Qué hacer y qué no hacer para protegerse del COVID-19 en espacios cerrados

El mercado ha sido acaparado por productos que prometen evitar el contagio de COVID-19, sin embargo los expertos brindan consejos que no necesariamente requieren de gran inversión.
martes, 29 de septiembre de 2020 · 16:51

Cuidarnos para evitar el contagio de coronavirus es una de las preocupaciones más comunes e importantes de la "nueva normalidad".

La amenaza de contraer COVID-19 es mayor en espacios cerrados con escasa ventilación, como restaurantes, oficinas y bares, donde el virus puede permanecer suspendido en el aire durante extensos periodos y viajar distancias de más de 2 metros.

Lo anterior lo confirma la profesora de ingeniería civil y ambiental de Charles P. Lunsford en Virginia Tech, Linsey Marr, quien actualmente realiza investigaciones sobre la forma en que el coronavirus se comporta en el aire.

Según Marr, a menos que estés acompañado de persona contagiada de COVID-19, protegerse dentro de casa no requiere de medidas extraordinarias, como lo han querido hacer ver ciertos productos lanzados al mercado en los últimos meses.

En realidad, muchos de los dispositivos que prometen limpiar espacios e incluso el aire, terminan siendo perjudiciales para la salud.

“Cualquier cosa que suene extravagante y no se haya probado y demostrado es algo que hay que evitar”, dijo Delphine Farmer, química atmosférica de la Universidad Estatal de Colorado en Fort Collins. “El agua y el jabón funcionan de maravilla”, añadió.

La recomendación de los expertos nos dice que no sólo se trata de ventilación, sino que corresponde a “una estrategia de defensa por capas en la que ninguna acción en sí misma es suficiente, pero en conjunto pueden reducir el riesgo”, son las palabras del experto en seguridad de edificios de la Facultad de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard, Joseph Allen.

Además, Allen propone las siguientes medidas en edificios que albergan grandes cantidades de personas, como pueden ser departamentos, escuelas y oficinas:

  • Eliminar la exposición siempre que sea posible: por ejemplo, al exhortar al personal a trabajar desde casa.
  • Permitir la entrada solo a aquellas personas que necesitan estar físicamente en el edificio.
  • Adoptar estrategias como añadir filtros de aire y desinfectar las superficies.
  • Gestionar el flujo de personas que transitan por el edificio: por ejemplo, la cantidad de personas que entran a los ascensores en cada ocasión.
  • Exigir el uso de protectores faciales y otros equipos de protección personal según lo exijan las circunstancias en el interior.

Además, podemos hacer uso de herramientas como la aplicación creada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que mide cuántas personas pueden congregarse en un solo espacio y por cuánto tiempo sin representar una amenaza.

El consejo más sencillo sigue siendo el más efectivo de todos, asegura el ingeniero químico del MIT, Martin Bazant:

“El uso de cubrebrocas tiene un efecto mucho más relevante de lo que cualquiera de esas estrategias proporcionaría”.

Joseph Allen insiste en que las medidas están al alcance de la mano, por ejemplo, una opción valiosa es abrir las ventanas para asegurarnos de mantener una ventilación adecuada, “Incluso con sólo abrir las ventanas 15 centímetros se puede cambiar drásticamente el índice de intercambio de aire”, señala Allen

A muchos les sorprenderá saber que este consejo es también aplicable a viajes en automóviles, donde bajar sólo un poco la ventana puede contribuir a dispersar el virus que podría ser exhalado por otros pasajeros.

Otra opción al alcance de la mayoría son los ventiladores oscilantes, pero deben ser colocados de forma que no empujen las exhalaciones de ninguno de los presentes en una habitación, o podría resultar perjudicial al esparcir el aliento cargado de virus de un contagiado.

Un ventilador no oscilante colocado en una ventana y alejado de las personas puede aumentar el flujo de aire en una habitación sin estos riesgos.

Otra medida útil son los filtros de aire, así como purificadores portátiles, que resultan muy adecuados para el uso en escuelas y oficinas, aunque en nuestro país no son tan accesibles ni fáciles de conseguir como en otras partes del mundo.

Si se tiene acceso a filtros de aire, habrá que tener cuidado con los dispositivos que ofrecen funciones “extravagantes”, como aquellos que producen ozono, pues este tipo de productos no ha sido aprobado por las instancias de salud y generan consecuencias tales como daños a las células.

Además de los dispositivos de ozono, se pueden encontrar otras variantes como las que prometen eliminar el virus con “ionización bipolar”, cuyas partículas ultrafinas son peligrosas cuando se inhalan.

Las luces ultravioleta tampoco son recomendadas, los expertos están preocupados por el fomento de su uso, propiciado por comerciales y anuncios en internet, ya que es una técnica utilizada en hospitales para desinfectar desde instrumentos, hasta habitaciones enteras.

Sin embargo, el uso a nivel personal no es benéfico pues para que las luces UV cumplan la función sanitizante, deben ser diseñadas bajo estrictos parámetros, y si no se usan correctamente o hay un fallo de instalación, pueden causar quemaduras en la piel y daños en la vista, asegura la epidemióloga del hospital de la Universidad de Arizona en Tucson, Saskia Popescu.

Además, la luz ultravioleta no siempre penetra en las superficies y no cumplirá la función de destruir al coronavirus, por lo que, a menos que se tome la decisión de invertir en todo lo que conlleva una instalación profesional de parte de personal capacitado, no se recomienda su uso.

Los puntos anteriores nos llevan a la conclusión de que cuidarnos está al alcance de todos; el esfuerzo que podemos hacer para proteger nuestra salud, y a la vez la de los demás puede ser perfectamente lograda si cumplimos con los aspectos más básicos: el uso de cubrebocas y una rigurosa limpieza con agua y jabón.

Por Redacción Digital Por Esto!
MF

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