Estrategia sin exclusiones

lunes, 16 de mayo de 2022 · 10:20

Por la huella del pensamiento latinoamericano avanzado, AMLO propone reconfigurar las relaciones de Estados Unidos con América Latina, lo cual, si bien es difícil, no es imposible. México lo está logrando al recorrer parte del tramo económico.

Él alude la experiencia de la Unión Europea que comenzó por la Comunidad del Acero y el Carbón (1952), avanzó en la liberalización comercial, alcanzó la unión monetaria y eliminó las fronteras, auspiciando la innovación política más trascendental desde las revoluciones del siglo XVIII en Norteamérica y Francia.

La creación de la Unión Europea fue tanto un proceso de cambios de mentalidad y creación de estructuras, como de renuncias, entre otras cosas al nacionalismo primitivo, a las monedas nacionales y lo más importante al concepto decimonónico de soberanía nacional, para avanzar en la creación de la ciudadanía y el gobierno europeo.

Un valor añadido fue el fi n de las “guerras europeas”, conquista que la OTAN y Rusia pueden lanzar por el caño. Conozco la expresión “apoyo crítico” y traté de invertirla para aplicarla a la Cumbre de las Américas y referir el caso de gobernantes que necesitan ir a Los Ángeles para hacerse escuchar por Joe Biden e impulsar las agendas de sus países, no obstante, están dispuestos a aplazar sus urgencias para permitir a Cuba exponer sus legítimas reivindicaciones.

La Isla aprecia esa reunión porque es una de las pocas oportunidades en que, acompañada por los países de América, pudiera establecer un intercambio directo con el presidente de los Estados Unidos. Se trataría de una ocasión análoga a las que tuvo el presidente Raúl Castro en Panamá con motivo de la VII Cumbre de las Américas, de la cual extrajo excelentes dividendos.

La situación es surrealista porque vuelve sobre asuntos resueltos cuando, en 2009 Cuba logró que la OEA retirara la sanción en virtud de la cual, en 1962 fue excluida del sistema político interamericano, pudiendo incluso, cuando lo decida, retornar a la organización. Mediante un golpe de autoridad, audacia e imaginación, Raúl Castro superó las expectativas, invitó a Barack Obama a La Habana, propició el encuentro con emprendedores nativos, lo acompañó a un juego de beisbol y le cedió el mejor teatro de la capital cubana para que, ante un auditorio atento, con cobertura mediática total, expusiera su credo, incluso sus críticas.

Han transcurrido muchos años desde que Víctor Manuel González, un esclarecido alto funcionario del Partido me dijo: “El más grave problema en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es que Fidel no ha tenido la oportunidad de hablar con ningún presidente estadounidense...” Fue lapidario. Cuando Barak Obama y Raúl Castro hablaron... se hizo luz.

Cuba precisa el diálogo con Estados Unidos, tanto como Estados Unidos obtendría ventajas de la comunicación con Cuba, para poner fi n al ambiente de hostilidad reinante que estorba a las relaciones de la gran potencia, no sólo con la Isla, sino con el hemisferio.

De lo que se trata es de lograr que la propuesta de López Obrador actúe como un mecanismo de presión permanente, que abogue por “un nuevo comienzo” en las relaciones de Estados Unidos con el entorno latinoamericano en su conjunto, evitando que dé lugar a nuevas desavenencias y confrontaciones.

La unidad propuesta comienza por una aproximación y por introducir cambios en el discurso cuya construcción rebasa a los círculos oficiales y requiere de la intelectualidad, la academia, la prensa y de las personas que pueden estar convencidas, como lo estoy yo, de que no se pueden “hacer las cosas del mismo modo y esperar resultados diferentes”. AMLO propone algo diferente y sensato.

Tal vez sólo México, secundado por Cuba, puedan encabezar ese movimiento que haga las cosas diferentes para lograr otros resultados, es cierto: “...Hay que hacer a un lado la disyuntiva de integrarnos o de oponernos (...) En vez de cerrarnos debemos abrirnos al diálogo comprometido, franco y buscar la unidad en todo el Continente Americano”.

Ya el presidente Raúl mostró el camino cuando, de acometer de frente los obstáculos, los bordeó y, con mínimos de retórica avanzó, probando, entre otras cosas, que los excesos retóricos estorban. Ya sea que se abstengan de participar o asistan bajo protesta, lo importante es dar la batalla para corroborar que la Cumbre es en Estados Unidos, pero no es de Estados Unidos.