sistemas para que sean funcionales a los intereses de las clases, las facciones, los partidos políticos, algunas instituciones y, bajo ciertas premisas, a los Estados. Algunas como el anarquismo pueden extinguirse y otras incluso ser puestas fuera de la ley como ocurrió con el fascismo al concluir la II Guerra Mundial. La función de las ideologías es la de cohesionar, movilizar y disciplinar a los conglomerados humanos que aluden, como ocurre con la burguesía y la clase obrera, los partidos liberales, marxistas, socialdemócratas y socialcristianos. En determinados escenarios, las ideologías se identifican con postulados científicos con los que en ocasiones también riñen.

En 1845, cuando contaba 27 años, Karl Marx, asistido por Federico Engels escribió su segunda obra más extensa después de El Capital, titulada La Ideología Alemana, que según explicó fue escrita para “ajustar cuentas con su conciencia filosofía de antaño...”, es decir para someter a la crítica la filosofía de Hegel que sustentó en su primera juventud.

Lo que pudo ser una obra trascendental para el pensamiento socialista tuvo escasa relevancia en la difusión del marxismo debido a que no fue publicada en la Unión Soviética hasta 1932 por lo cual, Vladimir I. Lenin no la conoció. En el aplazamiento de la publicación puede haber influido la afirmación de Marx de que: “La ideología proporciona un conocimiento falso de la realidad...”. Ocurre así porque, al percibir la realidad desde el punto de vista de los intereses de las clases y los partidos políticos, inevitablemente las ideologías asumen visiones preconcebidas, en ocasiones prejuiciadas y no pocas veces sectarias de la realidad que, en cualquier caso, no es producto de la visión individual del sujeto, sino inducida por una dirección o una vanguardia. Los militantes liberales o marxistas, adoptan las ideologías de sus partidos, no a la inversa.

La clase obrera, explicaba Lenin, genera conciencia sindical, la conciencia política le es importada desde fuera, de ese modo, digo yo, se le dota de una ideología que siempre será exótica y que a veces no prospera ni se percibe. Es el caso de la clase obrera estadounidense que absorbida por el capitalismo, no desarrolló un credo político.

La consolidación del capitalismo y el advenimiento de la democracia, base para la participación política de las clases populares, asociadas con las doctrinas liberales, así como la aparición del marxismo, tronco común del pensamiento socialista y el papel cada vez más relevante de los partidos políticos, creó las condiciones para la expansión de las ideologías que dominaron el escenario político en el siglo XX.

De ahí que Francis Fukuyama creyera que la remisión del socialismo y el ocaso de los partidos marxistas determinaban una desideologización global. Se equivocó. Las ideologías siguen vigentes, a veces ejercen efectos positivos al cohesionar clases y partidos y otras negativas al proporcionar lecturas falsas de la realidad. Me hago cargo de la complejidad del asunto por lo cual, insistiré.