Educación: entre lo urgente y lo importante

sábado, 8 de agosto de 2020 · 09:56

Por Marcela Gómez Zalce

En México, los jóvenes y niños pertenecientes a los sectores sociales de menor nivel socio-económico se encuentran en desventaja en relación a la mayor parte de los factores, familiares, personales y escolares, que estudios especializados han identificado como determinantes de los resultados educativos. Y justo en este contexto de desigualdad y complejidad integral irrumpe la pandemia del COVID-19 que ha puesto en jaque la educación en todos sus niveles a nivel global, presentando uno de los retos fundamentales para gobiernos e instituciones educativas públicas y privadas.

Las consecuencias de la emergencia sanitaria junto a las acciones de política social, económica y educativa adoptadas por el gobierno de López Obrador tendrán un impacto irreversible sobre la equidad en la educación. Las medidas de distanciamiento social adoptadas a raíz de la pandemia llegaron a todos los espacios y una de las primeras disposiciones adoptadas fue el cierre total de las escuelas públicas, privadas y centros educativos. La situación generó la necesidad de pensar rápidamente estrategias de enseñanza-aprendizaje en formato virtual y la implementación de formas de aprendizaje alternativas mediante el uso de la tecnología que resultó imprescindible para paliar y cerrar el ciclo escolar 2019-2020, y ahora será para enfrentar la situación actual donde se ha decidido que millones de estudiantes regresen a clases que no serán presenciales hasta que haya un semáforo verde que se antoja muy lejano.

El pésimo y errático manejo de la pandemia convertida en un asunto político, desdeñando la salud pública, deriva ya en un confinamiento de casi cinco meses que ha impactado de manera rotunda y definitiva la vida de millones de estudiantes que no podrán tener un acceso equitativo para su educación en el calendario 2020-2021.

El ciclo primario y medio por la relevancia en el aprendizaje de niños, niñas y adolescentes cubre el periodo más sensible para el proceso de desarrollo educativo posterior de las personas y aquí el acceso de los espacios virtuales dependerá especialmente de la orografía, de las posibilidades del hogar y del apoyo familiar.

En días pasados el titular de Educación, Esteban Moctezuma, expresó que se tomaron decisiones que no fueron las mejores, sino las que menos daño harían a la educación de los alumnos. El contexto de clases a través de televisión abierta nacional no es garante de óptimos resultados ante la desigualdad que separa a alumnos de comunidades rurales con centros urbanos, donde en algunas de las primeras la tecnología está ausente del entorno.

La audaz decisión de incorporar a los poderes fácticos en este laboratorio educativo nacional supone el reto, sobre todo logístico, más importante en la carrera de Moctezuma.

Encabezar este enorme esfuerzo donde deben converger sindicatos, autoridades estatales, familias y la sociedad entera para que millones de alumnos enfrenten un escenario de incertidumbre y dudas sobre contenidos, el nuevo modelo, sus métodos y la brecha digital en un escenario gubernamental de austeridad y desorden, no suma para poder visibilizar la necesidad de pensar la educación como un bien común y no sólo como un mecanismo que perpetúe las desigualdades.

Valorar la oportunidad para gestionar eficazmente los riesgos que presenta esta delicada coyuntura impactará millones de vidas, pero tendrá una consecuencia no muy difícil de pronosticar:

Una brecha educativa de largo alcance para México.

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