La marcha de los perdidos

domingo, 2 de octubre de 2022 · 15:23

Mes y medio después del triunfo de Petro, la derecha organizó una marcha contra su gobierno exigiendo retiro de las políticas por las cuales el pueblo lo eligió. Mientras se desarrollaba la marcha, el Presidente estaba en la frontera con Venezuela, restableciendo las relaciones con ese país, alentado por los uribistas de Cúcuta que no votaron por él, pero que ahora gritaban: Petro te amo.

La marcha fue inédita en muchos sentidos: el más notable, que por primera vez no salió la policía a provocar a los manifestantes y por tanto pudo desarrollarse en paz. Al contrario de lo que ocurrió con las que se hicieron en el gobierno de Iván Duque, pacíficas en su intención, con la orquesta filarmónica ofreciendo conciertos callejeros y grupos culturales, que fue infiltrada por provocadores armados que dispararon contra las manifestaciones amparados por la policía. Por estos días ha sido llamado a comparecer ante la justicia un ciudadano grabado disparando a la multitud protegido por el ESMAD (policía antimotines). Por eso una de las promesas de campaña de Petro fue la eliminación o reforma radical de esta fuerza policial, transformación que ya se inició hacia una fuerza que respeta los derechos humanos.

Otra gran diferencia con el estallido social del año pasado, además de la diferencia en número de participantes, es el hecho inédito de que las marchas se programaran para un lunes a las 10 de la mañana cuando se supone que deberían estar trabajando. No digo que estudiando porque los jóvenes fueron casi inexistentes en estas manifestaciones. Es inevitable recordar cómo ante esas marchas los uribistas sacaban carteles: “yo no paro, yo produzco”. Ahora pararon en horas que deberían ser destinadas a la producción.

Pero la diferencia mayor estuvo en las respuestas de los marchantes a la prensa cuando les preguntaban por qué estaban protestando: “porque estamos en contra de la llegada de médicos cubanos” (nadie del gobierno ha siquiera pensado en eso). “Porque el Presidente quiere cambiar petróleo por marihuana” (¿?) “Contra la cédula eléctrica” (la nueva cédula de ciudadanía que se emitirá con un chip para evitar falsificaciones). “Contra las expropiaciones”. Está suficientemente claro que el desarrollo del primer punto del acuerdo de paz -sobre reforma agraria- habla de tierras ociosas y devolución de baldíos de la nación usurpados por particulares y la compra de tierras, pagaderas con bonos de la Nación, que ya vimos que por lo menos de palabra acepta la oposición.

Los carteles contra Cuba y Venezuela que portaban algunos marchantes pretendían revivir los miedos que con mentiras llevaron a muchos a votar NO en el plebiscito por la paz. No eran las únicas mentiras: también decían que habían reducido el presupuesto para salud y que Petro había prometido expropiar las pensiones.

En el colmo del oportunismo y la manipulación de las creencias religiosas, en Medellín marcharon con una Virgen en andas y portando letreros que decían que Petro quería dividir Antioquia en tres pedazos y pretende perpetuarse en el poder.

Al ser interpelada por periodistas sobre sus motivaciones para marchar, una señora respondió: “Con un comunista no hay que pelear, tiro en la mula (en lenguaje bogotano popular, la cabeza) y pal río”. Y otra, que nos dejó consternados, opinó: “El simio ese qué, porque puso un millón de votos se considera la berraca del paseo, pobre simio. Los simios gobernando. Francia Márquez es un simio, qué educación puede tener un negro. Los negros roban, atracan y matan, qué educación tienen”. Como el racismo está penalmente contemplado, ya oficialmente la fiscalía ha emplazado a comparecer a la autora de tan elevadas razones de protesta.

Las marchas no tuvieron una dirección explícita: el Centro Democrático con su líder, el expresidente Álvaro Uribe, no aparecieron como convocantes, aunque la orientación de la mayoría era la misma de sus posturas; algunos incluso dijeron abiertamente que eran uribistas y gritaron vivas a los paramilitares.

Por convocatoria del Presidente de la República, el expresidente y tres de sus más cercanos aliados acudieron a la sede de gobierno. A la salida nos sorprendió un conciliador Uribe diciendo: “No estigmaticen más al presidente Petro”. Más sorpresa aún causó que el presidente de Fedegan, tan cuestionado por cercanía con paramilitares, dijera que apoyaba la propuesta de comprar tierras para repartirlas a los campesinos desposeídos, aunque un académico muy reputado en temas agrarios asegura que algunos de ellos estarían estimulando las invasiones de predios para presionar a los hacendados a constituir organizaciones de solidaridad que recuerdan las de los inicios de los paramilitares. En todo caso considero positivo que el Presidente convoque al diálogo a sus opositores y que estos acudan al llamado. En vez de echar bala, es preferible, como dijo alguien, echar baba. Hablar, hablar y hablar para exorcizar la violencia.

Me atrevo a pensar que muchos participaron en las marchas por temor y desinformación. Eso hace urgente que el gobierno desarrolle una política de comunicaciones que empiece por dejar la locuacidad -del Presidente para abajo- porque algunas veces se contradicen los ministros entre sí y éstos con el Presidente y la gente termina confundida. Algunos temas complejos merecen explicaciones didácticas, en términos claros, que las hagan compresibles y eliminen los temores. Muchos, entre ellos personas con educación universitaria, siguen sin entender en qué consisten la reforma pensional y la de la salud, por ejemplo. El tema de tierras, aunque el Presidente cada día hace más claridad sobre él, tiene aún vacíos de comprensión para los ciudadanos. Aquí no me estoy refiriendo a los terratenientes y grandes ganaderos, sino a dueños de pequeñísimas parcelas que temen ser expropiados, como puede uno captar en conversaciones callejeras.