Gonzalo Aguilar Hernández, capellán del equipo Tigres de Quintana Roo, reconoció que Fernando Valenzuela siempre mantuvo con gran humildad a Dios como centro de sus decisiones y de lo que él quería transmitir.
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“Don Fernando siempre mantenía la idea de que la familia debía de estar unida y mantenerse unida; en lo religioso me pedían traer unas imágenes en la libertad de la fe de cada deportista, imágenes que tenemos en el dugouts de La Virgen de Jesús hacer las bendiciones correspondientes; él siempre mantuvo con humildad la presencia de Dios como centro de sus decisiones y de lo que él quería transmitir”, expresó en entrevista previo a la homilía en honor al “Toro” Valenzuela.
Agregó el párroco, que en lo personal siempre estuvo muy vinculado al amor por el béisbol, y a lo que era esta gran lumbrera como lo fue Fernando Valenzuela.
“Lo que fue una gran experiencia para mi y él encontrarme a un hombre noble, sincero, humilde y cercano a su familia, que era consciente del gran legado que estaba dejando, no solo en lo familiar, sino también en lo deportivo nacional y mundial, por lo que fue como la cereza en el pastel, no solo conocer la leyenda sino también su lado humano”, expresó el religioso previo a iniciar la eucaristía.
Misa en la cual reconoció que el número 34 de los Dodgers de Los Ángeles llegó ante los ojos del señor cargado de frutos. “Frutos que tuvo como amigo, padre, esposo, figura deportiva y llegó ante Dios con las manos repletas de frutos y decir que si él pudo, porque nosotros no”, comentó, Sobre la partida de Valenzuela, el capellán de los felinos, admitió que Dios se lleva a sus hijos que más quiere.
“Si vemos la muerte con los ojos de Dios, vemos que él se lleva a los que quiere, y el primero que vio a Fernando fue Dios y lo llamó a su presencia no para afectarnos, sino para premiar a Fernando”, destacó.
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Agregó el religioso que también la Virgen María al pie de la Cruz experimentó el Viernes Santo el luto, el dolor, el pesar de que se le haya muerto su hijo, el más noble, justo y recto. “En ese momento ella no sabía que Jesús iba a resucitar, por lo que ella no entendía como Dios permitía estás situación de vida; por ello pidámosle a ella que conoce y entiende los sentimientos que estamos experimentando, que nos cubra con su manto para que así como ella, que se rencontró con Jesús nosotros nos reencontremos con nuestros seres queridos”, comentó.
Finalmente, la misa concluyó con aplausos y una porra para el pitcher mexicano que rompió los paradigmas, que en ese momento reinaban en la gran carpa y que puso el nombre México muy en alto y el de sus peloteros, el gran “Toro” de Etchohuaquila, Sonora, campeón de Grandes Ligas en el año 1981 contra los Yankees de Nueva York.