Paraísos para pecadores

viernes, 8 de octubre de 2021 · 10:14

Al revelar los Papeles de Pandora una empresa periodística internacional, ha puesto en crisis a personas tan poderosas como los presidentes de Chile, Ecuador y República Dominicana que, con candidez y humildad fingida, exclaman: “No hay nada malo en utilizar los servicios de una empresa offshore, instalada en algún paraíso fiscal, incluso ser accionista o poseer algunas de ellas...” 

Algunas de las figuras implicadas, para curarse en salud, proponen fusilar al mensajero y la emprenden contra el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), al que pretende desacreditar y desautorizar. En una importante televisora internacional, un comentarista, sin aportar prueba o argumento alguno, especuló sobre el hecho de que la entidad periodística pudiera estar vinculada a servicios de inteligencia y/o policiales de Estados Unidos.

Debido a aberraciones de procesos civilizatorios desplegados a lo largo de más de 300 mil años, se gestaron deformaciones entre las cuales figuran la ausencia de límites entre lo justo y lo legal, lo ético y lo moral. En esa andadura, el poder político, más exactamente al Estado, fue habilitado para establecer las normas, constituciones, leyes, incluso valores que rigen la convivencia social. Así, la justicia y las leyes se diferenciaron hasta, en ocasiones, convertirse en opuestos, lo cual explica que existan leyes injustas y vacíos jurídicos que dan lugar a escandalosas impunidades.

Durante siglos la esclavitud, la servidumbre y la compraventa de esclavos fueron legales. Abraham Lincoln abolió la esclavitud, pero sus sucesores no pudieron impedir que se aplicaran las leyes Jim Crow, que durante cien años sustentaron la segregación racial en el Sur de los Estados Unidos. También las leyes del apartheid aprobadas por el Parlamento sudafricano y amparadas por la Constitución de aquel país, fueron impecablemente legales mas no por ello justas.

Por esos caminos se llegó a prácticas jurídicas tan insólitas y contrasentidos morales que amparan la existencia de “acuerdos judiciales” entre delincuentes, jueces y fiscales, “delaciones premiadas” y “paraísos fiscales”, naciones, repúblicas, principados y monarquías  en los cuales “violar la ley es legal” y se acepta como bueno que gobernantes y servidores públicos, encargados de aplicar las leyes en su país, al cruzar las fronteras de alguno de los casi 60 territorios compren indulgencias y laven sus pecados.

Exigir transparencia fiscal y cobrar impuestos a sus compatriotas es para los presidentes de Chile, Ecuador, y República Dominicana tan legal como evadirlos. Lo mismo creen, entre otros, el rey Abdalá II, de Jordania; los primeros ministros de Pakistán, República Checa, el exprimer ministro británico Tony Blair, y los expresidentes Pedro Pablo Kuczynski (Perú), Porfirio Lobo (Honduras), César Gaviria y Andrés Pastrana (Colombia), Horacio Cartes (Paraguay), Juan Carlos Varela, Ricardo Martinelli y Ernesto Pérez Balladares (Panamá). Curiosa lógica la suya.  ¿Verdad?

No obstante, lo escandaloso del involucramiento de jefes de Estados y Gobiernos, me inclino a conceder las palmas a lo ocurrido en Brasil donde el Congreso ha convocado al ministro de Economía, Paulo Guedes, y al presidente del Banco Central, Roberto Campos Neto, para que expliquen la existencia de sociedades offshore a su nombre y bajo su gestión. Ambos fueron la mar de honestos: “No es ilegal tener una offshore, allí donde las leyes lo permiten...”

El desparpajo ante Papeles de Pandora me ha hizo recordar a Estrella Rey, una ilustre profesora que en la universidad de La Habana reflexionaba acerca de ciertas paradojas del progreso, para lo cual evocó un epigrama inolvidable que atribuyó a Ugo Foscolo,  poeta, dramaturgo y patriota italiano, testigo de la transformación cultural que condujo al predominio del liberalismo e introdujo en la nueva época el relativismo moral, una deformación que, según ella, no ha dejado de perturbar a la humanidad:

“En tiempo de las bárbaras naciones, colgaban de una cruz a los ladrones; mas hoy, en el siglo de las luces, del cuello del ladrón cuelgan las cruces”.

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