Piratas de Campeche, los hombres de mar juzgados por la inquisición

La historiadora Herlinda Ruiz Martínez estudió el curso que tomó el Santo Oficio en 1567 respecto a la incursión pirata en la Villa de San Francisco de Campeche.
lunes, 4 de abril de 2022 · 15:14

En el asalto del corsario inglés William Parker a la Villa de San Francisco de Campeche en el año de 1567 fueron detenidos varios piratas, de los cuales a tres procesó el Tribunal del Santo Oficio por conflictos religiosos entre España e Inglaterra, aunque la historiadora Herlinda Ruiz Martínez, planteó que “las relaciones políticas en Europa en el transcurso de la siguiente centuria a través de la firma de tratados y acuerdos entre reinos, cambiaría el curso del Santo Oficio respecto a los extranjeros nativos de regiones donde se profesaba el protestantismo”.

En su estudio “Marinos ingleses e inquisición: aplicación de la justicia inquisitorial a los supervivientes del asalto de William Parker en Campeche (1597-1601)”, la historiadora e investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, subrayó que a partir de estos acuerdos “se abrirían, entonces, nuevas puertas a una muy incipiente y casi intangible tolerancia de cultos, cuya influencia llegaría a los distritos inquisitoriales como el mexicano y cambiaría la dinámica en cuanto a los extranjeros profesantes de la llamada ‘Nueva Religión’”.

 

“La incursión pirata la respondieron los pobladores de la villa"

Desencadena una oleada de persecuciones.

En el texto introductorio de dicho estudio expone que, en el año de 1597, el puerto de Campeche fue asaltado por el filibustero William Parker. “La incursión pirata la respondieron los pobladores de la villa, quienes también expulsaron al líder de la expedición y a una parte de la tripulación de la embarcación donde navegaban, para dejar como saldo a algunos marineros muertos en combate, otros capturados por los vecinos, quienes los remitieron ante las autoridades civiles para procesarlos por cometer actos de piratería, un delito en ese entonces”.

Además -continuó- tres corsarios más corrieron con otra suerte al ser detenidos por orden del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de México, para que sean procesados por luteranismo (una de las principales ramas del cristianismo que se identifica con la teología de Martín Lutero originada de 1483 a 1546) y piratería entre los años de 1598 y 1601.

La premisa de las autoridades era revisar la manera en que el Tribunal de la Fe llevó a cabo los juicios contra estos personajes y la influencia que pudieron tener las relaciones anglo-españolas de finales del siglo XVI en las sentencias dictadas a estos presos, comentó Ruiz Martínez.

En su texto de conclusión, también expone que las tensas relaciones diplomáticas anglo-españolas, en el ocaso del siglo XVI, generaron expediciones piratas al Caribe y costas novohispanas, como el viaje que realizó el corsario inglés William Parker, quien asaltó el puerto y villa de Campeche en 1597 y con dicho acto desencadenó una ola de persecuciones.

Las consecuencias del asalto pirata derivaron en la captura y remisión de algunas personas mal vistas a manos de autoridades civiles que los procesaron por piratería, mientras que las eclesiásticas hicieron lo propio a través del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, organismo que juzgó a Pascual Sandre, Juan Bebel y Juan Catón por delitos contra la fe católica, entre los que destacaba el luteranismo.

La investigadora recordó que el traslado de estos prisioneros desde Campeche a la Ciudad de México atestiguó algunas dificultades financieras, la carencia de personas que pudieran escoltar a los detenidos y la frágil salud de los marinos, situaciones que retrasaron la entrega de estos a los jueces inquisitoriales.

En 1597 había “una fase de intensa actividad de la institución ante la significativa cantidad de extranjeros originarios de las Provincias Unidas y Alemania en espera de ser procesados, así como de portugueses judaizantes que fueron objeto de sospecha.
La historiadora Herlinda Ruiz Martínez aclaró que pese a que el sector inglés —de su trabajo— fue un grupo mucho menos numeroso, no por ello dejaron de atraer la atención del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición para procesar a quienes cometan actos prohibidos por las autoridades civiles y de la religión, en agravio de los países.

La dinámica seguida en los procesos contra estos anglos fue igual para todos y se desarrolló de acuerdo al actuar de la Inquisición, aunque con cierta influencia por parte de la situación político-religiosa reinante en Europa entre 1598 y 1601.
En el conflicto anglo-español, y siendo los vasallos del primer reino citado, considerados enemigos de la Corona Española y objeto de sospecha por sus orígenes, los inquisidores dictaron sentencias acordes al delito cometido, herejía luterana, considerado como uno de los más graves dentro del corpus de faltas atendidas por el Tribunal de la Fe y que conllevaba a las sanciones más severas, incluso la muerte.

Aceptar el destierro o confesar la verdad.

Explicó que estas sentencias tuvieron una estrecha relación con factores como el curso de los procesos y el grado de cooperación por parte de los detenidos, tanto para confesar pronto la verdad, como para delatar a cómplices y compañeros de celda, como apreciamos en la causa seguida a Pascual Sandre.

Entre los castigos recibidos por Juan Bebel y Juan Caton, destacaron las reconciliaciones al catolicismo, destierro a España en calidad de galeotes y reclusiones perpetuas sin opción a obtener la libertad, en las cárceles destinadas por los jueces, es decir, las cárceles perpetuas de Sevilla donde en ocasiones quedaban de por vida.

Destacó que, en torno a Duarte Recles, su caso es un misterio ante la poca información disponible, por lo que quedan abiertas una serie de dudas sobre su persona, llevada a Nueva España, dinámica seguida en su proceso y las razones que llevaron a las autoridades inquisitoriales a dictar la sentencia correspondiente.

Respecto al londinense Pascual Sandre, único caso localizado en el Archivo General de la Nación, pudo conocer mejor el modo de actuar del Tribunal del Santo Oficio contra dicho individuo, además de apreciar no solo el curso del juicio entre 1598 y 1601, sino un poco de la vida cotidiana al interior de las instalaciones inquisitoriales y las circunstancias que orillaron a los jueces a dictar dos veces sentencia contra un mismo reo o menor de edad que se había mostrado cooperativo con los jueces; sin embargo, por el hecho de ocultar información incurrió en una falta sancionada, lo que dio pie a la imposición de penas más severas.

Pese a tratarse de un grupo muy reducido de enjuiciados originarios de Inglaterra, no dejan de ser significativos, ya que permiten apreciar algunas consecuencias derivadas de los eventos ocurridos por el asalto de William Parker a la villa de Campeche, sobre todo por “la manera en que el Santo Oficio de México intervino para someter a un sector de la población considerado disidente y, a la par, vigilar y preservar la ortodoxia de la doctrina católica en un extenso territorio donde no se permitía el ingreso y propagación de ideologías opuestas al catolicismo que ‘contaminaran’ a la joven población novohispana”.

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ASC