Vacunas, esperanzas y manipulaciones

sábado, 6 de febrero de 2021 · 10:41

Las vacunas son sofisticados productos industriales creados por laboratorios y firmas farmacéuticas altamente especializadas de una docena de países desarrollados. Las vacunas forman parte de un delicado proceso consistente en crear y administrar a personas sanas, sobre todo niños, preparados biológicos para aumentar la respuesta inmunológica del organismo y anular la acción de peligrosos virus, el coronavirus es uno de ellos.

En 190 países existen más de 105 millones de enfermos de COVID-19 y en el mundo 7.000 millones de personas que pueden enfermarse. Todos esperan por las vacunas por las cuales trabajan países y empresas que cuentan con más de 30 candidatos vacunales en diferentes fases de experimentación. Los más avanzados son: Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Alemania y China, con las empresas Pfizer-BioNTech, Moderna, AstraZeneca/Oxford, Johnson & Johnson, Sinovac, Sinopharm, CanSino Biologics y el Instituto Gamaleya de Moscú.

Según informaciones la efectividad de la vacuna de Pfi zer/ BioNTech logra un rango del 95 por ciento, Moderna 94, Sputnik V 91,6, Johnson & Johnson 66, la China, producida por Sinopharm un 79,34 y la elaborada por Sinovac un 42. En principio todas son buenas.

El primero de febrero, dos meses después del inicio de la vacunación, en 77 países se habían administrado 101,317.005 vacunas contra el COVID-19. Alrededor de la mitad de esas naciones de “renta alta”, es decir ricos, concentran el 65% de todas las dosis aplicadas. Otros cuarenta países, calificados como de “renta media”, disponen de recursos suficientes para costear sus campañas de vacunación.

Lo más preocupante es que el 35 por ciento de la población mundial vive en estados que no han comenzado a vacunar, en algunos casos por carencia de medios y en otros porque sus gobiernos adolecen de falta de sensibilidad y voluntad política para ocuparse de sus súbditos. Hay casos como los de Siria, Afganistán, Yemen y algunos otros donde difícilmente podrían organizarse operaciones nacionales de vacunación.

Según la OPS en América Latina deberán vacunarse unos 500 millones de personas. Países como México, Brasil, Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Colombia y prácticamente todos los caribeños que cuentan con recursos han encargado o gestionan millones de dosis y algunos han iniciado campañas de vacunación.

Para apoyar el proceso en más de treinta países latinoamericanos y caribeños, la Organización Mundial de la Salud, la Organización Panamericana de la Salud, la Comisión Europea, el gobierno de Francia y algunos contribuyentes privados, crearon el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (Covax), el cual se ha asociado con Alianza Mundial para las Vacunas y la Inmunización (GAVI), plataformas de cooperación mundial entre el sector público y el privado que han creado un fondo para suministrar miles de millones de dosis de vacunas.

Según trascendidos, la Unión Europea ha contratado 2.300 millones de dosis, cerca del doble de lo que necesita para su población y sin haber asistido a todos sus habitantes, Rusia y China suministran vacunas a numerosos países. Todavía se espera que Estados Unidos bajo una nueva administración se sume al esfuerzo mundial.

Aunque existen destacados científicos latinoamericanos, algunos de los cuales trabajan en firmas de Estados Unidos y Europa, en el área, solo Cuba cuenta con cuatro candidatos vacunales en diferentes fases de investigación y excelentes pronósticos. La Isla que ha enviado alrededor de 10. 000 médicos y trabajadores de la salud a casi 50 países para luchar contra la COVID 19, dispone de las infraestructuras necesarias para producir un millón de dosis de vacunas mensuales, lo cual le permite apostar por inmunizar a su población con sus propios recursos en el presente año.

Debido a la falta de recursos humanos y materiales, así como de infraestructuras, incluso carencia de voluntad política, África subsahariana es la región más rezagada en los esfuerzos por vacunar a la población. A los miles de millones de dólares que costaría ese proceso se suman la falta de profesionales e infraestructuras médicas, la dispersión de la población, la carencia de caminos y comunicaciones, el bajo nivel de electrificación y la pobreza generalizada. De mantenerse la situación actual, África podría retrasarse dos o tres año respecto al resto del mundo, lo cual supondría un alto costo en vidas humanas.

La politización, la tirantez, los debates y las críticas no solucionarán el desafío de vacunar en breves plazos a la mayor parte de la población mundial, sólo la cooperación lo hará. Allá nos vemos.

Por Jorge Gómez Barata