Atlético de Madrid fracasa también en Porto en Champions League

El Atlético de Madrid, de la mano del 'Cholo' Simeone, sufrió un nuevo revés en Champions League
martes, 1 de noviembre de 2022 · 15:53

No hay presente ni futuro en Europa para el Atlético de Madrid, ni en la Liga de Campeones ni en la Liga Europa, a la que fue incapaz también de agarrarse en el despropósito más visible del conjunto rojiblanco en la era Diego Simeone, no sólo por la derrota en Oporto, donde hizo el ridículo en el primer tiempo, sentenciado con dos goles en contra, sino por todo su recorrido en esta edición del torneo, que lo sobrepasa y lo reprime con total severidad (2-1).

Su sistema defensivo, tan elogiado en el pasado, tan inabordable antes, cuando transformó esa destreza en una forma de vida y de éxito, quedó señalado en el estadio Do Dragao, como antes ocurrió en Cádiz, en los dos choques contra el Bayer Leverkusen o en Brujas, cuando se acercó al precipicio en el que ha caído ya de forma abrupta, en un fracaso innegable, por el objetivo, el equipo, la plantilla y la historia que tiene el Atlético. La última posición de su grupo no está a la altura de nada de eso. Y ni mucho menos de todo lo logrado con Simeone. Perdió en Oporto, el Bayer Leverkusen empató con el Brujas y la eliminación fue completa del Atlético.

Por la defensa, su esencia, el origen de todo, se desangra el Atlético de Simeone, cada vez menos incuestionable en el club. En los tiempos más convulsos de la pasada temporada (que repite ahora), al técnico le inquietaba constantemente cómo recomponer la firmeza atrás; el aspecto más reconocible, al que se agarró en los peores momentos de su conjunto, para rearmarse y relanzarse. Meses después, está en el mismo laberinto, cuya solución es hoy por hoy indescifrable, hasta para él mismo: la vulnerabilidad de su equipo es alarmante, colectiva e individualmente, dañada de forma constante una estructura antes incontestable.

No es ya una cuestión de nombres dentro de su plantilla. O sí. Ni el reencuentro de la pareja que más convicción le transmite (Savic y Giménez, ambos una caricatura de lo que son) ha cambiado una tendencia estresante para el Atlético y el entrenador. Ni las alternativas de Mario Hermoso y Felipe Monteiro. Quizá algo con Witsel, mucho más concluyente como recurso atrás que en su puesto de medio centro hasta ahora. Ni Reinildo mantuvo hoy la altura. Nahuel Molina tampoco soluciona nada. Ni atrás ni adelante. Tampoco la combinación de centrocampistas. Ni De Paul. Ni Saúl. Ni la variación de sistemas: cuatro, cinco o los que sea.

El Oporto lo puso en evidencia. En la dinámica que está el Atlético, cada lance descubre un problema con una expresividad impropia del equilibrio en el que se mueve el fútbol actual, tan detallista como es todo. No se entiende cómo Otavio recorrió tan solo la banda derecha, con Saúl cerrado hacia el medio, hasta que encaró a Reinildo; tampoco cómo perdió el foco Giménez del desmarque de Evanilson -se vio lento al uruguayo-; ni cómo Taremi remachó solo, indetectable, a gol el chut fallido de su compañero, para anotar su duodécimo gol en 17 partidos. Avisado estaba el Atlético.

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